Denuncia y declaración: El atún importado, los niños de la Junaeb y la Ley Longueira

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La Junta de Auxilio Escolar y Becas (JUNAEB) ha reconocido que en las 1.500.000 raciones alimenticias diarias entregadas por el Estado de Chile a los niños de menores recursos de nuestro país el único componente de proteína marina es en base a atún en conserva —lo que corresponde a pescado importado. Agrega que el consumo anual alcanza a 1.845 gramos, equivalente a 10.25 gr/día.[1]

 

La conclusión es dramática: nuestra población más vulnerable es discriminada brutalmente en su propósito de vivir sano y consume 10 veces menos pescado de lo que aconsejan los expertos —que es de 125 a 150 grs. tres veces por semana.

 

La información coincide con el menos del 10% del consumo de pescado de los últimos quintiles según lo rescata la reciente Encuesta Nacional de Consumo Alimentario 2010–2011.

El subsecretario de Pesca organizó hace un par de meses un seminario para insistir que la falta de consumo de pescado en Chile era un problema cultural de los chilenos, amparando la campaña comunicacional de los grupos controladores de nuestras principales pesquerías que mienten sobre lo mismo para justificar la apropiación inmoral de una riqueza que le pertenece a todos los chilenos y en la que sostienen sus mega inversiones.

 

Los antecedentes que rodean a la alimentación que está entregando el Estado a través de la JUNAEB dejan en evidencia que el problema cultural es de nuestras elites políticas que administran en forma absolutamente irresponsable y demencial las principales pesquerías que nos pertenecen a todos los chilenos.

 

“España reconoce que la ingesta entre su población infantil y juvenil es insuficiente de verduras y hortalizas, frutas y legumbres, y, sin embargo, los datos referidos al pescado son alentadores porque lo consumen en cantidad y frecuencia adecuada. La formula, las autoridades de ese país se encuentran informados que a los niños y niñas les resulta monótono y aburrido comer pescado porque se prepara o se condimenta siempre de la misma manera. La alternativa para que ésta no sea la razón de su rechazo es sencilla: cambiar la preparación, la condimentación y la guarnición que acompaña al pescado; cocinarlo de forma que les resulte apetecible. Empanadillas, croquetas, buñuelos, albóndigas, pizzas, flanes de pescado, lasaña o canelones, en tortilla, con salsas diversas, con patatas, acompañado de verduras, frito, a la plancha, al horno, a la parrilla, relleno… Con una pizca de ingenio, un pescado se puede convertir en un plato muy apetitoso.“

 

En Chile las autoridades han decidido lo contrario; el estado a través de la JUNAEB se jacta de que el principal logro de su sistema de alimentación es que:
“…Esta modalidad tiene la ventaja de la estandarización de la alimentación: se prepara en una cocina central. Y en todos los establecimientos, la comida va tener el mismo sabor… En las cocinas, sólo se calienta la comida, y se entrega a los niños»; el consumo de pescados solo es de atún en conserva y en las ensaladas.

 

Si unimos el que nuestros niños y jóvenes solo tienen acceso a consumo de pescado importado —como lo es el atún en conserva— y que la comida se ha estandarizado con el objetivo que pueda “ tener el mismo sabor“, debería ser razón más que suficiente para que los movimientos ciudadanos demanden al Estado de Chile por promover en forma sistemática una política pública discriminatoria en contra de la población más vulnerable e indefensa como son los niños y jóvenes de nuestro país.

 

En Chile se ha transformado en una política de Estado que más de 1.000 millones de toneladas por año de sardinas y anchoas, peces «azules» ricos en Omega-3 y proteína marina, cuyo consumo es el más recomendado por los expertos —y que no alcanzan un precio de 100 pesos el kilo— se destinen en un 100% a la industria de la alimentación animal de cerdos, pollos y salmones, de propiedad de las elites económicas, las mismas que han impedido por décadas que las familias chilenas puedan tener acceso a estos peces para su consumo diario quedando en la misma condición que los niños y jóvenes de la JUNAEB.

 

Con carácter de extrema urgencia se hace necesario terminar con la política discriminatoria del Estado de Chile en la JUNAEB, que nos convierte en cómplices a todos los chilenos y que es una vergüenza nacional, disponiendo su remplazo por un modelo de alimentación pública humanista y solidaria para nuestros niños y jóvenes, que nos represente a todos, que incluya la educación en el consumo variado de nuestros peces ricos en omega 3 y proteína marina como son nuestras sardinas, anchoas, jurel y otros productos del mar, lo que debe quedar garantizado por ley.

