Crece la sinofobia: la moda de pegarle a China
Se puede percibir que en los últimos meses se ha conformado una corriente de opinión que aprovecha cualquier oportunidad para atacar, directa o indirectamente, al gobierno de China. Todos estos nuevos y crecientes ataques dirigidos contra el gobierno chino proceden de las más variadas tendencias políticas e ideológicas, convergiendo posiciones ultraizquierdistas con otras de indisimulado carácter ultraderechista.
Unos acusan al gobierno chino de autoritarismo, falta de democracia, tendencia a ejercer la represión, opinan que ejecuta un férreo control sobre la sociedad y, además, afirman que irrespeta a las minorías étnicas y los derechos humanos. En este caso, los atacantes apuntan a denunciar la feroz dictadura del Partido Comunista Chino, a quien identifican como versión oriental del stalinismo soviético.
Todas estas críticas y denuncias se sustentan en hechos no suficiente ni correctamente verificados como, por ejemplo, la Masacre de la Plaza de Tiananmen, los millones de asesinados durante la Revolución Cultural de Mao, los campos de concentración donde se recluyen a los uigures, el tema del Tibet, etcétera.
Pero también hay otros que atacan al gobierno chino atribuyéndole ser el sostén del modo de producción capitalista en su expresión más salvaje; es decir, un capitalismo de explotación mayúscula, donde se somete a la clase trabajadora a sueldos de hambre, con jornadas laborales inhumanas, sin derechos laborales ni organizaciones sindicales y bajo un permanente control por parte de agentes y burócratas del Partido.
Este otro sector, además, denuncia que cada vez existe mayor concentración de la riqueza en China, difundiendo los nombres de los grandes millonarios chinos, sus empresas, sus gastos y extravagancias, como así también la forma hollywoodense de vida de esa élite privilegiada, que en nada se diferencia con la de los países capitalistas más avanzados. Quienes argumentan de esta forma, consideran que China no es otra cosa que un país capitalista en ascenso, y que está entrando cada vez más en su fase imperialista.
Ya sea por derecha o por izquierda, parece que la cuestión es pegarle al gobierno chino. Si son de izquierda le pegan porque China es capitalista; si son de derecha le pegan porque China es comunista; pero a esto –como si fuera poco– se le agrega los siguientes ataques según áreas sectoriales: muchos ecologistas golpean a China porque –a su entender– es uno de los países que más contamina en el mundo.
Desde el feminismo porque China es uno de los países más machistas del planeta; si es desde el progresismo porque en China no hay democracia y sí hay tortura, represión y pena de muerte; también desde el indigenismo aparecen golpes, porque de acuerdo a ciertos grupos, el gobierno Chino no respeta a las minorías étnicas; desde el independentistas se argumenta que el gobierno chino no respeta la autodeterminación de los pueblos, testimoniado en los casos de Hong Kong, Macao y Taiwán… en fin… el tema es pegarle al gobierno chino sea como sea, con argumentos para todos los gustos.
A esto hay que agregarle también posturas supremacistas, que tal vez rayan con la estupidez, pero que las mencionamos por el solo hecho de que en la realidad existen y están instaladas en un sector muy influenciado por la cultura eurocentrista y tiene incidencia en la formación de opinión, por ejemplo: que los chinos comen cualquier porquería, que son delincuentes porque su desarrollo se debe a que roban y han robado secretos industriales y científicos a empresas occidentales, que son feos, sanguinarios, crueles, militaristas, etcétera.
Para colmo, la sinofobia se ve incrementada exponencialmente por el tema del Covid-19 y va ganando espacios en todos los medios masivos de comunicación. La realidad es que el crecimiento espectacular de China en todos los órdenes, ubica a esta nación como líder de un bloque de países que confronta contra los Estados Unidos y las potencias imperialistas occidentales.
Ese bloque liderado por China –hoy principal enemigo de los Estados Unidos– está conformado por, de una u otra forma, por países como Rusia, Irán, Corea del Norte, Siria, Bielorrusia, Sudáfrica, Vietnam… Y en América Latina por Venezuela, Cuba, Nicaragua y algunos países de las Antillas Menores.
De tal manera, para las élites estadounidenses –ya sean demócratas o republicanos– China ha pasado a ser el principal enemigo de su estabilidad, una amenaza, que está disputando palmo a palmo su hegemonía económica, financiera, científica, tecnológica y hasta militar. De ahí que los ataques hacia China se incrementan diariamente. Todo el imperialismo occidental, con los Estados Unidos a la cabeza, está desplegando su inmenso poderío cultural y mediático para desprestigiar a China y su gobierno.
El ataque, como es ya costumbre, se realiza por derecha o por izquierda. Los primeros son conscientes del peligro que China significa para conservar su hegemonía. Los segundos, funcionan como idiotas útiles, haciéndole el juego al capital imperialista estadounidense y europeo.
Pero, ¿será que estamos obligados a defender al gobierno chino a pie juntillas? No. Cada país tendrá que defender sus propios intereses y su propia soberanía, pero entendiendo que el enemigo principal, el de aquí y ahora, el de nuestros pueblos de América Latina y el Caribe, es el imperialismo estadounidense.
Por eso, para cualquier revolucionario de hoy es importante tener en cuenta esta nueva disposición de fuerzas en la geopolítica mundial, estudiar la realidad política china, su historia, su cultura, economía, sociedad, su revolución y su política internacional.
Es imprescindible estudiar el socialismo con características chinas y la política exterior de China, la cual está sustentada en los cinco principios de coexistencia pacífica, que regulan sus relaciones con otros países: respeto mutuo a la soberanía y la integridad territorial, no agresión, no intervención en los asuntos internos, igualdad y beneficio recíproco y coexistencia pacífica.
Volviendo al análisis de los ataques a China. ¿No habría que preguntarse si no se le está haciendo el juego a los yanquis, cuando se critica a China sin contar con suficientes elementos de análisis? Creo que sería saludable pensar y estudiar un poco antes de lanzar dardos a lo loco al principal enemigo de mi enemigo principal.