El sexo como oscuro puente político: el caso Assange y el síndrome WikiLeaks

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Que Julián Assange era un «encubierto» facilitador de la manipulación informativa para vaya a saber uno qué organizaciones de merodeo imperial, se esgrimió como hipótesis; también que el periodista australiano oficiaba como tábano sobre las cabezas imperiales; o que estaba loco; que era profundo; que sus informaciones no valían nada. En fin, hoy cena en Londres y Damocles es un tribunal sueco.| LAGOS NILSSON.

 

Lo cierto es que la red montada por el programador y periodista que echó a andar WikiLeaks puso y pone nerviosos a muchos ubicados al otro lado del mesón informativo que Assange montó silenciosa y pacienzudamente.

 

Con rapidez, al estallar el escándalo de las filtraciones, desde el stablishment y voces ajenas a él quisieron dejar sentado que los documentos —algunos de pocas líneas, casi privados o privados directamente—hechos públicos por esa organización no eran más que chismorreos sin importancia ni trascendencia.

 

Todavía no existe un análisis serio de la sacudida ética-bélica y de dominación que pueda estar corriendo o deslizándose por salones, cancillerías, ministerios varios, directorios empresariales y centros de espionaje que, guste o no, los derrames de WikiLeaks pusieron en evidencia. Tampoco se ha podido realizar un balance acerca de lo que esos documentos de verdad significan en el contexto político mundial.

 

Que un embajador —pongamos por caso— se refiera de manera despectiva al gobernante del país donde cumple funciones es, claro está, una falta de delicadeza, pero si el gobierno que ese embajador representa actúa sibilina o abiertamente contra el ordenamiento institucional de ese país, ¿será locura pensar si acaso ese correo electrónico no es sino el complemento de algún informe más profundo? Digamos ¿tal vez una apreciacion personal para corroborar o precisar información previamente enviada?

 

Hasta el momento las intenciones del «círculo interior» de WikiLeaks siguen en la sombra. Tecno-anarquistas, dicen algunos; meros comerciantes de la información, dicen otros; chantajistas, aventuran; hombres libres bienintencionados, afirman. Pero no se ha cumplido con el análisis de sus intenciones, lo que parece natural. Ese análisis requiere al menos la descripción de los usos y costumbres actuales en las relaciones políticas, económicas y culturales entre los Estados y acciones de aquellas corporaciones privadas con presencia actuante (en zonas de dominación y dominadas) a lo largo de los meridianos y paralelos del planeta.

 

Hace mucho, en el rubro político (y económico, y estrictamente personal), que la vida y actos privados stricto sensu pueden no serlo. Satélites orbitan capaces de fotografiar hasta el color de la ropa lavada que se cuelga en patios y balcones, los correos electrónicos son objeto de lecturas por personas e instituciones que no piden permiso para hacerlo, se analizan las fichas o perfiles biográficos que todos los aficionados a las falsas «redes sociales» llenan gustosos, incluyendo preferencias por sabores, modos de fornicar, enfermedades, «hobbies», etc…

 

El panóptico, o sea, es todo el planeta; la domesticación de plantas y animales se completa con la de la persona humana. La televisión y demás medios periodísticos logran enfriar —o calentar— la mente hasta el punto de convertir a muchos, cada día más, en émulos de los perros de Pavlov; los resistentes fueron subversivos ayer, terroristas hoy.

 

Assange, así, es una suerte de Zuckerman que desarrolló un Facebook en otro orden de asuntos. Y, convengamos, con un caldo más enjundioso. Probablemente, además, una de las cosas que molestan de él es que no figura (o no aspira a figurar) en los listados de los ricos entre los millonarios. Quizá sea un tábano después de todo. O un anarquista de nuevo cuño.

 

Como el análisis no es posible, ya que su realización desnudaría prácticas y costumbres de dominio y entrega, Assange no es perseguido de manera oficial por lo que hizo u organizó para que se hiciera.

 

Acaso un violento o pervertido Casanova

 

Inglaterra discute qué hacer con el súbdito de SM Julián Assange; desde Suecia lo piden preso: lo acusan de haber forzado a una o dos mujeres para gozar de y con sus cuerpos en un hotel en ese país. Grave delito. Quizá el próximo encauzado sea el rey de España. O el príncipe Felipe de Edinburgo. O algún precandidato presidencial estadounidense siga con esposas los pasos del francés en Nueva York…

 

El lío procesal es tremendo. La política de Estado del reino de las tres coronas hace tiempo dejó de ser independiente —quizá como consecuencia del asesinato de Sven Olof Palme en 1986—, y no sabe [probablemente] cómo entregarlo a sus persecutores para que Assange quede a buen recaudo en algún lugar como Guantánamo (pero más discreto) o fallezca de una enfermedad previa no detectada hoy o un fanático de la libertad y la democracia le pegue un balazo sorpresivo: hay precedentes.

