El pasado ya no será lo que fue

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 Los conservadores eran otrora partidarios del orden, la harmonía (con h), la jerarquía, la disciplina, el precepto, la virtud, la condecoración. Los conservadores de los Estados Unidos promovían la consigna de "ley y orden". La madre superiora se ponía muy contenta con la simetría, la armonía, la racionalidad apolíneas. Mientras tanto los revolucionarios y los místicos eran dionisíacos, desmesurados, proclives a la tragedia y al romanticismo. Famas y cronopios, según el texto indeleble de Julio Cortázar.

Pues es todo lo contrario. ¿Habrá más desmesura que la catástrofe del Medio Oriente? ¿Hay alguna región del mundo que el Imperio no amenace con barullos mortíferos? ¿No comenzaron precisamente por destruir la Biblioteca de Bagdad, las fuentes de una de las civilizaciones básicas de Occidente, empeñado ahora en destruirse junto con sus cepas, que embarazan el desarrollo de McDonald’s? ¿Hay alguien más catastrófico que Bush, comenzando por su desbarajuste mental, emulado magistralmente por Rosales?

En Venezuela sus sigüís solo producen hibris, la ‘desmesura’ de la tragedia. Según los griegos, que a todo se adelantaron, hybris era la soberbia de no acatar límites para los derechos propios y no respetar el derecho ajeno, que es la paz, cual enseñó Benito Juárez.

Estos no. Deciden en su cabeza desquiciada si un gobierno es legítimo y por ello organizan emboscadas y matanzas contra su propia gente. En su esquizofrenia, al mismo tiempo que desmiden sus derechos, carecen de amor propio y se entregan a los esperpentos más ridículos, que ni Valle Inclán, como el Decreto de Carmona, la mayor suma de mamarrachos conceptuales producida por la humanidad en texto tan breve. La Suma de la producción intelectual de la oposición, que se pavonea de ser la única culta e inteligente. No hay gente más peligrosa, pues quien no se ama no ama.

Para evitar que Chávez, según ellos, destruya el país, hay que destruirlo, con paros patronales, golpes, promoción de una invasión de Bush, el Desordenador Mayor; esconden la comida; quieren derrocar el gobierno que les ha hecho ganar más dinero en su historia; todo lo deciden embriagados de güisqui 18 años.

Afortunadamente el pueblo ha persistido en lo constructivo. Por ahora.

Roberto Henandez Montoya

 

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