El Vaticano censuró dos libros sobre sexualidad y familia
Uno es de un pastor argentino, otro de un cura español, ambos hablan de pareja y modelos de familia. Por quejas anónimas de conservadores locales llegó la tajante orden de retirarlos de la venta.
“Una mezcla de extrañeza, dolor, absurdo, vergüenza… fue lo que sentí”, asegura Andrea Hojman, la directora de la colección Senderos Bíblicos de la editorial católica San Pablo. Es en una carta pública en la que se refiere a la orden dictada por el Vaticano para retirar de la circulación dos libros referidos a temas de sexualidad y diversidad familiar porque “contienen opiniones contrarias a la doctrina de la Iglesia acerca de la sexualidad”.
Los libros son Parejas y sexualidad en la comunidad de Corinto, del pastor metodista argentino Pablo Ferrer, y Sexualidad y condición homosexual en la moral cristiana, del teólogo católico español Marciano Vidal. Fueron publicados en 2010 en Argentina por la editorial católica San Pablo, parte de la Sociedad de San Pablo internacional, una congregación religiosa de nivel mundial cuyo carisma es la comunicación y que tiene librerías en todo el mundo.
En diálogo con Página/12, el autor Ferrer (40) aseguró que su libro forma parte de una colección de “divulgación” que busca aportar a la “reflexión” sobre temas bíblicos (“la lectura bíblica tiene diversidad de interpretaciones”).
Según pudo reconstruir este diario, la mecha se encendió cuando la propia editorial San Pablo publicó el 17 de abril de 2011 en el boletín semanal El Domingo, que se reparte en todas las parroquias del país, un aviso en el que se publicitaba: “Parejas y sexualidad en la comunidad de Corinto. Pablo Manuel Ferrer. Las comunidades cristianas que se expresan en el Nuevo Testamento fueron espacios de búsqueda y debate. La Primera Carta a los Corintios refleja la memoria y las ideas de un grupo de cristianos y cristianas, sus problemas y los modos en los que afrontaron pastoralmente. Un tema fue la forma de vivir en pareja, porque Jesús abrió nuevas posibilidades”. El 29 de mayo El Domingo agregó un anuncio sobre el libro de Marciano Vidal.
Los avisos encendieron los ánimos de algunos grupos ultraconservadores que se autoasignan la responsabilidad de velar por la “ortodoxia” de la moral católica. Son grupos que mantienen contactos directos con el Vaticano. Las denuncias volaron hacia Roma aunque los denunciantes, como ocurre habitualmente, nunca fueron identificados por Roma. El cardenal William Levada, prefecto (máxima autoridad) de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio), en carta del 5 de noviembre de 2011 ordenó al superior general (mundial) de San Pablo, el italiano Silvio Sassi, “remediar cuanto antes la situación, que es causa de confusión entre los fieles, e informar a este dicasterio de las medidas que se adopten”.
Ni lerdo ni perezoso, Sassi acató de inmediato la censura vaticana y mediante una carta le ordenó de inmediato al director local, el sacerdote Agustín Cortés García, “retirar los libros de los comercios”, “sacarlos de los catálogos” de la editorial y “prohibir la publicidad en las publicaciones de la Sociedad de San Pablo”. Los libros ya no se consiguen en Argentina, aunque se siguen vendiendo en otros lugares del mundo.
El libro de Marciano Vidal fue editado originalmente en Brasil por la editorial Santuario, la misma que publica la mayoría de los documentos de la Conferencia de los Obispos de ese país. Lleva ya tres ediciones a lo largo de dos años sin que nadie diga nada, lo que parece indicar que en ese país no “causa confusión a la fe de los fieles”.
Para Ferrer, la reacción vaticana respondiendo a las denuncias locales es una respuesta a que el libro expone “la diversidad familiar como un tema central”, porque “no hay un solo modelo de familia y el único modelo no es el de la Sagrada Familia”. Según el autor, “quizás la mayor molestia radica en que esta diversidad familiar se pueda mostrar también en el texto bíblico” para dejar en evidencia “que la familia es una construcción social”.
El pastor Ferrer, profesor en el Instituto Superior de Estudios Teológicos (Isedet) de Buenos Aires, asegura que lo publicado surgió de un taller bíblico y subraya que “la editorial San Pablo publicó el texto tal cual yo lo había mandado, no me tocaron una coma”. Se sorprende porque los que dictaminaron la censura “nunca justificaron los motivos, nunca hubo una explicación”, pese a lo cual supone que uno de los motivos es que en el libro se sostiene que para el apóstol Pablo “el deseo sexual hay que vivirlo” y, entre cosas, que para el propio Pablo la indisolubilidad del matrimonio “no es un mandato, sino una propuesta”.
En una dura carta de respuesta a la censura, Andrea Hojman, directora de la colección, sostiene que “esta cadena de cartas que llaman al silencio y obligan a la desaparición no hacen más que recordarme los años de terror y oscuridad que vivimos en Argentina durante la última dictadura cívico-militar-religiosa. El aparato del Estado ocupando toda su maquinaria represiva, real y simbólica en el silencio y la desaparición de cuanto consideraba extraño a su doctrina y amenazante de su ‘orden’”.
Y agrega que en este caso se trata de “un aparato de control ideológico capaz de cruzar continentes, persuadir epistolarmente y hacer sentir la autoridad sobre las conciencias”. En el mismo tono afirma que “seguramente quienes detentan el control ideológico de la Iglesia Católica entenderán que sus recursos provienen de parámetros de otro orden, que no coinciden con las democracias civiles y que pretenderán perpetuar los escenarios de doble estándar. Pero en la Argentina, donde se publican estos libros que los incomodan, vivimos en democracia”.
Es posible que, por interés personal y por curiosidad, a usted le interese acceder a los libros. No los busque. Por decisión del Vaticano, en las librerías argentinas no los va a encontrar. Quizás en Brasil
*Periodista de Página 12, Argentina
Si no eres amado, procura ser temido – Maquiavelo….. ya no se les reverencia, no son infalibles,, reducidos a simples humanos tienen q imponerse con barreras intelectuales, q la gente no piense no vaya a ser q tengan q abandonar sus lujos