Enfrentando a Kamala, Texas coloca triple alambre de púas en la frontera con México
Greg Abbott, el gobernador republicano del sureño estado de Texas, anunció la triplicación de las barreras de alambre de púas para impedir el ingreso de inmigrantes indocumentados, mientras los arrestos en la frontera sur de Estados Unidos se redujeron en julio 33 por ciento, su nivel más bajo en 46 meses, como resultado de la suspensión temporal del derecho al asilo.
Abbott, el Departamento de Seguridad Pública (DPS) y la Guardia Nacional del estado esperan asegurar la frontera con la expansión del alambrado, detener así el contrabando de drogas, armas y personas hacia Texas, así como prevenir, detectar e impedir las actividades delictivas trasnacionales en los puntos de entrada.
Texas tiene un arma importante a su disposición y jamás duda en usarla en su cruzada contra el gobierno federal: la frontera de Estados Unidos con México, que se basa en tácticas que instrumentalizan la inmigración. Si ocurre algo en Washington que le desagrada, dirige su frustración a la frontera. Así lo ha hecho tras la designación de Kamala Harris como lacandidata demócrata a la presidencia.
“Joe Biden ha respaldado y apoya plenamente a su ‘zar de la frontera’ Kamala Harris… Tendré que triplicar el muro fronterizo, las barreras de alambre de púas y la Guardia Nacional en la frontera”, escribió el domingo en sus redes sociales. Y 24 horas después publicó un tuit con dos imágenes en las que se ve a varios soldados de la Guardia Nacional instalando alambre de púas de triple filamento a lo largo de la frontera entre El Paso y Ciudad Juárez.
“Texas mantiene la línea contra los cruces ilegales”, añadió el gobernador, parte de una larga lista de republicanos aliados del expresidente y actual candidato Donald Trump que viene criticando la decisión del aún presidente Biden de retirarse de la campaña y designar a Harris como su sucesora. El coro de críticas se ha centrado sobre todo en el papel que Harris ha desempeñado en las políticas migratorias del gobierno de Biden. Los republicanos la han tildada de “zar fronterizo”, un cargo que la vicepresidenta nunca ha ocupado.
Harris nunca ha estado a cargo de la política fronteriza o migratoria de la Administración demócrata. Sí fue asignada una tarea relacionada con la inmigración, pero no ha estado involucrada en la supervisión de la frontera, como alega Abbott y otros republicanos, y jamás fue designada como “border czar”. Al principio del mandato de Biden, el presidente le encargó a la vicepresidenta coordinar las relaciones diplomáticas con el llamado Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Guatemala y Honduras) para abordar las “causas profundas” de la migración desde estos tres países.
La idea de la estrategia era mejorar las condiciones económicas y de seguridad mediante la creación de empleo, la lucha contra la corrupción, la mejora de los derechos humanos y laborales y la reducción de la violencia, para así frenar la migración hacia el norte. El trabajo de Harris alrededor de la migración se ha llevado a cabo miles de millas al sur de la frontera con México. Mientras que la responsabilidad de esta en realidad recae en el Secretario de Seguridad Nacional Alejandro Mayorkas y su departamento, que supervisa las tres principales agencias de inmigración del país.
Desde hace tres años y en sintonía con su líder Donald Trump, Abbot culpa al gobierno de Biden del aumento de la llegada de inmigrantes a la frontera sur de EU. En 2021, lanzó su política estrella llamada Operación Lone Star, bajo la cual el Estado ha gastado más de 11.000 millones de dólares en instalar alambre de púas a lo largo de la frontera y en enviar a más de 100.000 migrantes a ciudades demócratas, como Nueva York y Chicago.
La estrategia de la Operación Lone Star también ha llevado a la detención de más de 516.300 migrantes que ingresaron en el país de manera irregular y más de 45.300 arrestos, según el Gobierno estatal. Si bien los cruces en la frontera entre México y Estados Unidos se dispararon entre 2021 y 2023, desde entonces han caído en picado para llegar en junio último a su nivel más bajo, con «apenas» 83 mil detenciones, luego que Biden implementara el 5 de junio una nueva medida que restringe el derecho al asilo y facilita las deportaciones rápidas.
En enero último, el Tribunal Supremo de Justicia autorizó que se cortara una parte de esta inmensa barrera de alambre de púas a lo largo de las orillas del Río Grande, después de que tres migrantes se ahogaran en la zona. La orden de la corte solo se aplicaba a unas 30 millas (48 kilómetros) de alambrada, de las más de 100 millas (160 kilómetros) instaladas.
Entonces, Biden parecía dispuesto a cerrar la frontera con México el día que el Congreso aprobara una ley que se estaba negociando en el Senado, que permitiría al Ejecutivo suspender los cruces cuando la zona “se sature”. El acuerdo, que necesitaba el voto de los republicanos, también proveería a la zona con 1.300 agentes de la Patrulla Fronteriza, 375 jueces de inmigración, 1.600 oficiales especializados en asilo y 100 máquinas de vigilancia. Donald Trump exigió a los legisladores republicanos no aprobar el pacto para evitar a Biden un triunfo en la materia en un año electoral.
En enero último, Texas elevó el pulso con Biden en su disputa por la frontera y se negó a retirar el alambre de púas ordenado por el Tribunal Supremo, tras denunciar que en diciembre se habían producido 300 mil cruces ilegales, la mayor cifra en la historia. El fiscal del Estado impidió a los agentes federales el acceso a Shelby Park, para reforzar la vigilancia de la frontera.
La realidad, los hechos, no parecen importarle a Abbott, que en redes indicó que “La ‘zar de la frontera’ Kamala Harris tenía una misión: asegurar la frontera. Durante su mandato, han cruzado la frontera más inmigrantes ilegales que nunca, incluidos terroristas y delincuentes conocidos”.
* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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