Empleos en energías renovables, espejismo verde del capitalismo
Un nuevo informe sobre Energía Renovable y Trabajo, de la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), confirma el crecimiento de los empleos en el sector de las energías renovables a pesar de las múltiples crisis y pide estrategias industriales específicas para crear cadenas de suministro estables y empleos decentes.
Según el informe, presentado en el Foro de Acción Mundial sobre Energía Limpia celebrado en Pittsburgh, Estados Unidos, el empleo mundial en el sector de las energías renovables alcanzó los 12,7 millones de puestos de trabajo el año pasado, lo que supone un aumento de 700.000 nuevos empleos en un año, a pesar de los efectos persistentes de la Covid-19 y de la creciente crisis energética.
Muestra que un número cada vez mayor de países está creando puestos de trabajo en el sector de las energías renovables. Casi dos tercios de todos estos puestos de trabajo se encuentran en Asia. Sólo China representa el 42 por ciento del total mundial, seguida por la Unión Europea y Brasil, con un 10%, y Estados Unidos e India, con siete por ciento cada uno.
Tras décadas de retraso en la toma de decisiones, el empeoramiento de la realidad climática está obligando a muchas de las mayores empresas del mundo a comprometerse a reducir sus emisiones de carbono. En algunos casos, esto implica cambios en la forma de hacer negocios. No obstante, muchas compañías parecen estar más interesadas en proyectar una buena imagen con este compromiso, que en descarbonizar realmente sus operaciones.
La realidad muestra que el cambio climático es un negocio en expansión. El discurso dominante sostiene que la ecologización de la economía mejorará nuestra capacidad para gestionar los recursos naturales de forma sostenible, aumentar la eficiencia energética y reducir los desechos, y al mismo tiempo permitirá enfrentar las desigualdades y potenciar la resiliencia.
Renewable Energy and Jobs: Annual Review 2022 identifica el tamaño del mercado nacional como un factor importante que influye en la generación de empleo en las energías renovables, junto con la mano de obra y otros costes. Por lo tanto la energía solar es el sector de mayor crecimiento.
Ante la creciente preocupación por el cambio climático, la recuperación tras la Covid-19 y la interrupción de la cadena de suministro, crece el interés nacional por localizar las cadenas de suministro y crear puestos de trabajo en casa. El informe describe cómo unos mercados nacionales fuertes son la clave para afianzar el impulso hacia la industrialización de las energías limpias. El desarrollo de las capacidades de exportación de las tecnologías renovables también es un factor, añade el análisis.
Francesco La Camera, Director General de IRENA, señaló que frente a numerosos desafíos, los empleos en energías renovables siguen siendo resistentes y han demostrado ser un motor fiable de creación de trabajo.
“Mi consejo a los gobiernos de todo el mundo es que apliquen políticas industriales que fomenten la expansión de puestos de trabajo decentes en el ámbito de las energías renovables en el país. Impulsar una cadena de valor nacional no sólo creará oportunidades de negocio y nuevos puestos de trabajo para las personas y las comunidades locales”, dijo.
También refuerza la fiabilidad de la cadena de suministro y contribuye a una mayor seguridad energética en general, añadió.
Mientras, el Director General de la OIT, Guy Ryder, declaró: «Más allá de las cifras, cada vez se presta más atención a la calidad de los puestos de trabajo y a las condiciones laborales en las energías renovables, para garantizar un empleo digno y productivo. La creciente proporción de empleo femenino sugiere que las políticas y la formación específicas pueden mejorar significativamente la participación de las mujeres en las ocupaciones de las energías renovables, la inclusión y, en última instancia, lograr una transición justa para todos”.
Ryder animó a los gobiernos y a las organizaciones de trabajadores y empleadores a que sigan firmemente comprometidos con una transición energética sostenible, “que es indispensable para el futuro del trabajo.»
Los avances
El informe destaca algunos avances regionales y nacionales notables, y hace hincapié en los países del sudeste asiático que se están convirtiendo en importantes centros de fabricación de energía solar fotovoltaica y productores de biocombustibles.
China es el principal fabricante e instalador de paneles solares fotovoltaicos y está creando un número creciente de puestos de trabajo en el sector eólico marino. India añadió más de 10 gigavatios de energía solar fotovoltaica, generando muchos puestos de trabajo de instalación, pero sigue dependiendo en gran medida de los paneles importados.
Por su parte, Europa representa ahora cerca del 40 por ciento de la producción mundial de energía eólica, es el exportador más importante de equipos de energía eólica, y está tratando de reconstituir su industria de fabricación de energía solar fotovoltaica.
El papel de África es todavía limitado, pero el informe señala que hay crecientes oportunidades de empleo en las energías renovables descentralizadas, especialmente en apoyo del comercio local, la agricultura y otras actividades económicas.
En América, México es el principal proveedor de palas de aerogeneradores. Brasil sigue siendo el principal empleador de biocombustibles, pero también está añadiendo muchos puestos de trabajo en instalaciones eólicas y solares fotovoltaicas. Estados Unidos está empezando a crear una base industrial nacional para el incipiente sector eólico marino.
