EEUU: la diplomacia como arte del desprecio

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

“Esta es la hora de la diplomacia”. Eso fue lo que dijo Condoleezza Rice en la audiencia de su confirmación en el Senado en enero. Menos de dos meses después, las acciones de la administración Bush han dejado en claro lo que quiere decir con diplomacia, y en el proceso ha acabado con las esperanzas de que el segundo período esté menos marcado por el lenguaje orwelliano de doble sentido y del desprecio hacia el resto del mundo que hubo en el primero.

Prueba al canto es la nominación por Bush de John Bolton como Representante Permanente de Estados Unidos en Naciones Unidas.  Neoconservador extremo y virulento enemigo de la ONU, el nombramiento de Bolton al organismo internacional es una afrenta casi tan descarada como enviar de embajador a México a un notorio enemigo de los inmigrantes o a alguien que desprecie el Holocausto para un cargo diplomático en Israel.

La manera en que Bolton expresó en una oportunidad su odio por la ONU, diciendo que si el edificio de la organización en Nueva York perdiera sus últimos 10 pisos –donde tienen sus oficinas el Secretario General y otros altos funcionarios) “no tendría la menor consecuencia”, provoca un eco particularmente ominoso en el mundo posterior al 11/9.

Bolton también ha argumentado que Estados Unidos no tiene ninguna obligación legal de pagar su cuota de la ONU y sugirió que sería bueno que no pagara.

 
Teniendo en cuenta las opiniones declaradas por Bolton acerca de la ONU, la Secretaria de Estado Condoleezza Rice una vez más tuvo que desplegar su talento para el lenguaje de doble sentido cuando anunció la decisión de la administración para el cargo en la ONU.

Rice presentó a Bolton casi como un campeón del multilateralismo: “No existe cosa tal como las Naciones Unidas.  Existe una comunidad internacional que ocasionalmente puede ser dirigida por la única potencia que queda en el mundo, que es Estados Unidos, cuando convenga a nuestros intereses y podamos lograr que otros nos sigan”.

 
El mensaje que la nominación envió a la ONU y a la comunidad internacional era inequívoco y casi imposible de imprimir debido a su obscenidad. La administración Bush parece que dice al mundo: “¡Jódete! ¡En la cara! ¡Métetelo!”
 
La reacción internacional a la nominación de Bolton fue aplastantemente negativa, y hubo muchas críticas incluso en la prensa norteamericana. The Sacramento Bee señaló: “El comportamiento nada diplomático de Bolton es una total contradicción con los atributos asociados con un embajador norteamericano a Naciones Unidas. Requiere de alguien que se le lleve bien con otros. En su lugar, Bolton trata de hacerse dueño del campo de juego”.

 
El periódico californiano citaba como ejemplo las discusiones acerca de Corea del Norte, durante las cuales “Bolton hizo unas declaraciones públicas en Seúl, Corea del Sur, en las que describió a Kim Jong Il de Corea del Norte como un ‘dictador tiránico’ que gobernaba un lugar donde la vida es ‘una pesadilla infernal’. Ambas declaraciones eran acertadas, pero no ayudaban en lo absoluto a impedir que Corea del Norte continuara su programa de armas nucleares. Los comediantes pueden tener éxito con tal lenguaje; los diplomáticos no. La descripción del puesto de trabajo es otra”.

 
Las declaraciones de Bolton acerca de Cuba han sido aún más inflamatorias y potencialmente más peligrosas, en especial consideradas en el contexto de cómo la administración Bush manipuló el espectro de las armas de destrucción masiva a fin de obtener el apoyo público para la invasión a Irak. The Sun-Sentinel del Sur de la Florida recordó el año pasado que “Bolton dijo al Comité de la Cámara de Representantes para las Relaciones Internacionales que el gobierno de Cuba ocultaba programas de investigación y desarrollo de armas biológicas con intenciones terroristas.

Esa aseveración siguió a otra declaración similar en 2002, cuando se informó que Bolton había dicho que Cuba tenía “una capacidad limitada para realizar la guerra biológica ofensiva’, capacidad que había compartido con naciones ‘delincuentes’”. El periódico llegaba a la conclusión de que “Bolton no presentó evidencias, mucho menos una prueba convincente, para respaldar las graves acusaciones en ninguna de ambas oportunidades”.

 

Política misógina y abusadora

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Si la nominación de Bolton envió una clara señal de cuál será la actitud de Bush en cuanto a las relaciones con el resto del mundo durante el segundo periodo, otros hechos de la semana pasada evidenciaron el tipo de diplomacia que Estados Unidos piensa practicar. Según un despacho de la Prensa Asociada (AP), Estados Unidos “hizo el papel de abusador”en la conferencia de la ONU acerca de los derechos de la mujer, celebrada en Nueva York a principios de este mes.

