El rostro de Bolívar y algunas novedades políticas

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La presentación de la reconstrucción facial computarizada del rostro de Simón Bolívar —mostrada el martes por Chávez y algunos de los científicos que participaron en ese trabajo— causó gran impacto y admiración entre muchos venezolanos. La vivacidad del retrato, la profundidad de su perspectiva y el impresionante realismo, que parece revivir plenamente a El Libertador, fueron motivo de honda emoción patriótica.| NÉSTOR FRANCIA.*

 

Por supuesto, la derecha reaccionó inmediatamente, entre la burla y la descalificación del trabajo científico. En las ediciones de diarios de hoy, caricaturistas como Rayma, Edo y Weill se burlan del trabajo abiertamente.

 

Llama la atención un artículo titulado ¿El verdadero rostro de Bolívar?, de Germán Febres, subdirector del medio digital Diario de Caracas, quien afirma:

 

“El anuncio y presentación hecha confunde a cualquiera. Si ese dibujo, realizado con el apoyo de computadoras, lo hubiera observado sin previo aviso en algún libro o me lo hubiera suministrado un o una periodista pasante como apoyo gráfico a una información sobre Bolívar, de inmediato hubiera pensado que se trataba de un error, pues esa era otra persona con alguna semejanza…
«Quienes me conocen bien saben que no soy un conservador, que soy amigo de la ciencia, que creo en la conveniencia de las nuevas tecnologías, que promuevo las innovaciones y el progreso… Pero este ‘desarrollo’ o ‘reconstrucción’ de la cara de Simón Bolívar, me es difícil de aceptar como un resultado cierto, legítimo, verdadero. Cuesta mucho”.

 

 

La razón principal que expone Febres

La expresa apelando a la ironía:
“Los artistas plásticos de la época —los pintores—, aunque reputados, resulta que eran muy ‘chimbos’, pues tuvieron una percepción de los rasgos faciales del Libertador Simón Bolívar completamente distorsionada de la realidad, o por el contrario, eran muy talentosos y pusieron sus pinceles al servició de algún imperio, que con propósitos inconfesables, se interesó en cambiarle al Libertador sus facciones básicas, en transfigurarle el rostro para que no fuera identificado, para que no se le reconociera”.

 

En resumen, lo que dice Febres es que el rostro digitalizado de Bolívar no se parece demasiado al de los retratos de la época.

 

Analicemos someramente el asunto. No podemos reclamarle a Febres la piratería con la que aborda el tema de los retratos de comienzos del siglo XIX en América, concediéndole que los retratistas estaban influenciados por el neoclasicismo europeo, un estilo relativamente realista que estaba en boga. Al fin y al cabo él no es experto en artes plásticas, así como nosotros tampoco.
Pero en estos casos es bueno acudir a los que sí saben del asunto, por eso nos permitiremos citar una conocida tesis de grado, que luego ha sido objeto de varias ediciones, con la firma de Patricia Carolina Mondoñedo Murillo y que se titula José Olaya: La obra disímil en la producción pictórica de José Gil de Castro.

 

Gil de Castro, peruano, es precisamente el autor del retrato de Bolívar que muchos consideran el más fiel a la fisonomía de El Libertador que se conoce. He aquí un interesante fragmento del mencionado texto:

 

“Para la mayoría de los historiadores y críticos del arte decimonónico, el estilo que se practicó en Hispanoamérica no fue el mismo que manejaron en Europa sus máximos exponentes…
«Se les censura con severidad su condición de malos imitadores … se les reprueba el no haberse preocupado por respetar la anatomía de sus personajes bajo los esquemas académicos, al convertirlos en una suerte de rígidos muñecos acartonados dentro de los severos trajes almidonados de moda.
«Asimismo se les subestima por no haberles otorgado la adecuada volumetría confiriéndoles una apariencia plana…cromáticamente uniformes con una ausencia absoluta de claroscuros…Todas las particularidades de los accesorios de la indumentaria son trabajados con tal profusión, que su presencia se sobrepone a los cuerpos convirtiéndolos muchas veces en meros soportes de relucientes atributos.
«Esta cualidad, resultado de una aguda observación minuciosa, también se refleja en la fisonomía de los retratados, en cuyos rostros notamos rasgos temporales que permiten identificar en cada uno de ellos a distintas personalidades diferenciadas”.

 

Las inexactitudes (o variaciones, en todo caso) de la volumetría son notables en el famoso cuadro de Gil de Castro (imagen de apertura y de figura completa). Las desproporciones son notables. Nótese el largo de las piernas, absolutamente impensable en un hombre más bien pequeño como Simón Bolívar. Compáresele con los trajes de El Libertador que se han conservado. Acerquemos ahora el rostro del cuadro.

 

Es fácil discernir las desproporciones presentes, el problema de la volumetría: la frente excesivamente alargada con respecto al resto del rostro, el exagerado tamaño de la nariz, la diferencia imposible entre esos dos rasgos y el pequeño mentón. Si el real rostro de Bolívar hubiese sido ese, estaríamos ante lo que los gringos llaman un “freak”.