El informe subraya que la expansión de las energías renovables debe apoyarse con paquetes de políticas integrales, que incluyan la formación de los trabajadores para garantizar que los puestos de trabajo sean decentes, de alta calidad, bien pagados y diversos en pro de una transición justa.
El cambio climático un negocio en expansión; ¿el fin justifica los medios?
¡Qué tema inagotable de reflexiones profundas cuando en la memoria o ante nuestros ojos los informes evocan el tema del empleo y hablan de él y de sus soluciones! ¡Cuánta sensibilidad hay! Pero es una cuestión siempre antigua y siempre nueva. Y sin duda parece que la solución de semejante problema sea tan fácil como perentoria.
El tema del empleo es muy sensible: millones de seres humanos carecen de él, pero la dificultad de poner en práctica con éxito alguna estrategia conlleva una serie d contradicciones, entre capital y trabajo. Y aunque lo enseñe Maquiavelo no es cierto que “el fin justifica los medios”.
Las empresas trasnacionales dominan cada vez más todos los sectores económicos en los que es posible obtener ganancias. La mayoría de ellas han incorporado consideraciones sociales y ambientales en su discurso, una retórica sin sentido cuya praxis se encarga de desmentir.
Más allá de sus buenas intenciones la escala misma de sus actividades hace que la sustentabilidad ambiental sea prácticamente imposible de lograr, mientras que la competencia por dominar los mercados mundiales ha convertido a las consideraciones sociales en algo antagónico con la rentabilidad.
Sin duda alguna, una de las habilidades del capitalismo es su destreza para transformar un problema en un activo financiero con el que ganar dinero. Ya sea tangible como el agua o invisible como el dióxido de carbono. Pero esta lógica de mecenazgo forma parte de su lavado de cara, aparte de facilitar la deducción de los impuestos, o el lavado de capitales.
El desarrollo del capitalismo en su fase actual descubre la irracionalidad de la explotación del trabajo, para devastar el planeta en nombre de la libertad de mercado. Los gobiernos, dicen estar atentos a esta evolución y en sus cumbres o asambleas imponen la dialéctica de los tratados disuasorios en forma de protocolos, tendientes a controlar la emisión de gases tóxicos y contaminantes de anhídride carbónico.
No obstante la otra cara de la moneda son las investigaciones para el desarrollo de energías «limpias» adjetivadas alternativas o renovables, como respuesta o pretexto dentro del marco de una economía social de mercado. La elite política y las empresas transnacionales, capitalistas, dueñas de la producción de energía, buscan de esta forma trasladar y objetivar su mensaje: somos responsables y nos comportamos con un rigor ejemplar frente al cambio climático.
Su nuevo credo es producir neveras (heladeras), coches, aerosoles, materiales reciclables y poco contaminantes. Empresarios que apuestan por el futuro de las nuevas generaciones generando “trabajo decente”. Esta nueva visión de empresarios altruistas, llama la atención: de la noche a la mañana han dejado de ser capitalistas y buscan un mundo mejor.
Pero la realidad es otra. Han instrumentalizado las energías renovables transformado una alternativa en mercancía. Su sistema se fundamenta en el consumo ligado a la rentabilidad. Buscan obtener el máximo provecho de la energía sea solar, eólica, acuífera o proveniente de la biomasa.
Hoy múltiples empresas privadas ven en el calentamiento del planeta un gran negocio y por ello impulsan megaproyectos en el campo de las energías renovables en connivencia con el capital financiero y la complicidad de gobiernos neoliberales o socialdemócratas.
Aunque la mona se pinte de verde… es capitalismo
Desde comienzos del siglo XXI, el discurso dominante se centró sobre los desafíos establecidos en la Agenda 2030 en la cual se detallan 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que son metas que garantizarán un futuro mejor para todos, donde se destacan entre otros tres aspectos centrales: el trabajo decente, la erradicación de la pobreza y la sostenibilidad ambiental.
En este sentido, los organismos insisten en que las economías deben ser productivas para poder atender las necesidades de una población mundial cada vez más numerosa. Por lo tanto las sociedades deben ser incluyentes, ofrecer oportunidades de trabajo decente para todos, reducir las desigualdades y eliminar efectivamente la pobreza.
Señalan que la ecologización de los empleos y la promoción de los empleos verdes, tanto en los sectores tradicionales como en los emergentes, fomentarán una economía competitiva, con bajas emisiones de carbono y ambientalmente sostenible, así como modalidades sostenibles de consumo y producción, y contribuirán a la lucha contra el cambio climático.
El trabajo decente, la erradicación de la pobreza y la sostenibilidad ambiental son parte de los desafíos decisivos del siglo XXI, establecidos por la OIT.
Pero las represas hidroeléctricas, los postes eólicos y las agroindustrias latifundistas de biocombustibles son las nuevas oportunidades del capitalismo “ecológico”, ya que de ellas se derivan patentes , innovaciones y subproductos, utilidades reinvertidas para seguir expoliando y devastando el planeta y profundizar aún más la brecha entre países ricos y pobres, en vías de desarrollo o eternamente emergentes.
Bajo el manto del desempleo la norma global sigue inclinándose hacia los designios del capital y sus amplias redes empresariales.
*Periodista uruguayo acreditado en la ONU- Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)