España: El fin del milagro, el regreso al subdesarrollo

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Los años felices en los cuales España parecía salir del subdesarrollo se esfuman. Fue un tiempo que se adjetivó, cuando las cifras macroeconómicas eran un éxito, como el milagro español”. Pero al igual que sucedió con el “milagro brasileño” de los años 70 del siglo XX, ambos carecían de legitimidad política.

Sirva este recordatorio para valorar, en su dimensión, el significado de los recortes, las reformas laborales y el aumento de la desigualdad en España. Si a mediados del siglo pasado sus élites se vanagloriaban de haber dejado atrás la España rural y caciquil de posguerra, lo hacían convencidas del carácter irreversible del proceso. La visión lúgubre de un país inconexo, autárquico y fuera del orden mundial fue sustituida por una España alegre, moderna y emprendedora. La modernización social hizo acto de presencia. Al férreo control político, la dictadura opuso un sentido social a sus reformas. Proteccionista del trabajador y limitante del poder de los empresarios. Su visión corporativa de la sociedad llevó a la dirigencia franquista a valorar como triunfo la paz obtenida a base de garrote y represión.

La población sentía que el franquismo era permisivo y que si no se metía en política, podría gozar de oportunidades, hasta los años 50, desconocidas. Las cartillas de racionamiento eran pasado. El pleno empleo se acariciaba y la clase obrera industrial accedía a vivienda social, crédito privado, educación… Se edificaba un sistema de salud pública que iba cubriendo poco a poco a la población. La etapa de la beneficencia, pobreza extrema y exclusión social eran reminiscencias y así fue interpretada por las autoridades. Se dejó en manos de la Iglesia y organizaciones de caridad residual. Por otro lado, las relaciones sociolaborales entraron en un periodo de poca conflictividad, aunque se mantuvo la represión en los enclaves tradicionales, como la minería. Sin embargo, hubo acuerdos de base. Los contratos daban seguridad al trabajador, impedían el despido arbitrario y libre y sujetaban al empresario a estrictas normas de negociación colectiva, vía los sindicatos verticales. Los sueldos subían en proporción al coste de vida.

La gente parecía estar “contenta”. La mejora en las condiciones de vida de las clases trabajadoras tuvo efectos inmediatos sobre el consumo, el crecimiento y la distribución de la renta. Las desigualdades disminuían, y muchos pudieron acceder a una vivienda de protección oficial. Sus hijos podían incorporarse a la universidad y la política diseñada de familias numerosas comenzaba a dar frutos. Con cuatro o cinco hijos, las demandas educativas aumentaron. La educación, a pesar de sus componentes ideológicos franquistas, sufrió la avalancha. Si en 1957 había 64 mil 281 estudiantes universitarios, en 1968 la cifra se disparó a 139 mil 266. Nuevas universidades, más becas, más profesores, mejores sueldos y sobre todo control político. Aun así, la vida parecía entrar en esa dinámica de progreso imparable. Así ocurría en cuanto a las migraciones campo-ciudad. De casi 30 millones de españoles, entre 1961 y 1969 cambiaron de residencia unos 3.5 millones de personas. De ellas un millón abandonó poblaciones de menos de 10 mil habitantes; casi 300 mil pasaron a engrosar ciudades de 10 mil a 100 mil habitantes, y cerca de 800 mil buscaron asentarse en ciudades de más de 100 mil habitantes.

La urbanización se consolida y la industrialización da frutos. La población activa en el sector industrial crece 7.8 por ciento entre 1964 y 1969. Los trabajadores especializados fueron las figuras del proceso. La estructura social se diversificaba, posibilitando el ascenso social. España se integra a las llamadas sociedades de clases medias. La meritocracia, las reformas de acceso a la función pública, la perspectiva institucional y menos política, hicieron que los gobiernos se definieran como tecnocráticos. El franquismo ideológico tenía los días contados. Lo sustituía una élite interesada en perpetuar un proyecto que se desprendiera de sus raíces dictatoriales. La sociedad española debía creer en la instauración de una monarquía parlamentaria, apoyada en la democracia representativa, fuente del progreso. Las clases medias se sintieron arropadas, compraron el discurso. España seguía la senda del progreso.