La actitud abusadora llegó en la forma de múltiples intentos por la delegación de la administración Bush a la conferencia de la Comisión Acerca del Status de la Mujer por minar la estructura básica de derechos humanos para las mujeres, desarrollada por 160 naciones hace una década, la “plataforma para la acción” adoptada en la conferencia de la mujer de 1995 en Beijing. 

Haciéndoles la corte a los fundamentalistas cristianos, la delegación norteamericana trató infructuosamente de enmendar un documento que reafirmaba la plataforma de Beijing con la intención de decir que no creaba nuevos derechos humanos, incluyendo el derecho global al aborto.

 
La plataforma no crea tal derecho, y Estados Unidos se vio forzado a retirar su resolución debido a una masiva oposición. Pero una vez más las acciones de la administración dejaron en claro la influencia de los fundamentalistas cristianos en la política global norteamericana y el aislamiento que eso trae para Estados Unidos. AP reportó que posteriormente en la conferencia varias delegadas “se indignaron porque Estados Unidos trató de eliminar referencias en varias resoluciones a la plataforma para la acción adoptada en la conferencia de la mujer de 1995 en Beijing”.

 
Aunque muchas delegadas reaccionaron airadamente contra el intento de EEUU por minar los derechos humanos globales para las mujeres, la jefa de la delegación norteamericana alabó la flexibilidad de su propia diplomacia. Dijo la embajadora Ellen Sauerbrey: “Nuestros negociadores han estado trabajando de buena fe creyendo que estaban cediendo y tratando de complacer las preocupaciones de otros países. Fuimos flexibles más allá del punto que casi pareció razonable”.

 
El abuso no funcionó esta vez, y las resoluciones a las que se opuso EEUU finalmente se aprobaron por consenso. Pero la brecha de percepción entre un EEUU que se considera flexible y el resto que vio arrogancia provocó algunas derrotas embarazosas para la delegación norteamericana.

Después de que EEUU introdujo una resolución acerca del avance económico para las mujeres, Cuba y Sudáfrica propusieron enmiendas, que fueron aprobadas. Estados Unidos trató entonces de retirar su propia resolución, pero no pudo hacerlo porque según el reglamento las enmiendas habían sido aprobadas. Al final Estados Unidos se vio forzado a oponerse a su propia resolución, que de todas maneras fue aprobada por consenso.

 
El nombramiento de Bolton y el fiasco en la conferencia de la ONU para la mujer parecería que era suficiente burla al mundo para una semana. Pero no para esta administración; la semana pasada Condoleezza Rice anunció que Estados Unidos se retiraba de la Convención de Viena para las Relaciones Consulares, un acuerdo del que el propio Estados Unidos había sido campeón en 1963.

La razón para la retirada: recientemente la Convención de Viena fue invocada –exitosamente– para cuestionar sentencias de muerte impuestas a extranjeros que no habían sido debidamente informados de que tenían derecho a solicitar ayuda de sus consulados.

Estados Unidos es el único país de Occidente en su total aplicación de la pena de muerte, y por eso el país regularmente es señalado como violador de los derechos humanos por organizaciones internacionales de derechos humanos. Ahora, a fin de mantener en operación la maquinaria de la muerte sin que se lo impidan las cortesías diplomáticas, Estados Unidos se retira de un acuerdo diseñado para proteger los derechos de los ciudadanos norteamericanos en países considerados menos respetuosos de la ley.

El “equipo” de Rice

fotoLa gota que rebosó la copa en lo que la administración quiere decir por diplomacia y su total desprecio por lo que la Declaración de Independencia llama “un respecto decente por las opiniones de la humanidad”, llegó durante el fin de semana con la noticia de que el Presidente Bush nombraría a Karen P. Hughes (der.) para dirigir el esfuerzo del Departamento por reparar la imagen de Estados Unidos en el exterior, en particular en el mundo árabe.

 
Hughes, destinada a convertirse en subsecretaria del Departamento de Estado para la diplomacia pública y los asuntos públicos, no tiene casi experiencia en asuntos extranjeros. Su principal credencial parece ser que ella es de suma confianza del presidente, una operativa política hábil y muy partidaria, y “pala” leal de las políticas y perspectivas de la administración.

 
Con Condoleezza Rice y John Bolton al frente, la diplomacia de EEUU durante los próximos cuatro años parece que será una mezcla de doble sentido, abuso y relaciones públicas. Si la experiencia de la última semana en la reunión de la ONU acerca de los derechos de la mujer es un presagio, esta fórmula producirá muchos fracasos y embarazos.

 
Posdata. Si había alguna duda de que el nombramiento de Bolton y los otros desmanes descritos anteriormente son parte de un patrón de escupir en la cara del mundo, el Presidente Bush la eliminó el miércoles al nombrar al Subsecretario de Defensa Paul Wolfowitz, un halcón aun más feroz e importante que Bolton y aborrecido internacionalmente por su rol de abogado principal a favor de la guerra de Irak dentro de la administración Bush, a la presidencia del Banco Mundial.

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* En Progreso Semanal.

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