El camino de Rubio a la Casa Blanca ¿abonado con víctimas venezolanas?

 

El tema venezolano es noticia de portada en estos días en muchos medios de comunicación internacionales con imágenes de las violentas «demostraciones» opositoras, y más cuando está a la vista de todos una probable intervención militar “humanitaria”,  reclamada por la oposición derechista, ante la crisis generada en este país.

Aunque los analistas estiman que el nuevo programa Fredoom II del Comando Sur para la “pacificación de Venezuela” es lidereado por el almirante Kurt W. Tidd, no es secreto para nadie que el dinero mueve las relaciones geopolíticas y más aún, los privilegios que se pueda alcanzar con buenos recursos y financiamiento de campañas en el Congreso de Estados Unidos.

En este sentido, la figura que más ha destacado promoviendo acciones contra Venezuela es el senador republicano Marco Rubio, quien a pesar de ser un crítico recio de Donald Trump durante la campaña por la nominación presidencial republicana, ahora ve en su labor por atacar a los países “antidemocráticos” (todo aquel que no siga los lineamientos de Washington) , la posibilidad de alcanzar un status privilegiado en la política norteamericana y mantener vivas sus aspiraciones presidenciales.

La arremetida de Rubio debió hacer un paréntesis: La tremenda escena de un joven manifestante quemado vivo por manifestantes opositores (muy posiblemente financiados desde Miami y Washington), acuchillado, golpeado con saña, incluso cuando después que el fuego arrasara sus ropas y su cuerpo fuera destruido casi en un 80 por ciento, lo obligó a mirar para otro lado, aunque fuera por unos días. El video recorrió las oficinas del Congreso estadounidense…

Lo cierto es que sólo con una articulación dentro de esta guerra no convencional, entre la oposición venezolana y factores políticos y militares de EEUU – Comando Sur y algunos parlamentarios-,  se puede entender el indefinido desarrollo de esas acciones vandálicas y armadas.

Sin dudas, el Comando Sur ha sido un factor activo en la “observación” de Venezuela, y su Comandante presenta informes regulares al Senado.  En el último, el almirante Kurt Tidd admitía que “Con los factores  políticos de la MUD hemos acordado una agenda común, que incluye un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada  bajo un enfoque de cerco y asfixia”.

Y agregaba: “También hemos acordado utilizar la Asamblea Nacional como tenaza para obstruir la gobernanza, convocar eventos y movilizaciones, interpelar a gobernantes, negar créditos, derogar leyes. Si bien en la situación militar no podemos actuar ahora abiertamente, con las fuerzas especiales aquí presentes (en el Comando Sur), hay que concretar la ya anteriormente planificada para la fase 2 (tenazas) de la operación…”

Tidd hizo referencias a entrenamientos con la Fuerza de Tarea Conjunta Bravo, y  “a Leticia en Colombia, como lugar de Operaciones Avanzadas (FOL) con proyecciones sobre la región central de Venezuela donde se concentra el poder político-militar, para luego enumerar los activos militares dispuestos para la operación”.

Demás está decir que el dinero que se recauda con estas acciones es enorme y más si tenemos en cuenta la cantidad de instituciones y figuras políticas que se han lanzado contra Venezuela con la mira fija en obtener buenos dividendos, al menos ya prometidos por los dirigentes de la oposición, en el hipotético caso (hoy negado) de acceder al poder con su ayuda.

Solamente la NED y la USAID  destinaron el pasado año cerca de 7,5 millones de dólares en programas sobre gobernanza, medios de prensa y redes sociales en Venezuela, más allá de que para este año el gobierno de EEUU aprobara 5,5 millones de dólares para la llamada democratización de Venezuela. En total, se estima que los fondos de “ayuda humanitaria” al terrorismo opositor alcanzarà los 20 millones de dólares en 2017.

Esta disposición de recursos provocó el interés de Rubio que, ante la pérdida de base electoral y financiera, busca entre los acaudalados venezolanos y la ultradResultado de imagen para marco rubio y jorge mas santoserecha de Miami el apoyo financiero y político que ha perdido entre su base tradicional. Entre los contribuyentes de Rubio está el presidente de la conocida institución lobbista Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), Jorge Mas Santos, uno de los cubanoamericanos más ricos del país con una fortuna cercana a los 600 millones de dólares.

De acuerdo a fuentes del Partido Demócrata, parte del financiamiento de los viajes de los dirigentes opositores venezolanos a Estados Unidos y su apoyo mediático a nivel internacional proviene del amplio caudal financiero de Mas Santos, sobre todo si se tienen en cuenta que figuras mediatizadas como Lilian Tintori, María Corina Machado y Julio Borges, “cuestan” nada más y nada menos que 70 mil dólares en cada viaje. Buena forma de hacer oposición.

Otros dirigentes opositores como Henrique Capriles Radonsky y Luis Florido también son bien surtidos, lo cual hace ver que además del pago de los viajes y hospedajes en hoteles de lujo los implementos usados para las marchas y actos violentos (armas, máscaras, explosivos y otros “insumos”), también son costeados.

