Ecuador, el primer sicario de tinta

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Alberto Maldonado S.*

Ahora que tirios y troyanos recuerdan a don Juan Montalvo y lo citan con cualquier motivo, presento la moción de que le declaremos el primer “sicario de tinta”. Digo esto, porque, desde el colegio y, luego, por la lectura de algunas de sus obras, se recordaba que el gran cervantino, cuando el tirano García Moreno (ese si, de a de veras) fue ejecutado en las gradas del palacio de gobierno, por un marido cuerneado, declaró: “mi pluma lo mató”.

Y, en puridad de lenguaje político, fue así. No fue que Montalvo haya estado esperándole machete en mano y le haya matado (esa fue tarea del colombiano Faustino Rayo y la intención de un grupo de jóvenes liberales radicales que también quisieron hacerle lo mismo) sino que el gran Juan Montalvo fue uno de los pocos escritores-periodistas, de esos tiempos, que había combatido sin tregua al dictador (lo mismo que al “mudo” Veintimilla) y que había competido con el tiranuelo inclusive en quién se dice los versos más “sangrientos”.

Por algo Montalvo tuvo que vivir en París y en Ipiales, en situación económica ciertamente deplorable. Y por eso fue que la repetida frase (“mi pluma lo mató”) tuvo que decirla, si mal no recuerdo, en Ipiales (Colombia)

A propósito de la famosa frase, los chistosos de siempre, decían de un médico que fue más conocido por periodista que por médico, que él era el “montalvo de la medicina”, no tanto por lo bien que escribía o por sus excelentes caricaturas sino porque,  aseguraban que, cada vez que firmaba una receta (como médico) volvía a producirse la sentencia: “mi pluma lo mató”.

Lanzada la idea, paso a proponer a la UNP que me quiten de la lista de “sicarios” a secas que, según un comunicado publicado por El Comercio de Quito, el viernes 18 de febrero/2011 (cuaderno 1, página 3) los periodistas “no somos asesinos”. Sicarios, a secas, no; pero, sicarios de la tinta, si, ya que sería un gran honor que le declaren a uno heredero de don Juan Montalvo, para mi criterio, el más grande escritor y periodista de todos los tiempos. Porque yo, que recuerde, y muchos periodistas amigos que conozco, no hemos matado ni moscas, peor seres humanos

Pero, el compañero presidente de la UNP (que está de moda en la gran presa sipiana luego de décadas de ostracismo mediático) que, por lo que veo, está leyendo a Montalvo (ojalá así sea) dice que no es periodista verdadero el que no lucha contra el tirano. Estoy de acuerdo con él y con el periodismo revolucionario; pero yo quisiera que el señor Presidente de la UNP me señale, ¿dónde está en nuestro país el tirano? para combatirlo.

Si me dice que en Colombia, le acepto aunque debo informarle que Álvaro Uribe Vélez hace rato que está en EE.UU. dictando cátedra sobre los “falsos positivos” y las “fosas comunes” con cientos de inocentes ajusticiados sin más por el valeroso ejército colombiano; y que su sucesor, quien fuera su ministro de Defensa, ha tenido que dar un giro de 360 grados, en política represiva; o, en Chile y Argentina; también le diría que Pinochet murió hace un par de años, en olor de santidad; y, en Argentina, los genocidas que desaparecieron a 30.000 en menos de 8 años, están siendo juzgados por la justicia ordinaria, comenzando por el sicario mayor, el famoso Flaco Videla.

Lo que si no estoy de acuerdo (no con Montalvo sino con el presidente de la UNP) es que, a pretexto de citarlo, afirme nada más y nada menos que el pueblo ecuatoriano es esclavo. Desde el punto de vista de la sociología, todos nuestros pueblos fueron esclavos; y los historiadores no se cansan de repetir que los pueblos de América Latina fueron esclavizados por los conquistadores españoles; y que ni siquiera la independencia les salvó, durante décadas, de esa situación; ya que, según los sociólogos-historiadores, una de las cosas más difíciles del ser humano es que cambie su mente, su conciencia, su modo de pensar.

Pueden darse cambios materiales; pero, cambios de conciencia social o individual, ni modo, como dicen los mexicanos. Y es posible que algunos ecuatorianos y ecuatorianas, todavía sigan pensando como hace un siglo o más. Pero, pienso también que en la primera década del siglo 21, las grandes mayorías ya están  superando este trauma.

