Decir

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Existen formas de decir y maneras de hacer. El auténtico decir brota como comportamiento reactivo ante una situación y perduran registros diferentes para poder decir. Está el registro solemne –lo que Sancho Panza llamaba hablar de oposición- y se conserva el de la lengua burlesca, del hablar en broma, el del chiste como escape para dañar con el ridículo y vengarse en una risa. Está el tono irónico y sutil; el decir por decir. Hay también estudios del decir cuando se prefiere silenciar o cuando se opta por el ascetismo que supone callar. Pero, a veces, se necesita decir.

Las palabras no lo son sino cuando están expresadas por alguien a uno. Solo así funciona como acción viviente de un ser humano a otro, tienen realidad verbal y adquieren plena significación. Y como las personas ante quienes las palabras se dicen son seres humanos, y lo que con ella se dice, es inseparable de quién la dice, de a quién va dicha, de cuándo y dónde es dicha.

Para entender lo que alguien quiso decir, hace falta realizar un esfuerzo por saber tanto qué se dijo como quién lo dijo.

Como el ser humano necesita decir, la vida constituye un perpetuo combate y un constante compromiso entre el querer decir y el tener que callar, entre el declarar y el silenciar. Y,  como el decir brota  siempre de una situación y se refiere a ella, ante la situación, hay quienes han dicho; quienes no osan decir; quienes insinúan que no se siga diciendo; quienes iban a decir y se les dijo que no dijeran, y quienes han tenido que aclarar lo que ya estaba dicho.

Hay quienes dicen cómo hay que decir y quienes dicen lo que hay que decir. Hay quienes dicen menos  de lo que quieren, quienes dan a entender más de lo que se proponen y quienes nada dicen. Hay quienes dicen por decir. Hay cosas que no se dicen y cosas que tienen que ser dichas. Hay quienes dicen por defender sus principios y quienes callan por defender sus intereses. Pero, a veces, se necesita decir, y, cuando hay mucho que decir y porque son muchas las cosas que mueven a decir: que hay algo que anda muy mal.Debate Abierto PNG , Imágenes Prediseñadas De Debate, Vector Png, Debate PNG y PSD para Descargar Gratis | Pngtree | Que es la democracia, Caricaturas politicas, Personajes caricaturas

Eso que no anda o anda muy mal lo intuimos en nuestra propia intimidad y lo ratificamos diariamente, al enfrentarnos a un mundo donde se respira descontento; donde se palpan la desilusión, la frustración, el desencanto y el desengaño; donde declina la confianza; donde campean la desazón, la angustia y la inquietud; donde aumentan la perplejidad y la incertidumbre; donde se entronizan el hastío y el desaliento; donde son cada vez menos los satisfechos y más los saciados de esperas y desesperación; donde impera el caos y se vive azarosamente, sin orden ni concierto, en franca divergencia, en continua discrepancia, en abierto antagonismo, dependiendo de voluntades que operan según los más absurdos e inesperados caprichos; donde el orden se ve alterado por una infracción permanente, permitida, consentida e impune; donde, por todo ello, se evidencia un creciente, ostensible y ostentoso deterioro.

Y, cuando existen elementos sólidos sobre los cuales actuar, desde los cuales arrancar y en los cuales afianzarse; se oye un clamor de alerta, se impone una revisión a fondo y un análisis imparcial de las maneras de hacer… porque hay algo que anda mal.

Hay quienes hablan de oportunidades desperdiciadas; quienes alegan errores deliberados: quienes aducen torpezas imperdonables; quienes critican medidas que se esfuman, dispersan y volatilizan sin jamás llegar a cristalizar; quienes opinan que toda la energía se ha gastado en fustigar a un determinado sector; quienes esgrimen que se peca por comisión y por omisión; quienes se preguntan sí es que no se puede hacer, o no se quiere hacer, o no se sabe hacer, o no interesa hacer, o si se hace más de lo que se debe, como no se debe o cuando no se debe; quienes se ufanan y comienzan a restregar el presentido fracaso con un:  allá los que creyeron, los que se equivocaron y los que esperaban un milagro de un cambio de estilo con el mismo material humano.

Por eso cuando es grande la discrepancia, ha llegado el momento de la reflexión para detener la irreflexión. Es preferible, cuando todavía hay tiempo de enmendar.

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