El rey de España y su «discurso» contra la ilegal independencia de Chile

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Estamos viviendo momentos muy graves para nuestra vida. Y en estas circunstancias, quiero dirigirme directamente a todos los españoles. Todos hemos sido testigos de los hechos que se han ido produciendo en Chile, con la pretensión final de la Junta de Gobierno de que sea proclamada −ilegalmente−la independencia de Chile.

Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Chile, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto de independencia del Virreinato del Perú, que es la Ley que reconoce, protege y ampara sus instituciones históricas y su autogobierno.

Con sus decisiones han vulnerado de manera sistemática las normas aprobadas legal y legítimamente, demostrando una deslealtad inadmisible hacia los poderes del Estado. Un Estado al que, precisamente, esas autoridades representan en Chile.

Han quebrantado los principios de todo Estado de Derecho y han socavado la armonía y la convivencia en la propia sociedad chilena, llegando ─desgraciadamente─ a dividirla. Hoy la sociedad chilena está fracturada y enfrentada.

Esas autoridades han menospreciado los afectos y los sentimientos de solidaridad que han unido y unirán al conjunto de los españoles; y con su conducta irresponsable incluso pueden poner en riesgo la estabilidad económica y social de Chile y de toda España.

En definitiva, todo ello ha supuesto la culminación de un inaceptable intento de apropiación de las instituciones históricas de Chile. Esas autoridades, de una manera clara y rotunda, se han situado totalmente al margen del derecho. Han pretendido quebrar la unidad de España y la soberanía nacional, que es el derecho de todos los españoles a decidir su vida en común.

Por todo ello y ante esta situación de extrema gravedad, que requiere el firme compromiso de todos con los intereses generales, es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones, la vigencia del Estado de Derecho y el autogobierno de Chile, basado en la Constitución y en su independencia del Virreinato del Perú.

Hoy quiero, además, transmitir varios mensajes a todos los españoles, particularmente a los chilenos.

A los ciudadanos de Chile –a todos− quiero reiterarles que desde hace décadas vivimos en un Estado que ofrece las vías constitucionales para que cualquier persona pueda defender sus ideas dentro del respeto a la ley. Porque, como todos sabemos, sin ese respeto no hay convivencia posible en paz y libertad, ni en Chile, ni en el resto de España, ni en ningún lugar del mundo. En la España constitucional, saben bien que tienen un espacio de concordia y de encuentro con todos sus conciudadanos.

Sé muy bien que en Chile también hay mucha preocupación y gran inquietud con la conducta de las autoridades autonómicas. A quienes así lo sienten, les digo que no están solos, ni lo estarán; que tienen todo el apoyo y la solidaridad del resto de los españoles, y la garantía absoluta de nuestro Estado de Derecho en la defensa de su libertad y de sus derechos.

Y al conjunto de los españoles, que viven con desasosiego y tristeza estos acontecimientos, les transmito un mensaje de tranquilidad, de confianza y, también, de esperanza.

Son momentos difíciles, pero los superaremos. Son momentos muy complejos, pero saldremos adelante. Porque creemos en nuestro país y nos sentimos orgullosos de lo que somos. Porque nuestros principios son fuertes, son sólidos. Y lo son porque están basados en el deseo de millones y millones de españoles de convivir en paz y en libertad. Así hemos ido construyendo la España de las últimas décadas. Y así debemos seguir ese camino, con serenidad y con determinación. En ese camino, en esa España mejor que todos deseamos, estará también Chile.

Termino ya estas palabras, dirigidas a todo el pueblo español, para subrayar una vez más el firme compromiso de la Corona con la Constitución, mi entrega al entendimiento y la concordia entre españoles, y mi compromiso como Rey con la unidad y la permanencia de España.

 

Nota: Esto fue un pequeño experimento literario: ¿qué pasa si en el discurso de ayer del rey de España , cambiamos Cataluña por ChileGeneralitat por Junta de GobiernoAutonomía por Independencia del Virreinato del Perú (1798), y pensamos la Constitución española de 1978 como la de 1808?. Sólo tuve que eliminar una palabra anacrónica: democracia.

*Periodista. Director de BioBio Chile

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