El ministro Mucio insulta la memoria, la verdad y el proceso de justicia

45

Más que como ministro de Defensa, José Múcio Monteiro actúa como abogado de la dirección militar y embajador de los intereses de los cuarteles ante el poder político y la sociedad civil. Desde el punto de vista civil-republicano, por lo tanto, es un antiministro. Mucio es un personaje trágicamente ridículo y simulador que insulta el proceso de memoria, verdad y justicia que sería esencial para que Brasil reconstruya eficazmente la democracia.

Él se burla de quienes lo critican por su indulgencia con la familia militar y exige acciones legales con respecto a conspiradores militares y golpistas que han participado del ataque a la democracia. “Creo que me gustaría que dijeran más. Porque cada vez que dicen que las Fuerzas están satisfechas”, dijo, orgulloso de ser jocosamente llamado general sin uniforme.La Jornada - Sugiere Lula que José Múcio erró en prevención de ataques del 8 de enero

Contrariamente a todas las pruebas de la realidad y los hechos documentados, Múcio sostiene que quienes acamparon en el cuartel durante meses, cometieron actos terroristas en diciembre de 2022 en Brasilia y despreciaron la sede de las facultades de la República el 8 de enero… eran mujeres, niños, niñas… Como si fuera un gran picnic, una red de arrastre hacia la Plaza de los Tres Poderes.

Hoy se sabe que las jerarquías militares, especialmente el Alto Mando del Ejército,  no lograron llevar a cabo el proyecto golpista sólo porque el gobierno de Joe Biden de EU no lo aprobaría, no lo apoyaría y promovería sanciones.

A pesar de esto, sin embargo, y con señales de una persona en un estado delirante, Mucio dice que podría ser, quizá, que algunas personas en la institución lo quisieran, pero las Fuerzas Armadas no querían un golpe de estado.

Las posiciones del ministro Mucio son altamente dañinas para el esfuerzo del país por establecer la verdad histórica alrededor del 8 de enero de 2023, lo que ha significado el momento culminante de la empresa golpista tramada por los militares desde al menos el proceso de desestabilización del gobierno de Dilma Rousseff; o incluso antes.

Dilma Rousseff junto al comandante del Ejército, Gral. Eduardo Villas Bôas.

Los conspiradores generales Sérgio Etchegoyen y Eduardo Villas Bôas, que formaban parte de la alta jerarquía del Ejército en ese momento, traicionaron a Dilma, que los habían nombrado siendo presidenta, y conspiraron en secreto con Michel Temer su derrocamiento, como el propio usurpador reveló en un libro.

«Los planes militares de tomar el poder civil han sido hilvanados durante mucho tiempo. La candidatura de la boleta militar liderada por Jair Bolsonaro para las elecciones de 2018 se lanzó cuatro años antes, el 29 de noviembre de 2014 en la Academia Militar de Agulhas Negras (AMAN)».

En ese momento, la Academia estaba en manos del actual comandante del Ejército, el general Tomás Ribeiro Paiva, otro miembro de la actual generación conspiradora, que era jefe de Estado Mayor de Villas Bôas cuando el general publicó el twitter en el que el Alto Mando del Ejército obligó al Supremo Tribunal Federal que arrestara a Lula.

En los cuatro años del gobierno fascista-militar presidido por Bolsonaro, los militares revisaron  el Código Penal brasileño. Estuvieron involucrados en multitud de actos ilícitos, desviaciones, genocidio de pueblos indígenas, contrabando de joyas robadas, tráfico internacional de cocaína, planes de corrupción, desastre durante la pandemia, ataques a instituciones, ataques al Estado de Derecho, desprecio por el resultado de las elecciones y sedición.

Mucio, a pesar de todo ésto, dice que para castigar a los militares, se necesita saber quiénes son los culpables, pero hasta ahora no ha exigido a los comandantes de las tres Fuerzas la apertura de investigaciones sobre la participación de varios oficiales y  mandos en crímenes comunes y contra la democracia.

El nuevo ministro de Defensa brasileño dice que eligió a jefes militares por internet - 03/01/2023 - Brasil - FolhaPor lo tanto, con la acción eficiente de Mucio -su embajador, el general sin cargo-, los militares llegan al 8 de enero, beneficiados por una amnistía tácita y aún más fuertes. En la primera crisis institucional o inestabilidad política, volverán a golpear la democracia, porque conocen el sabor atractivo de la impunidad.

Desde el punto de vista del poder civil y de la República, Mucio es la persona equivocada que ocupa el lugar equivocado en el momento equivocado. Desde el punto de vista militar, sin embargo, Mucio encaja como un guante.

 

*Miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

También podría gustarte
Deja una respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.


El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.