 

Por ello se hace necesario con carácter de prioritario agregar lo anterior a las demandas de los movimientos estudiantiles, ya que compromete la salud de todos ellos.

 

Mientras la Fiscalía Nacional Económica sigue cruzada de brazos enterada de las razones por las que los consumidores no tienen acceso al consumo de pescado, los senadores y diputados, a pesar de estar en conocimiento de esta situación demencial del Estado de Chile que discrimina a los niños, jóvenes y familias de los últimos quintiles, en su mayoría están alineados para renovar a los grupos económicos el control de la pesquería y desembarque capturado por la flota industrial y la de los semi industriales destinada a la industria de harina y aceite de pescado para la alimentación animal, respaldando por ley este monopolio de privilegio a favor de las elites económicas que constituye el alma de la «Ley Longueira» (Mesa Pesquera de industriales y semi industriales controladores del 100% de la Pesca de sardinas, anchoas y jurel), justificando que ello se hace necesario ya que los anteriores han realizado cuantiosas inversiones que es justo las recuperen independientemente de que su propósito no ha sido otro que coludirse para apropiarse de recursos naturales que le pertenecen a todos los chilenos y de haber impedido el acceso al consumo de estos peces a las familias, durante las últimas décadas.
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1]. Obtenida en virtud de la Ley de Transparencia, solicitud AJ009W0000364 -11 Septiembre 2012

 

(Firma)
Pablo Fernando González.
Comité Defensa de Sardinas, Anchoas y Jurel para el consumo de las familias chilenas.

Miembro de la Alianza Ciudadana por la Defensa del mar.

 

Fuente: http://www.lemondediplomatique.cl

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3 Comentarios
  1. Alcides Lafebure dice

    Aunque no soy chileno, me atrevo a considerar que un caso tipico. Conozco de 1ra. mano el caso similar del pais que me vio nacer, respecto a la consumicion del pescado.-

    Lgico es pensar que debe haber acuerdos tacitos de … re-
    ligion$ y gobernantes que llevan su tajada.-

    El 98% de los gobernantes … en un solo perido de desgo-
    biernose llena los bolsillos; no solamente con sus sueldos – «logico», sino con las suculentas mascadas … de la relig.$.-

  2. Lucho Pizarro dice

    Estoy totalmente de acuerdo en que se debe consumir más pescado y sobre todo más pescado chileno y en diferentes formas. En las criticas a la centralización de las preparaciones en cambio, creo que el articulista va un poco lejos:
    (1) Me parece que es diferente afirmar que toda la comida tenga «un mismo sabor» en un día determinado, a que tenga «un mismo sabor» todos los días. La preparación uniforme en cada día permite controlar mejor mediante pruebas microbiológicas, o con tests de aceptación o rechazo la calidad de las preparaciones, tanto en lo organoléptico-sanitario como en la sapidez o monotonía.
    (2) Es equivocado pensar que sea mejor por la «variedad» el que cada escuela o jardín infantil tenga su propia cocina, no sólo por razones de costos, sino también porque no siempre es posible controlar cada una de ellas desde el punto de vista higiénico-sanitario, y porque «la mano» de la cocinera puede en fin de cuentas hacer más monótonas las preparaciones.

  3. Antonio Casalduero Recuero dice

    Asumiendo que la información aquí vertida es sería y verídica, cabría preguntarse entonces ¿por qué algunas personas están vendiendo el pescado de los chilenos a empresas foráneas, con qué derecho, quién les ha dado atribuciones en este sentido? Y más aún, ¿quién se está beneficiando personalmente con esta transacción, a todas luces de tipo delictual? Sería triste comprobar que los niños chilenos estén consumiendo pescado importado, y para peor, en una cantidad menor a la requerida nutricionalmente, en circunstancias que Chile posee -paradojalmente- una de las costas más extensas del mundo, y por ende, una de las faunas marinas más diversas y ricas en toda clase de peces comercialmente muy cotizados; por consiguiente, subsiste la duda: ¿estará el ministro Longueira detrás de este negociado? Y la pregunta del millón ¿quién le pone el cascabel al gato?

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