El neofacismo se rearma y arremete
Alberto Maldonado.*
La vieja y “angelical” España está conmovida: el “inverecundo” Juez de la Audiencia Nacional Baltazar Garzón ha pretendido investigar los crímenes del franquismo. Los herederos abiertos del Generalísimo y los encubiertos también (el partido ultra conservador que se identifica como Partido Popular) han puesto el grito en el cielo (en dónde más, si son los dueños del Paraíso) y han encontrado que el Juez Garzón ha pretendido desconocer que esos crímenes (cerca de dos millones de muertos y tres de desplazados o exilados) fueron “oleados y sacramentados” por una ley aprobada por las cortes, cuando llegó la transición (1976) entre la feroz dictadura de Franco y la nueva democracia española; una democracia que, desde luego, conservó la monarquía con el respaldo del Partido Comunista Español, que en estos tiempos se identifica como Izquierda Unida.
Un juez —otro juez también de la Audiencia Nacional— le llamó a Garzón a declarar por presunción de prevaricato, ya que su decisión de investigar los crímenes del franquismo “era contraria a la ley” Pero este nuevo episodio de una de las etapas más sangrientas de la historia española lo único que ratifica es que en el mundo “occidental y cristiano” como gustaban llamarse las democracias y tiranías, especialmente europeas, como que hay un renacimiento del feroz fascismo. Y no solo en Europa, en América Latina también.
Leo, veo, escucho lo que está ocurriendo desde hace décadas en la hermana Colombia y, a nombre de la “seguridad democrática” lo que ahí ha terminado de instalarse es un neofascismo de la peor especie.
Hasta el presidente Pastrana como que sobrevivía una especie de política realista; pero, Pastrana no pudo terminar su diálogo con las FARC ya que, si bien logró sentar a la misma mesa a guerrilleros y políticos sensatos, la ultra derecha —la de los pájaros, los chuladitas, las autodefensas— se encargó primero de echar abajo la conversación y, segundo, de radicalizar la guerra interna contra la guerrilla. En eso llegó la figura siniestra de Álvaro Uribe Vélez y el problema no solo que no se ha resuelto sino que se ha profundizado.
En esta parte, una aclaración: no pocos historiógrafos y políticos sostienen que el fenómeno nazi-fascista alemán comenzó cuando una abrumadora mayoría de ciudadanos alemanes eligió a Adolf Hitler como Gran Canciller (1933) que fue acanallada y sometida durante la primera guerra mundial.
¿Hitler que ofrecía? Entre otras cosas, reivindicar la identidad y el honor del pueblo alemán (chouvinismo puro) y combatir a sus "enemigos naturales”: los comunistas y los judíos. Los primeros, porque estaban atentando contra “los derechos” de la clase empresarial, la clase que produce. Los segundos, porque habían desarrollado una suerte de monopolio bancario y empresarial de manera que dominaban el sector especialmente comercial y financiero. Y eso, la agresiva burguesía alemana no lo podía tolerar.
Esto, para aclarar que los peores fascismos han recibido abierto respaldo de sus pueblos. En el caso colombiano, la ultra reacción logró el poder total con el respaldo abierto del gran imperio del norte (el Plan Colombia – el Plan Patriota) y el ofrecimiento de que acabaría con los bandidos y terroristas, que es la denominación adoptada por el neofascismo para calificar (¿descalificar?) a sus enemigos.
El señor Uribe y su equipo de ultristas (los Santos de El Tiempo de Bogotá, los jefes militares) prometieron acabar con los “terroristas” antes de terminar su primer mandato (2002-2006) La vieja y “angelical” España está conmovida: el “inverecundo” Juez de la Audiencia Nacional Baltazar Garzón ha pretendido investigar los crímenes del franquismo. Los herederos abiertos del Generalísimo y los encubiertos también (el partido ultra conservador que se identifica como Partido Popular) han puesto el grito en el cielo (en dónde más, si son los dueños del Paraíso) y han encontrado que el Juez Garzón ha pretendido desconocer que esos crímenes (cerca de dos millones de muertos y tres de desplazados o exilados) fueron “oleados y sacramentados” por una ley aprobada por las cortes, cuando llegó la transición (1976) entre la feroz dictadura de Franco y la nueva democracia española; una democracia que, desde luego, conservó la monarquía con el respaldo del Partido Comunista Español, que en estos tiempos se identifica como Izquierda Unidaaunque mezclándolos con los narcotraficantes, en cuyo listado (según la DEA-USA) constaba nada menos que el propio Uribe. Como eso no fue posible, Uribe extendió su “seguridad democrática” por un nuevo período —cocinó su reelección a pesar de que está prohibida por la Constitución—, cambió el Plan Colombia por el Plan Patriota (un cambio solo de nombre) y pretendió convertir a los jóvenes colombianos en vulgares chivatos (informadores)
¿Cuáles los resultados? Como lo dijo el joven sargento Moncayo, luego de 12 años de cautiverio en las selvas colombianas: “Todo se puede decir de las FARC pero las FARC están ahí”. Desde que dijo eso, casi automáticamente dejó de ser noticia no solo para la gran prensa colombiana sino internacionalmente. En cambio, el narcotráfico sigue campante, enviándoles drogas al gran mercado norteamericano para lo cual, el cultivo de coca para esos fines se ha duplicado en estos ocho años.