 

El hecho es que la maquinaria judicial-procesal sueca alega que si Inglaterra no lo envía a Estocolmo, pone en riesgo ¡todo el sistema jurídico europeo! (Londres no extraditó a Pinochet a España, el juez que lo requería allí, Baltazar Garzón, está hoy sometido a la ley, Pinochet murió en su cama y sus repugnantes discípulos políticos civiles encaramados están en las perchas del poder en Chile).

 

La petición sueca de extradición sobre el procesado Assange deriva de los fornicios que tuvo en 2010 con dos mujeres a las que conocía, puesto que eran trabajadoras voluntarias de WikiLeaks: lo acusan de asalto sexual. Assange dice que se desnudaron con ganas de hacerlo. El pretexto sueco es que sus tribunales quieren interrogar a Assange con el fin de decidir si hay motivos suficientes para procesarlo por violación. Las bellezas en cuestión no eran, como cuando fue acusado el cineasta Polansky, menores de edad. Ni han acusado al hombre de WikiLeaks de usar violencia física en su contra.

 

Rumbo a otra carrera

 

En medio de todo este lío, el canal de televisión moscovita Russia Today —parte de su financiamiento lo debe al gobierno ruso—, que transmite en inglés y dispone de un informativo en castellano, ofreció al preso domiciliario en Londres Julián Assange un espacio para que monte un programa.

 

Se comenta que éste, Assange, terminó los afanes de preproducción en Inglaterra. El espacio será de análisis político y entrevistas a personalidades notables de la contracultura en diversos órdenes. El programa se llamaría El mundo de mañana o El mundo mañana y saldrá al aire —si Assange recupera su libertad— a mediados de marzo; el tribunal británico dará a conocer su veredicto en la segunda mitad de este mes de febrero de 2012. Good bye WikiLeaks, good day TV!

 

Assange en pantalla podría ser tan peligroso como detrás del simbólico escritorio de WikiLeaks —en especial si, aunque la red ha sido medianamente devastada, conserva todavía parte de sus colaboradores.

 

El periodismo europeo —y en menor medida estadounidense— especula que entre los invitados al programa no faltarán personalidades como Hugo Chávez, entre los latinoamericanos (acaso extiendan entonces la duración del espacio), el estadounidense Noam Chomsky, el presidente de Irán Mahmud Ahmadineyad, dirigentes no pro occidentales de las rebeliones árabes, líderes africanos y, no se descarta, un representante talibán.

 

Probablemente la Casa Blanca y algunos gobiernos del poniente europeo consideren la iniciativa de Russia Today (contratar a Assange) como un paso inamistoso más del Kremlin en el complejo ajedrez mundial, lo que no parece preocupar a los directivos del canal: «El lema de Russia Today es ‘cuestiona más’ —señaló a Reuters hace unos días Margit [Margarita] Simonyan, del departamento de Prensa del canal— y lo que hacemos aquí no se parece a lo que se hace en habla inglesa».

 

Vladimiro Putin, según todos los analistas próximo presidente ruso (por segunda vez), calificó en su oportunidad la persecución de Assange como una hipocresía.

 

Ni la sustancia del acuerdo ni los honorarios del fundador de WikiLeaks se han hecho públicos. Se hará pronto, si Assange mantiene su espíritu independiente y más o menos iconoclasta. Si el programa, después de todo, se emite los alrededor de 500 millones que suelen ver a Russia Today en YouTube probablemente se duplicarán. El canal no es parte de las grillas que ofrecen a sus abonados las empresas de cable y satelitales (todas estadounidenses o locales asociadas con aquellas) en América Latina.

 

Por estos días ha comenzado en Europa una suerte de campaña que sostiene que no será un programa propiamente periodístico, sino de algarabía «anti Occidental». Pronto esa campaña llegará a las costas (o antenas) latinoamericanas.

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1 comentario
  1. Blanca Campos dice

    Gracias!!! En nombres de muchos.

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