

Polonia se ha convertido en el líder de los países que más invierten en defensa, acercándose al 5% de su PIB. Tusk, en los últimos días, ha hecho un llamamiento a los socios europeos para que la defensa se convierta en una prioridad absoluta. Un llamamiento en línea con los deseos de la Casa Blanca: «Si hoy Trump habla de la necesidad de asumir una mayor responsabilidad por nuestra propia seguridad, considerémoslo como un desafío positivo», ha declarado Tusk, señalando que «solo un aliado puede desear que su aliado sea más fuerte».
Pero hay mucho más en juego en otros frentes. Todas las miradas están puestas en las elecciones alemanas, en la estabilidad de una mayoría comprometida con Kiev que pueda empujar a la Ue a contrarrestar una posible retirada estadounidense. Pero aquí, el magnate Elon Musk ha intervenido de forma contundente en la campaña electoral, instando a los alemanes a votar por el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), cuyas posturas prorrusas son bien conocidas. Friedrich Merz, líder de la CDU y favorito en las encuestas, ha planteado la posibilidad de un acuerdo con AfD para facilitar la expulsión de inmigrantes. En la práctica, una grieta en el muro contra la extrema derecha.
El primer ministro eslovaco Robert Fico ha presentado una propuesta de reforma constitucional. Las modificaciones propuestas incluyen la definición del matrimonio como la unión exclusiva entre un hombre y una mujer —reconociendo legalmente solo dos géneros— y la prohibición de la adopción de niños por parte de parejas homosexuales. La Constitución eslovaca establece que «los actos jurídicamente vinculantes de las Comunidades Europeas y de la Unión Europea tienen prioridad» sobre las leyes nacionales. Pero según Fico, este concepto debería ir seguido de la cláusula: «Esto no se aplica si estos actos jurídicamente vinculantes entran en conflicto con la Constitución de la República Eslovaca».
Fico se une de lleno a la lista de líderes que, de manera encubierta o descarada, están acercándose a Rusia con la intención de interrumpir el apoyo a Ucrania y poner fin a la guerra. En la práctica, otro punto a favor de Trump. Si Ucrania es sacrificada, como probablemente ocurrirá, queda por ver quién pagará la factura de la guerra. La llegada al poder de la extrema derecha prorrusa en Austria es la última señal en este sentido.
Otra alerta llega desde Rumanía, en pleno caos tras las elecciones presidenciales. Es bien conocida la postura del primer ministro húngaro Viktor Orbán. Robert Fico amenaza con cortar la «ayuda humanitaria» a los refugiados si Kiev no reanuda el tránsito de gas ruso. En la República Checa, las elecciones legislativas de otoño podrían cambiar el panorama, ya que las encuestas predicen una victoria contundente del populista Andrej Babiš. Bulgaria, otro país clave de la Ue y la OTAN en el apoyo a Ucrania, se encuentra en crisis política, con fuerzas prorrusas en ascenso. En Croacia, el presidente saliente Zoran Milanović, considerado cercano a Rusia, ha sido reelegido con el 74% de los votos.
La realidad: los negocios con Rusia continúan

- Aproximadamente el 60% de las empresas globales que operaban en Rusia antes de la invasión a gran escala en febrero de 2022 siguen haciéndolo.
- Alemania, Estados Unidos y Francia son, con diferencia, los tres principales países de origen de las empresas occidentales que mantienen presencia en Rusia.