Desde luego, ha crecido el desempleo, muchas comunidades campesinas han tenido que emigrar para escapar de la violencia.. Los paramilitares se desmovilizaron a medias y sus capos de mayor crimen, están siendo juzgados en Estados Unidos ya que en Colombia son un peligro por lo que pueden confesar. Pero otros, se han reanimado en varios sectores de la sufrida Colombia y siguen aplicando la política de tierra arrasada contra sus propios conciudadanos.
¿Qué más? Han comenzado a salir en libertad los pocos militares que fueron sindicados por el atroz crimen que ellos mismos le bautizaron de “falsos positivos” (asesinatos de jóvenes desempleados a quienes después les vestían con uniformes de guerrilleros para poder cobrar canonjías). Han descubierto fosas comunes con más de dos mil restos de seres humanos, en una sola, que los "paras" y los propios soldados les fusilaron sin más, por la mera sospecha de que habían sido facilitadores de la guerrilla.
Pero el espantoso gobierno neofascista de Uribe tenía amplia aceptación popular. Por ello, la cúspide más retardataria de esta tendencia pensó en una segunda reelección, para la cual contaban con el respaldo popular suficiente y los recursos económicos, políticos, religiosos para ello. Pero no contaban con todos los resortes en la Corte Suprema. No obstante el uribismo sigue latente y con opciones de seguir en el poder pero bajo la dirección de un capo peor que Uribe: Juan Manuel Santos, el que se ufana de haber agredido a Ecuador para aniquilar en Angostura el campamento de Raúl Reyes.
Y si protestan Chávez y Correa, entonces es “pretendida intervención foránea en los asuntos electorales de Colombia”. ¡Qué tal!
Esta tendencia no solamente sigue dándose en Colombia, sino que está posesionándose en otros países latinoamericanos. Y el rostro siniestro del neofascismo comienza a manifestarse en toda su crudeza criminal.
¿Qué estoy diciendo una barbaridad? Veamos.
En Honduras, a más de la represión que se desató apenas el gorilismo hondureño depuso por la fuerza al Presidente Zelaya, se impuso en el país una fuerte represión popular. La vieja y “angelical” España está conmovida: el “inverecundo” Juez de la Audiencia Nacional Baltazar Garzón ha pretendido investigar los crímenes del franquismo. Los herederos abiertos del Generalísimo y los encubiertos también (el partido ultra conservador que se identifica como Partido Popular) han puesto el grito en el cielo (en dónde más, si son los dueños del Paraíso) y han encontrado que el Juez Garzón ha pretendido desconocer que esos crímenes (cerca de dos millones de muertos y tres de desplazados o exilados) fueron “oleados y sacramentados” por una ley aprobada por las cortes, cuando llegó la transición (1976) entre la feroz dictadura de Franco y la nueva democracia española; una democracia que, desde luego, conservó la monarquía con el respaldo del Partido Comunista Español, que en estos tiempos se identifica como Izquierda UnidaY en lo que lleva en el poder el señor Lobo, entre otras conquistas ya lleva siete periodistas asesinados. Por ello la santa SIP-CIA ha dicho muy poco. Y los medios sipianos menos todavía.
En cambio, el fallecimiento en Cuba de un delincuente común (Orlando Zapata) que estuvo detenido y sentenciado a diversas penas de prisión, descubrió al último de su agitada vida delincuencial que todo era cuestión de declararse disidente y tendría “la solidaridad” y el repudio del “mundo entero” a través de una rabiosa y descomunal campaña mediática. F
ue suficiente este nuevo complot mediático para que el Parlamento Europeo y, desde luego, la España franquista (con la señora Esperanza Aguirre a la cabeza) para que se “conmuevan” y para dicten contra Cuba toda clase de admoniciones y amenazas.