 

En todo caso, el trabajo de reconstrucción facial no fue obra de improvisados. No solo participaron reconocidos expertos venezolanos, sino que el trabajo de producción de la imagen se realizó en el Laboratorio de Visual Forensic, en España, expertos en reconstrucción facial, una técnica con excelentes resultados anteriores, como en los casos de la reina consorte de Aragón, Blanca d’Anjou, el Rey Pedro III de Aragón (1276 – 1285), reconstituido a partir del TAC del cráneo y realizada para el Museo de Historia del Gobierno de Catalunya de Barcelona. También se aplicó para las reconstrucciones faciales de Nicolás Copérnico y el Faraón egipcio Tutankamon.

 

(Las tres imágenes a color corresponden a la reconstrucción presentada. Lo que pasa es que la derecha prefiere, antes que este vívido Bolívar, el Bolívar que Antonio Ledezma mandó a “descansar en paz”.

 

Novedades importantes

 

Precisamente en el día del natalicio de El Libertador, acaecieron dos hechos que reafirman el camino de independencia que hemos retomado. Por una parte, Venezuela consumó su salida del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi). Por cierto que el gobierno bolivariano defendió esa salida cuestionando que esa jurisdicción internacional ha fallado 232 veces a favor de los intereses trasnacionales en las 234 causas que ha conocido a lo largo de su historia ¡Una pelusa!

 

Por otro lado, Chávez ordenó la salida de Venezuela de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, después que esta herramienta del Imperio y las oligarquías fallara a favor de www.globovision.com/por el planteo9 de su informacián acusada de terrorismo por los ataques contra el Consulado General de Colombia y la Oficina de Comercio de España, perpetrados en Caracas en 2003.

 

Sobre este último caso, la reacción de la derecha fue inmediata. Henrique Capriles criticó la decisión diciendo que “El anuncio de Chávez es la demostración que él no cree en la democracia”. También se opuso a la medida la vocera de la MUD Delsa Solórzano, quien comentó que “…en definitiva a quién protege la Corte Interamericana es a los ciudadanos contra los desmanes del Estado. Cualquier gobierno democrático se siente orgulloso de pertenecer a esta instancia”.

 

La verdad que con esta medida la derecha del patio asume el dolor de las viudas. Ha perdido a un valioso cómplice en la defensa de su democracia de pacotilla y en los derechos “humanos” de los burgueses.

 

¿Es el tema de las cadenas presidenciales exclusivamente venezolano?
Es interesante ver las simetrías que ocurren en la situación latinoamericana actual.
La presidenta argentina Cristina Fernández crítico este lunes duramente a quienes la cuestionan por su uso de las cadenas nacionales de televisión. Sus argumentos son los mismos nuestros:

 

“Existe una cadena nacional del miedo y el desánimo (de la canalla mediática) que cada media hora da títulos que son de catástrofes y horrores. Nunca hay una buena noticia”, y añadió: “Hoy la cadena nacional del miedo y del desánimo no va a transmitir nada porque estamos inaugurando cinco empresas nuevas, una de ellas española”. La misma lucha, los mismos congéneres.

 

Era inevitable la politización de la muerte accidental del contrarrevolucionario cubano Oswaldo Payá. Mimetizándose, como debe ser, con toda la derecha internacional, la MUD trata de sacarle provecho al lamentable accidente de este señor:

 

“En Payá admiramos su valor y su coherencia, y reconocemos su lucha íntegra. Era un hombre bueno, ajeno al odio, limpio de alma, de esos que hacen falta para construir realidades nuevas… fue sometido a todo tipo de persecuciones, hostigamientos y enviado a prisión… nunca pudieron silenciar sus ideales democráticos como cuando lideró el Proyecto Varela… Los demócratas venezolanos lamentamos su muerte que servirá de ejemplo para las generaciones que continuaran su lucha por una Cuba pluralista, libre, democrática y justa”.

 

Por supuesto, la posición de la derecha venezolana con respecto a Cuba es la misma que la de sus amos imperiales. La entente contrarrevolucionaria de nuestro país calla convenientemente el hecho de que los heridos en el suceso son el español Ángel Carromero Barrios del Partido Popular español y el sueco Jens Aron Modig, del ultraderechista partido democratacristiano de su país.

 

Según la propia agencia española EFE “ambos querían aprovechar este desplazamiento para entablar contactos con la oposición cubana, si bien en el aeropuerto sólo dijeron que viajaban por motivos de turismo”.

 

Recordemos que en diciembre del 2008, el entonces presidente de Nuevas Generaciones del PP de Madrid, Pablo Casado, se jactaba en la prensa española de haber efectuado un viaje a La Habana para reunirse “de forma clandestina” con Oswaldo Payá y “representantes de las Damas de Blanco”. Sin comentarios.
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* Periodista.

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