El «desarme» nuclear de Obama

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Guillermo Almeyra*
El tratado tampoco tiene en cuenta las bombas atómicas estadunidenses en países oficialmente no nucleares, que están instaladas como un collar alrededor de Rusia –en Bélgica, Alemania, Italia, Holanda y Turquía–, ni considera el llamado "escudo" protectivo de Estados Unidos, colocado en las fronteras rusas, el cual tiene fines agresivos.

Es delirante, por consiguiente, que se hable de una reducción del armamento nuclear mientras se sigue multiplicándolo. Y es una burla a los asistentes a la llamada pomposamente Cumbre Antinuclear –burla en la que éstos participaron conscientes y de buen grado– la inasistencia de Israel a la misma, a pesar de que posee no decenas, sino centenas de bombas nucleares y amenaza utilizarlas en cualquier momento contra Irán, país que no tiene ni una sola.

Al mismo tiempo, Barack, quien mantiene la política exterior de Bush, sigue amenazando con la destrucción nuclear no sólo a Irán, sino también a Corea del Norte y hasta a Venezuela, ya que el tratado obliga a Moscú y a Washington, pero éste se reserva expresamente en el texto del mismo el derecho de aniquilar a otros pueblos cuyos gobiernos no le gusten al establishment estadunidense.

Existe pues el peligro de que Israel lance un ataque nuclear contra Teherán, iniciando una guerra atómica en Medio Oriente que ni China ni Rusia verían de brazos cruzados. Por consiguiente, la paz del mundo está en manos de los nazisionistas de Netanyahu, racistas al extremo de considerar que los palestinos, los árabes y los iraníes son inferiores, subhumanos y, por tanto, pueden ser masacrados impunemente. El cinismo de los gobiernos asistentes al show de la Cumbre Nuclear y el del propio Obama simula contentarse con simples murmullos de desaprobación por el genocidio en Gaza o la judaización de Jerusalén y Cisjordania, mientras claman al cielo por el supuesto (e inexistente) peligro que plantearía el desarrollo de la energía nuclear en Irán. Obama, para colmo, pretende hacer creer que el ex agente de la CIA y socio de Bush, el fantomático Osama Bin Laden, podría arrojar bombas atómicas en Estados Unidos.

El gobierno de Pekin, por su parte, para no tener demasiados problemas con Washington, adopta una política de bajo perfil, aunque hace advertencias sibilinas para que los analistas y especialistas las descifren en las cortes de Neardenthales con corbata que dirigen las grandes potencias.

Esta crisis mundial del sistema capitalista hasta ahora ha encontrado escasas expresiones de resistencia masiva, las cuales han estado ligadas sobre todo a los despidos y al desastre ecológico provocado por la depredación capitalista. Ha llegado, sin embargo, la hora de intentar frenar también a los belicistas, empezando por Israel y su protector: Estados Unidos. Frente a la amenaza nuclear mundial, hay que crear conciencia y organizar un gran frente mundial por la paz que controle y desarme a los terroristas de Estado y desenmascare al coro que pretende presentarlos como blancas palomas.

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