Esos mismos países, no han sido capaces de condenar, por ejemplo, las atrocidades de los “falsos positivos” que según una auditoría de la ONU superan los 1.700 casos comprobados. Tampoco las nuevas democracias liberales europeas se han conmovido por el descubrimiento de fosas comunes en Colombia, una sola de las cuales contenía más de dos mil restos de humanos de campesinos que habían sido asesinados por las llamadas autodefensas (paramilitares).
En México y los demás del vecindario
México, desde hace rato, es una feria de asesinatos de los que los investigadores criminales, tanto de EEUU como del propio país, dicen que son cuentas entre bandas de narcotraficantes rivales. Hasta el 2009, entre los cientos de víctimas, sumaron más de cien periodistas; y en lo que va del 2010, doce.
Pero la “peluconería criolla” no se conmueve por semejantes crímenes. En el Perú, el señor García, que por los años 80 pintaba como un resuelto social demócrata que quería pagar solo hasta el 10% de su presupuesto por concepto de la deuda externa, hoy no solo es un religioso pagador de tales créditos, sino uno de los presidentes símbolos de la nueva derecha latinoamericana, un demócrata que manda liquidar a comunidades campesinas que se levantan contra su miserable situación en las selvas orientales.
No hablemos mejor de Chile en donde la llamada Concertación, en 20 años de democracia lo que hizo fue sostener el sistema económico y político que les dejó Pinochet, ése si un tirano de la peor especie al que el diario El Mercurio apoyó desde el primer día hasta el último. Desde luego, ese periódico sipiano debe estar tranquilo y satisfecho si está en la presidencia el señor Piñera, el multimillonario que se ufana de haber sido un colaborador de tan feroz dictadura.
De Panamá y su Martinelli, mejor no hay que hablar. De nada le sirvió la inocuidad de su antecesor, lo cierto es que Panamá está en manos de la ultra derecha; y muy pronto la veremos pronunciarse en su andarivel, especialmente contra Nicaragua. De Costa Rica, la señora Chilla pinta peor y más sumisa que su inspirador y Premio Nobel de la Paz.
Así pues, el imperio sigue reinando y promete “volver a la democracia y a la libertad” a los gobiernos díscolos: Chávez, Morales, Correa, Ortega. No fue por nada que el Grupo de Diarios de América, publicó en sus principales rotativos de nuestros países (El Comercio de Quito en Ecuador) un despliegue político-ideológico de América Latina y sus gobiernos. El GDA, que es de inspiración de la SIP-CIA ya se ufana de que “la democracia y la libertad” están reconquistando espacios que los había perdido y apunta a una recuperación de manera de dar la batalla final contra Chávez y los Castro.
En este esquema de neofascismo ad portas, la señora Clinton no tiene empacho en afirmar que el bloqueo contra Cuba es un gran pretexto de la dictadura castrista para mantener su hegemonía. Y la gobernadora de Arizona, olímpicamente, pone el ejecútese a una ley que criminaliza a los indocumentados; es decir, a aquellos que en toda América estadounidense les hacen a los “ojos azules” las ocupaciones sucias o bajas.
Y en mi país (Ecuador) la gran prensa sipiana no deja de sesgar, mentir, difamar, cuestionar, con cualquier pretexto, o sin él, al presidente Rafael Correa y su revolución ciudadana. Solo como ejemplo cito el caso del periodista de opinión del diario El Universo, de Guayaquil, que no pudo en un proceso penal de siete meses demostrar que un adversario suyo (también de Guayaquil) se había enriquecido con dineros públicos.
Por eso, fue sentenciado a tres años de prisión en primera instancia, por una jueza de lo penal del distrito y de conformidad con antiquísimas disposiciones del Código Penal. Sin embargo, este señor se ha declarado perseguido político y pretende convertirse en una “víctima del tirano Correa” a sabiendas de que los ecuatorianos y ecuatorianas sabemos lo que realmente ha ocurrido y ya no tragamos ruedas de molino.
Sin embargo, el caso ya se envuelve en una supuesta tiranía; una tiranía que permite que sus principales detractores (la derecha sipiana, una izquierda resentida y desplazada de sus feudos, y los grandes medios comerciales) digan todos los días o hablen a toda hora de un gobierno “corrupto y arbitrario”. Dos acusaciones que no han podido ser concretadas, en tres años, y aunque sus autores gozan de todas las libertades para afirmarlas y denunciarlas, sin que les pase absolutamente nada.
* Periodista.
Las imágenes, de archivo, corresponden a la "pacificación" emprendida por el gobierno de Franco tras la Guerra Civil Española.