Rubio y Bob Menéndez

“Si un foro como ese (la OEA) no es capaz de unirse para básicamente señalar en una resolución que Venezuela no es ya una democracia, entonces uno se pone a pensar: ¿para qué tenemos a la OEA?”, indicó Rubio a fines de marzo en declaraciones a la cadena Fox. Luego del fracaso de la reunión lanzó una fuerte advertencia a República Dominicana, El Salvador y Haití de cara a la votación y les dijo que que iba a ser difícil defender la asistencia estadounidense que reciben de los previstos recortes en el presupuesto si ellos, a su vez, no salen a defender la democracia en la región.

Aun cuando Rubio reconoce el papel rector de la OEA y la presión que logra ejercer en algunos países para que el gobierno de Venezuela pierda el control y trate de actuar con violencia contra los manifestantes para motivar una Intervención de fuerzas internacionales, sabe que la oposición venezolana se destaca por no haber concretado victorias.

Por ello, Rubio ha pedido el apoyo de su socio y exsecretario asistente de Estado norteamericano Roger Noriega, para que lo ayude en la convocatoria y reorganización de una oposición venezolana que hoy está totalmente desunida. Noriega tiene contactos desde hace años en Venezuela. En los años 1980 estuvo vinculado al escándalo Iran-Contras, operación de tráfico de armas y drogas a favor de los paramilitares nicaragüenses.

Con vasto prontuario, Noriega también ha sido denunciado como cómplice de los golpes de estado en Venezuela (2002), Haití (2004) y Honduras (2009). En 2013 fue sindicado de intentar un magnicidio en Venezuela con el apoyo de sus socios de Miami (FNCA y compañia), del exembajador estadounidense Otto Reich y del expresidente colombiano Álvaro Uribe, una combinación que al parecer el senador Rubio pretende reflotar.

Triangulación con Colombia

No hace mucho fluyeron acusaciones en medios de prensa de Colombia y también de Estados Unidos sobre la participación de Rubio -como intermediario- en el encuentro sostenido entre Trump, Uribe y Andrés Pastrana para tratar dos temas: Venezuela y los acuerdos de paz entre el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos con las FARC-EPC y el ELN.

Llama la atención que el presidente colombiano Juan Manuel Santos ordenara a su canciller elevar al Secretario General de las Naciones Unidas la petición de que atienda el “serio conflicto de gobernabilidad en Venezuela”, buscando internacionalizar un conflicto interno, orientado desde Estados Unidos.

La entrevista de los ex-presidentes colombianos Andrés Pastrana y Álvaro Uribe con el presidente Trump, apadrinada por Marcos Rubio, solicitando la intervención en la tierra de Bolívar; evidencia que Colombia busca crear un conflicto con su vecino y justificar el plan intervencionista, como lo ha propuesto el secretario general de la OEA, Luis Almagro.

Los 11 países latinoamericanos que apoyan esta tesis en la OEA y el Comando Sur demuestran en sus declaraciones que se corresponden con el decreto del ex-presidente Barak Obama de que Venezuela es una “amenaza inusual y extraordinaria para Estados Unidos”.

Servilismo de Honduras

El presidente hondureño, Juan Hernández, “acató” de manera inmediata y servil la “orden” del senador estadounidense Marco Rubio, de retirar al encargado de negocios acreditado en Venezuela, Fernando Suárez Lovo. Ni siquiera esperó una sugerencia del Departamento de Estado en este acto de servilismo.

Hace unos meses se reunieron en Miami, el presidente Hernández con la derecha radical y golpista de Venezuela representada por Lilian Tintori, y también se encontró con Rubio

 ¿Invadir Venezuela, en su camino a la presidencia?

Tintori con Trump, Pence y Rubio

Marco Antonio Rubio es un político estadounidense del Partido Republicano, de padres cubanos, y actual senador por el estado de Florida. Utiliza su influyente posición en el Comité de Relaciones Exteriores del Senado estadounidense para difamar –junto al demócrata Robert Menéndez – a Venezuela y proponer sanciones contra el gobierno democráticamente electo de ese país. Ambos “coincidieron” en tildar al presidente Nicolás Maduro, de «dictador trastornado».

Luis Florido, diputado opositor venezolano se reunió en abril con Rubio e Ileana Ros-Lehtinen, otra parlamentaria del lobby cubanoamericano. Pero también el presidente Donald Trump, recibió en la Casa Blanca a Lilian Tintori, la esposa de Leopoldo López, y pidió por su liberación, mientras el vicepresidente Pence se sacaba fotos en Washington con el titular de la Asamblea Nacional, Julio Borges.

A mediados de mayo, en un alocución privada, Rubio exigió que se dictaran nuevas sanciones contra funcionarios venezolanos  y señaló directamente al presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Maikel Moreno, y al vicepresidente Tareck El Aissami. “La Corte Suprema (TSJ) de Venezuela está siendo manejada por un criminal, un homicida”, sostuvo.

