El modelo del estallido social: Cómo funciona la nueva fórmula del colapso capitalista

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Manuel Freytas*
La fórmula se resume así: El déficit fiscal (caída de la recaudación ) impide la reactivación del gasto social por parte del Estado, la contracción del crédito (destinado a la producción) impide la reactivación del consumo, y el desempleo (despidos masivos por falta de ventas) es el resultante conflictivo social de la no reactivación plena de la economía. El cóctel, como resultante natural, ya incuba una crisis social de difícil pronóstico y desarrollo tanto en EEUU como en Europa.

En términos reales y concretos, ése es el peligro (y el dilema) del escenario que los economistas definen como "salida de la recesión con crecimiento débil" que hoy caracteriza el proceso económico de EEUU y de las primeras potencias europeas.

Se trata de un cambio cualitativo, de un salto transformacional de la crisis capitalista, donde el colapso económico financiero se convierte finalmente en colapso social. Una instancia para el cual el sistema todavía no tiene hipótesis de salida, ni respuestas ni planes de "salvataje".

Para la mayoría de los especialistas, incluso para instituciones del sistema como el FMI, Banco Mundial y OIT, el desempleo, el déficit y la contracción del crédito para el consumo resume un panorama proyectado a corto plazo: Huelgas y conflictos sociales en crecimiento, expandidos desde EEUU y la UE hacia el resto de las economías "subdesarrolladas" o "emergentes" de Asia, África y América Latina.

De manera tal, que hay una coincidencia generalizada entre los especialistas y las autoridades económicas sobre la conformación de un nuevo proceso con la crisis social estallando como un natural emergente del colapso de los dos motores que rigen el desarrollo de la primeras economías imperiales: El empleo y el consumo.

En general, la prensa especializada coincide en que el costo billonario de los súper rescates (que paga la población a través de los impuestos) potencia el proceso de crisis social con desocupación por el que atraviesan tanto la economía estadounidense como la europea. La mayoría de los analistas proyectan un agravamiento de la presión fiscal (suba de impuestos) y un recorte de planes y beneficios sociales como el emergente más inmediato del mega-salvataje estatal a la banca imperial iniciada tanto por la Reserva Federal como por los bancos centrales europeos.

Simultáneamente, tanto en Europa como en EEUU, la economía real sigue cayendo en sus principales variables, el "crecimiento débil" no se vislumbra como motor de una reactivación, y los sectores más desprotegidos ya sufren los "ajustes" y la desocupación masiva, alimentando una crisis social, todavía de efectos imprevisibles.

El nuevo colapso con déficit, desaceleración del consumo y desempleo, exportado originalmente de EEUU, ya se contagia aceleradamente por las economías del euro que vienen afrontando crecientes huelgas y protestas sociales por el proceso de desocupación masiva que se extiende.

El desempleo llegó a su máximo de casi 11 años en septiembre en la eurozona mientras que los precios al consumidor bajaron en octubre por quinto mes consecutivo, revelando el impacto de la recesión en el mercado laboral y la demanda de bienes. La agencia de estadísticas de la Unión Europea informó que el desempleo en los 16 países de la moneda única alcanzó en septiembre el 9,7 por ciento de la fuerza laboral, su nivel más alto desde enero de 1999.

La dinámica de la crisis (dada a conocer en forma inconexa y parcial por los propios medios del Imperio) revela como el sistema capitalista (Estado y empresas privadas) descarga el costo del colapso recesivo económico (la crisis) sobre el sector asalariado (fuerza laboral masiva) y la masa más desprotegida y mayoritaria de la sociedad (población pobre con limitados recursos de supervivencia), por medio de los despidos laborales y la reducción del gasto social ("ajustes"), que incrementan los niveles sociales de precariedad económica y de exclusión masiva del mercado laboral.

La masa asalariada (mayoritaria y peor paga) y los pobres, son a su vez los mayores perjudicados por la utilización fraudulenta (estafa con el Estado capitalista) de fondos de impuestos públicos para salvar a empresas privadas, ya que no cuentan con los recursos (ahorros y medios capitalistas de supervivencia) de las clases altas o medias altas.

En este cuadro, los ocupados pagan los "rescates capitalistas" con su salario y con lo que consumen, mientras que los desocupados y marginados sociales lo hacen a través de los pocos productos que puedan adquirir para su supervivencia inmediata.

Cuando estallan las crisis de "sobreproducción" (por recesión y achicamiento de demanda) el sistema aplica su clásica fórmula para preservar la rentabilidad vendiendo y produciendo menos: Achicamiento de costos.

En esa receta de "achicar costos" sobresalen claramente, en primera línea, los laborales (de las empresas) y los sociales (del Estado) para compensar la falta de ventas y de recaudación fiscal. En consecuencia (y como ya está probado históricamente): Las empresas mantienen sus rentabilidades, sube la recesión, sube la desocupación, cae el consumo, y se expande la pobreza y la exclusión social.

De acuerdo a la OIT, en 2009 unas 50 millones de personas en todo el mundo podrían perder sus trabajos debido a la crisis económica. Multiplicado por una "familia tipo" (cuatro personas por despedido) esto implica que alrededor de 200 millones de personas serían afectadas por la desocupación en el curso de este año.

Hay una estimación -alimentada por números oficiales- que expresa que la presente crisis recesiva global ya arrojó (como consecuencia de los despidos y del achicamiento del consumo) a más de 1000 millones de personas a la pobreza y a la marginalidad.En esa dinámica de acción-reacción se alimentan la crisis social y el nuevo colapso capitalista emergente en EEUU y Europa.

*Servicio de IAR Noticias

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