Crisis mundial y déficit sanitario en América

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Mirta Roses-Periago*

Lograr el derecho inalienable de cada persona a la salud y el bienestar es un factor fundamental en la búsqueda infatigable de la prosperidad humana, y exige sociedades más inclusivas, equitativas y sanas en todos los países. Esto requiere un gran compromiso, aun en los mejores tiempos. No cabe duda de que lograrlo en el contexto de presiones económicas y fiscales y de emergencias sanitarias como la que implica el virus de la gripe A, será una tarea difícil.

Pero, en realidad no hay otra opción, ya que los desafíos que ponen a prueba la fortaleza de los sistemas de salud pública surgen constantemente. De hecho, si queremos superar la crisis, es esencial evitar recortes en el gasto social ­el error más grave de los programas pasados de ajuste estructural.  Reducir el gasto social solo agravaría la crisis, disminuyendo el desarrollo humano acumulado y haciendo la recuperación más difícil, lenta y dolorosa.

Las Américas tienen una triste historia de distribución insuficiente e inadecuada del gasto público en salud. El porcentaje del gasto público sanitario se ha mantenido básicamente estancado en los 10 últimos años, en 3,6% del Producto Interno Bruto para el bienio 2004-2005, a pesar de pruebas fehacientes indicando que un gasto público de entre 5% y 6% del PIB es requisito para lograr el acceso universal a los servicios de atención sanitaria. La falta de mecanismos para garantizar que el gasto público en salud beneficie a los grupos más desfavorecidos agrava el problema. Estas deficiencias provocan que las personas deban cubrir gastos de salud muy altos de su propio bolsillo ­lo que representa una proporción excesiva del ingreso total de las familias pobres. Así, el gasto de salud ­incluyendo medicamentos­ acaba siendo una causa importante del empobrecimiento de las familias en los casos de enfermedades crónicas o potencialmente mortales que se convierten rápidamente en situaciones catastróficas.

Esto demuestra la necesidad de atenuar los efectos de la crisis, tanto inmediatos como a largo plazo, mediante la preservación de las inversiones en el desarrollo humano y el fortalecimiento de las redes de seguridad para las personas más vulnerables: "Más vale prevenir que curar".

Las circunstancias económicas actuales exigen prestar mayor atención al uso eficiente y eficaz de los recursos. ¿Cómo invertir en salud pública para aumentar la cobertura y fortalecer los sistemas de atención de salud, al tiempo que se asegura la eficiencia máxima en el uso de los recursos y el rendimiento más alto de la inversión social? Tenemos una oportunidad histórica de lograr ambos objetivos al establecer con firmeza y consolidar sistemas de salud basados en la atención primaria de salud (APS).

Datos fidedignos internacionales indican que los sistemas de salud basados en la APS generan resultados sanitarios mejores y más equitativos. Son más eficientes, tienen costos menores en el largo plazo, son más resistentes a las crisis y a los cambios demográficos y epidemiológicos, y pueden mejorar la satisfacción de los usuarios. Países de pocos recursos que adoptaron un enfoque de APS han podido establecer sistemas que son universales, equitativos, flexibles y sostenibles, que dan mejores resultados y que atienden a ciudadanos más satisfechos. Por otro lado, naciones ricas que no adoptan un enfoque de APS acaban por tener sistemas de salud que son sumamente costosos en relación con los resultados y que, además, crean mucha desigualdad.

Por ende, en un momento en que nuestros países tienen que enfrentar no solo los efectos de la crisis económica mundial sino también considerables retos sanitarios, como el virus de la gripe A (H1N1), es crucial aumentar ­o al menos mantener­ el presupuesto asignado a la salud pública, y aprovechar al mismo tiempo esta oportunidad para emprender una reforma fuerte de sus sistemas de salud basada en la APS.

Además de reconocer la contribución de la salud pública tanto a los procesos de integración y de desarrollo hemisféricos como a la creación de sociedades más democráticas y equitativas, esta visión también facilitará  soluciones más eficaces a la complejidad cada vez mayor de los retos de salud pública que deben afrontar hoy en día los países de las Américas.

*Directora de la Organización Panamericana de la Salud.

 

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