Borges con el vicepresidente Pence

Es a partir de declaraciones de Rubio que comienza a moverse el circo opositor. A principios de mayo aseguró que Leopoldo López, dirigente opositor preso por responsabilidad intelectual en la muerte de 14 personas en 2014, había sido trasladado de la cárcel de Ramo Verde al Hospital Militar en estado grave. Enseguida, el periodista venezolano de Miami Leopoldo Castillo denunció a través de su cuenta en Twitter que el líder de Voluntad Popular habría sido trasladado de emergencia al Hospital Militar “sin signos vitales”.

Castillo –conocido en  Venezuela y El Salvador como “el matacuras”, agregó que fuentes del gobierno manejarían una supuesta intoxicación. Lilian Tintori, esposa de López, escribió un corto mensaje en el que confirmó no conocer sobre la situación. “#URGENTE En este momento voy camino al hospital Militar para pedir ver a Leopoldo”, escribió. Obviamente, nada había pasado, pero se intentaba crear el imaginario colectivo de la muerte de López.

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Leopoldo «Matacuras» Castillo

¿Por qué “matacuras”? Por estar acusado de haber cooperado (al menos) con información que llevó al asesinato por parte del grupo paramilitar Centauro del sacerdote Oscar Arnulfo Romero (24 de marzo de 1980) y de seis sacerdotes jesuitas (16 de noviembre de 1989), junto a unas empleadas domésticas. Es que entre 1979 y 1984 ejerció el cargo de embajador de Venezuela en El Salvador (durante la presidencia del democristiano Luis Herrera Campins)

El 29 de abril de 2016 el Nuevo Herald de Miami relató cómo el Senado estadounidense extendió tres años más las sanciones contra altos funcionarios del gobierno venezolano, una ley impulsada por legisladores del sur de la Florida . “(…) Marco Rubio pidió a sus colegas extender las sanciones del 2014, un proyecto que copatrocinó el senador demócrata de New Jersey Bob Menéndez. La ley le permite a EE.UU. congelar los activos y negarle visas a funcionarios venezolanos”

“Los abusos de poder y violaciones de los derechos humanos del régimen de Maduro están dañando a gente inocente en nuestro hemisferio a la vez que amenazan a los intereses de la seguridad nacional de EE.UU.”, sostuvo.

URIBE-RUBIO
Rubio y Uribe, más allá de la política

En noviembre anterior, Rubio había bloqueado la nominación de Roberta Jacobson, la principal negociadora para normalizar las relaciones diplomáticas con Cuba, algo contra lo que Rubio se opone vehementemente, como embajadora en México. Los líderes republicanos le preguntaron a Rubio, de regreso al Senado tras sus infructuosas aspiraciones en la campaña presidencial, qué podría hacerse para que él no vetara la nominación de Jacobson. La respuesta de Rubio fue muy simple: extender las sanciones a Venezuela, informó el Herald.

Los vínculos con el poderoso lobby anticubano han sido fundamentales para su ascenso político. En su Miami natal, Rubio forjó alianzas políticas con los `kingmakers’ cubano-americanos y llegó a ser presidente de la Cámara de Representantes de Florida. Luego fue senador. Su meta, tras fallar ante Trump en la campaña de 2016, es llegar a la Presidencia de Estados Unidos antes de los 50 años.

Primero se refería a sí mismo como el hijo de exiliados, palabra que usan quiénes huyeron de la isla tras la Revolución de 1959. Luego cambió la cronología de los eventos y dijo que sus padres llegaron en 1956, antes de la revolución. Nunca ha viajado a Cuba y –fiel a sus patrocinantes- sigue proponiendo volver a congelar las relaciones diplomáticas con la isla, una estrategia que nunca tuvo éxito. «Mi problema es cuando la gente regresa y dice, `visité Cuba y es un lugar hermoso, la gente está feliz, el gobierno es muy bueno’. Eso es lo que me preocupa», señaló al Sun Sentinel.

El programa televisivo Univisión Investiga se encargó de recordarle que cuando tenía 16 años, la policía irrumpió en su universo, en el medio de la operación antinarcóticos más importante de 1987 en el sur de la Florida, nada menos que para arrestar a su hermana Bárbara y su esposo, Orlando Cicilia. La fiscalía federal de Miami ordenó la confiscación de la casa de Bárbara por ser usada para “actividades criminales” y su cuñado Orlando terminó en la cárcel con una condena a 25 años por “conspiración para distribuir cocaína y marihuana”.

Algunos críticos dijeron que su carrera política había muerto tras su derrota ante Donald Trump en las primarias de la Florida. Ahora busca, encaramado en los millones destinados al derrocamiento de Nicolás Maduro, rehacer su carrera a la Casa Blanca, aunque ese camino esté empedrado de víctimas venezolanas.

*Sociólogo venezolano. Investigador del Observatorio en Comunicación y Democracia, asociado al Centro latinoamericano de Análisis Estratégico.

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