En lo que tampoco concuerdo totalmente con el compañero presidente de la UNP es que, cuando los periodistas nos sentimos incómodos (en un medio) renunciamos y nos vamos. Esa es una verdad a medias. Conozco de algunos casos de periodistas de opinión que han tenido que irse del medio porque simple y llanamente no le publicaban sus ensayos. Y conozco de otros casos (los más) de periodistas y reporteros que fueron separados, sin siquiera una explicación, porque sus opiniones y sus producciones  no concordaban con la línea política del medio; “y nadie está obligado a quedarse en donde no lo quieren”.

Sé, además, de muchísimos casos de compañeros y compañeras que fueron echados de los medios, no por razones políticas o ideológicas, sino por conveniencias  y ahorros empresariales.

Así que, aquello de que somos la médula y la substancia de los medios comunicacionales, es una verdad a medias. Somos tales, en tanto “coincidimos” con la línea empresarial; y somos desechos dignos del tacho de la basura, si nos apartamos de ella; o, peor, si discrepamos de ella. Esa es la dimensión de la  llamada libertad de expresión, que los medios neoliberales pretenden elevarla al nivel de sagrada. Si uno discrepa o desmiente a un medio de comunicación sipiano (de la SIP-CIA) entonces, eso es ataque a la libertad de expresión; y  si es el Jefe de Estado, entonces se convierte en “intolerable riesgo de la libertad de expresión”

Es que los tiempos también han cambiado. Antaño, considerábamos que un tirano cualquiera atentaba contra la libertad de expresión, cuando cerraba (empastelaba se decía) un medio impreso (que eran los que más vigencia tenían) o cuando mandaba perseguir o matar a un periodista valiente que denunciaba “cosas”. Recuerdo, por ejemplo, el atentado contra Juan Sin Cielo (Alejandro Carrión Aguirre) a manos de los famosos “pichirilos” (sicarios, a secas) y cuando era el periodista estrella de El Universo de Guayaquil. Ese atentado, que fue repudiado por todos, creo que fue en la tercera presidencia del Dr. Velasco Ibarra, mucho antes de que este  periodista se fuera a la derecha extrema, trabajara para la OEA y repudiara, desde su columna en El Comercio de Quito, los puntos de vista que antes defendía.

Para quienes son cristianos practicantes, les recuerdo que en la Biblia hay una admonición nada más ni nada menos que de Jesucristo: Por sus obras los  conoceréis. Y, que yo sepa o sepamos los ecuatorianos(nas) hasta la fecha y tras cuatro años de gobierno de la revolución ciudadana, no hemos visto o hayamos sabido de algún hecho de esta naturaleza, que esperamos no se dé nunca más ni con este ni con los gobiernos que se sucedan. Porque si solo con la sospecha de que la consulta popular está orientada a que Correa asuma todos los poderes y desate en el Ecuador una persecución de medios y de periodistas sipianos, hacen todos los días, tal escándalo; de seguro que un atentado real daría al traste con este o cualquier gobierno. Si no, pregúntenle al Lucio.

Un último deseo: que la actual apertura que tiene la UNP y el Colegio de Periodistas de Pichincha en los siempre exclusivos espacios de la prensa sipiana, sea durable. Me temo que no. Y mi temor se basa en un antecedente que no está muy lejano: la UNP era la niña mimada de El Comercio de Quito. De pronto (años 70 del siglo 20) la UNP se volvió más clasista, más tolerante, más profesional; y como aquello no fue del gusto de los que mandan en El Comercio, la UNP pasó al ostracismo mediático, a la ignorancia total. Hasta que ha llegado la actual etapa de cambios gubernamentales y, como el Directorio de la UNP (ahora seguido por el Directorio del Colegio) está a favor de la gran prensa mediática y publica comunicados tan contundentes como el del viernes 18, pues entonces vuelven los espacios generosos para esas tres letras que antaño representaban ciertamente una posición honesta y sabia.

A propósito, una pregunta inocente: un comunicado de un cuarto de página en el cuaderno 1 del diario citado, debe ser muy costoso. ¿Lo pagó la UNP de sus propios y escasos recursos o fue una “desinteresada colaboración” de algún sector político?

* Periodista.

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