En memoria de Germana Ferrari, viuda de Roberto Matta

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En su cama en La Bandita, en el campo, cerca de la ciudad etrusca de Tarquinia, falleció Germana Ferrari, viuda del artista Robrto Matta, el 5 de septiembre pasado. Partió a ese viaje de nunca acabar, infinito, que es la eternidad, desde el mismo lecho que había diseñado su marido en 2002 con su desbordante imaginación erótica.

La verdad es que Germana ya se había ido de este mundo hace tiempo y se había recluida en la casa de ambos, el ex-convento de La Bandita, en ese mítico lugar etrusco, en una tierra milenaria y donde Matta bebió de las profundas aguas de su cultura misteriosa, algo que el observador agudo puede identificar en muchas de sus obras. Resultado de imagen para roberto y germana matta

Matta ha sido seguramente el primer “chileno-etrusco” quien junto a Germana hizo su residencia en esta región generosa, fértil, rodeados de olivos, limoneros, naranjos y árboles frutales; en un convento inmenso con una iglesia propia y un torreón desde donde se puede ver en el horizonte el mar Mediterráneo. Ahí descansan hoy Germana junto a Matta, en una cripta al estilo etrusco, donde en lugar de frescos en los muros están sus cerámicas y donde ella se dormía muchas veces sobre su tumba.

Hoy asistí junto a mi mujer a la misa en Tarquinia y luego al entierro en La Bandita, junto a otras personas cercanas a Germana. Naturalmente estaba Alisée, la única hija de ambos y madre de la amada nieta Zoe, y su marido; también llegó Federica Matta, su hermana, quien viajó desde París; el alcalde de Tarquinia, Alessando Giulivi; los fieles colaboradores que cuidaron de Germana con mucho cariño y luego un pequeño grupo de amigos históricos del matrimonio, artistas varios entre ellos, con quienes Matta compartió desde los años 60 aventuras, talleres, bares y muestras.

Bajaron el féretro a la cripta mientras todos observábamos y conversábamos como si fuera lo más natural. Luego llegaron los baldes con cemento con que sellaron la tumba. El alcalde me indicó que tuvo que dictar un decreto especial, por segunda vez, autorizando el sepelio en una residencia privada. En el altar de la basílica, en lugar de un Cristo, hay un gran Buda en la parte central y en un muro un bello crucifijo.

Está llena de obras de Matta, algunas inacabadas, pinturas y esculturas de sus últimos años junto a una gran tela que deberá ser restaurada en algún momento. La Bandita, una inmensa villa y construcción del siglo XVIII, la compró Matta en un remate en 1964, guiado por la galerista romana Luisa Laureati, propietaria de la legendaria Galleria dell’Oca, a quien dio el encargo y le dejó un cheque porque en la fecha del remate iba a estar en Panarea, isla en las Aeolis donde tenía una casa.

Fue a ella, una cercana amiga de ambos, a quien Matta autorizó también para que autentificara sus obras y que mantiene hoy un rico archivo de cartas de Matta y de Germana. París, Londres y la Bandita fueron los lugares de residencia de la pareja. La hija de ambos, Urraka Alisée, creció aquí y hoy es la heredera de tesoros incalculables desde el punto de vista histórico, cultural y artístico.Resultado de imagen para roberto y germana matta

Es inevitable no hablar de Matta aun cuando quisiera solo recordar a Germana. Tuve la suerte de conocerla gracias a José Goñi, quien, como embajador de Chile en Italia, llegó a tener una gran cercanía con ambos. Tenía yo recelos de Germana en el 2003 cuando me fue presentada en Santiago.

Había escuchado de su carácter duro, distante, difícil. Sin embargo, pude establecer un diálogo que fue creciendo en una amistad sincera. Escuché de ella anécdotas, historias y diálogos maravillosos con grandes personajes. Tuvo gestos hermosos como haber viajado en 2008 a mi matrimonio con Anke en Marchigüe, por solo 24 horas desde París.

Germana conoció a Matta en 1967 o 1968 me parece, en la inauguración de una de sus muestras en una galería de arte en Milán, donde había sido invitada. Tenían 25 años de diferencia. Germana me ha contado en detalle lo que fue ese encuentro para ella, único para una chica burguesa que estudiaba en la universidad y que quedó fascinada por las obras y la mirada de este pintor chileno. Tuvo que buscar en un mapa para saber dónde estaba Chile.

La conexión chilena de Germana Ferrari, la viuda de MattaMatta la invitó a Roma y la esperó en el aeropuerto vestido con un terno amarillo, como canario, como le gustaba narrarlo. Se subieron a su coche y ella que obviamente conocía Roma, se dio cuenta de inmediato que no iban a la ciudad sino camino a Tarquinia, a La Bandita, que quería mostrarle, le explicó. Así nació ese amor y esa larga relación que incluyó innumerables viajes, muestras, exposiciones, encuentros con personajes notables, con muchos de los verdaderamente grandes de la política y del arte del siglo XX.

Compartir 35 años con un genio fue un privilegio, como le decía a Germana, porque Matta fue un ser extraordinario no solo por lo que dejó en sus obras sino en sus escritos que alguna vez tendrán que ser estudiados y publicados, pero más que nada por su inteligencia, sensibilidad, cultura y compromiso social y político.

Matta viajó solo una vez con Germana a Chile durante el gobierno del Presidente Allende, en 1971, y dejó Resultado de imagen para roberto y germana matta en tarquiniapara la historia el mural de 25 metros de largo titulado “El primer gol del pueblo chileno” en la comuna de La Granja pintado junto a los brigadistas de la Ramona Parra, que fue cubierto con una gruesa capa de pintura después del golpe de 1973 por la barbarie militar y recuperado en democracia, el 2005, por la Universidad de Chile.

Las fotos de la época muestran a Germana en minifalda, brocha en mano, arriba de una escalera participando de la obra ¿Por qué Matta no fue más veces a Chile? Conversé el tema muchas veces con Germana. Muy simple, porque detestaba profundamente esa clase alta derechista, clasista, racista, pinochetista, pretenciosa y arribista, que gusta aparecer en las páginas sociales.

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