El litio y la soberanía, México y Bolivia

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Acompañado por el presidente boliviano Luis Arce, el mandatario mexicano Andrés Manuel López Obrador destacó en rueda de prensa el interés de su gobierno en explotar los yacimientos de litio con los que cuenta el país y anunció que analiza la posibilidad de tener una mayor participación en la extracción del metal cuyas reservas se concentran en Sonora.

Bolivia, cabe recordar, dispone de mayores reservas del llamado petróleo del futuro, hoy tan codiciado en el mundo. Arce recordó que el control de los recursos naturales es un tema estratégico y afirmó que el dominio sobre el litio fue el objetivo económico detrás del golpe de Estado que en noviembre de 2019 obligó al ex presidente Evo Morales y miembros de su gabinete –incluido el propio Arce– a exiliarse en México.

López Obrador reconoció que el papel gubernamental en el sector se verá acotado de manera inevitable por el entreguismo desenfrenado de sus antecesores, quienes concesionaron vastas extensiones del territorio nacional no para producir oro, plata, cobre, litio, sino fundamentalmente para especular en el mercado financiero.

La importancia del litio deriva de que, con la tecnología actual, resulta insustituible en la producción de sistemas de almacenamiento de energía, que a su vez son condición indispensable para el avance de las llamadas energías limpias: en especial la solar y la eólica que tienen graves problemas de intermitencia.

Su productividad depende de condiciones meteorológicas fuera del control humano y por ello su aprovechamiento eléctrico aislado requiere almacenar lo producido en baterías que ofrezcan un respaldo durante las caídas de generación, o bien, cuando están integradas a la red pública, sistemas de generación convencionales de respaldo.

La otra gran aplicación de las baterías de litio está en la provisión de energía para todo tipo de dispositivos móviles, desde teléfonos hasta automóviles eléctricos.

Para ambos mandatarios, el manejo de este mineral altamente estratégico no puede librarse a la arbitrariedad del mercado mundial, sino que debe sujetarse a mecanismos de regulación que garanticen su contribución al desarrollo industrial y tecnológico tanto de las zonas donde se encuentran los yacimientos como del conjunto del país, a la soberanía energética de la nación y al bienestar integral de los ciudadanos.

Durante el encuentro, ambos presidentes manifestaron su comunión de propósitos sobre justicia, libertad, de destierro del clasismo y del racismo; de hacer valer la igualdad, de reafirmar la soberanía de sus países y rechazar el neoliberalismo.

López Obrador resaltó la hazaña del pueblo de Bolivia de regresar a la democracia después de una mala noche, una pesadilla, porque –dijo- a pesar del acoso, de la polarización esa nación resolvió el conflicto de manera democrática y yo diría ejemplar, y en muy poco tiempo se restableció la legalidad.

Arce expuso los avances sociales de Bolivia antes de la conspiración y el freno de los proyectos para industrializar el litio debido al golpe de Estado. “A nosotros nos quedó absolutamente claro que el objetivo económico del golpe era el control del litio. Ahora se han reiniciado negociaciones sobre todo con Alemania, porque el control de los recursos naturales es un tema estratégico como mecanismo de redistribución del ingreso”, dijo Arce.

López Obrador , por su parte, criticó duramente las numerosas concesiones mineras otorgadas en el pasado. “Sí cuesta trabajo regular todo lo que significa su venta porque muy pocas se usan para producir y en cambio, aunque parezca increíble, son utilizadas para especular en el mercado financiero”.

Equiparó el caso de la minería con lo ocurrido en la reforma energética. “Se entregó 20 por ciento del territorio petrolero de México y se suponía que con esa privatización iba a llegar mucha inversión extranjera y a producir más petróleo, hasta tres millones de barriles diarios, pero  ni llegó ese capital y su producción no alcanza 20 mil barriles”, dijo.

Indicó que esas concesiones no se cancelan, “porque no queremos tener problemas y el gobierno dispone aún de 80 por ciento del territorio petrolero y ha optado por rehabilitar, modernizar y limpiar a Petróleos Mexicanos (Pemex)”, subrayó. La decisión es no producir petróleo más allá de lo que el país necesita para el abastecimiento de su mercado interno, con el fin de cuidar ese recurso, conservarlo.

López Obrador señaló que el desafío residirá en hallar la fórmula para establecer un marco regulatorio virtuoso en un contexto en que 35 de 36 proyectos existentes para la producción de litio a nivel mexicano están en manos de compañías extranjeras y en el que, además, debe evitarse dar pretexto a que los intereses corporativos monten campañas de golpeteo jurídico como la que tiene lugar contra la Ley de la Industria Eléctrica.

* Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

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