Pero algo no calzó en los planes. El neoliberalismo se adueñó de las élites dirigentes. Unos y otros se hicieron eco de las críticas al Estado de bienestar y comenzaron a destruir lo poco que de forma paternalista hizo el franquismo. En vez de hacer una crítica política a la tiranía y separar el polvo de la paja, se procedió a tirar el agua sucia con el niño dentro. El sector público se privatizó. Se impuso la categoría de rentabilidad gerencial en sanidad, educación, construcción social y servicios de atención primaria. El dinero ha sido la marca universal de medida. Así han llegado los cambios. También en la política. El marketing electoral sustituye el debate ideológico, los programas y las alternativas. Se vende un producto. El ciudadano se esfuma. Hay consumidores de objetos imposibles que mantienen su fidelidad al producto. España hoy es una sociedad dual. El subdesarrollo social, económico y también político es la consecuencia de la fiebre liberalizadora. Los índices de pobreza, exclusión social, marginación, desempleo, pérdida de derechos laborales, sindicales o culturales están en todas las estadísticas. Y lo peor, siguen aumentando.

El suicidio del dueño de un quiosco de periódicos en Granada, agobiado por las deudas y desahuciado por el banco, es la punta del iceberg. A diario, las entidades bancarias, Santander, BBVA, las cajas privatizadas, desahucian a 535 familias. Padres con hijos en edad escolar, bebés, o personas mayores a su cargo. Sin trabajo, se ven abocados a vivir en la calle. Son al menos, 2 mil personas al día. Sin embargo, existen más de 3 millones de pisos vacíos. Más de la mitad en manos de entidades financieras. Pero eso no les preocupa ni a la élite política ni a los bancos. Prefieren hacer la vista gorda y seguir la senda del subdesarrollo. Hoy miles de jóvenes y familias emprenden, como durante el franquismo, el éxodo. Alemania y América Latina se convierte en su destino. El milagro español resultó ser una falacia.

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2 Comentarios
  1. Bradach dice

    llevo casi 48 años viviendo en España, donde la mendicidad exhibiendo niños está castigada y los responsables son encarcelados. Vivo en un barrio «bien» y le diría a Juan Carlos, autor q tacha de excesiva la crítica, q se pase por los comedores sociales, en Martinez Campos a pasos del Museo Sorolla tiene uno adonde van los desahauciados de la sociedad, los bancos de alimentos no dan abasto proveyendo a la ciudadanía especialmente a aquellos q tienen niños, pa q x lo menos coman una vez al día…
    Comparar Venezuela con España es de una ignorancia mayúscula, Venezuela es rica. España «creció» crucificando pueblos, Argentina fue destruida por esa migración desde España en los años a50-60, y que en los 90 llegó con el PP. Lean la prensa escrita de la etapa de Aznar, sus discursos en el Club SïGLö XXi y sabrán por qué Argentina cayó … y luego, en su caída arrastró a otros países como Uruguay, Chile,etc. El empresariado y los bancos españoles SIEMPRE han actuado contra el pueblo y creando miseria, no soportan q la gente prospere, lo quieren todo para sí y q el pueblo viva esclavizado pa poder lucirse con sus obras de caridad….
    Es gente de una ambición patológica, no tienen escrúpulos, eso sí, como corresponde son muy religiosos, cayendo en el cinismo a la hora de practicar su filosofía, se creen clase superior y que pueden burlarse impunemente del pueblo, lo dijo Aznar en una de sus declaraciones a la prensa con respecto a la trayectoria de los empresarios españoles, que por cierto la misma U.E. dijo avergonzarse de lo q estaban haciendo en Argentina, muy suelto de pecho dijo «Argentina debe desaparecer» porque es tanta la deuda que España tiene con dicho país que le estorba a su conciencia «muerto el perro se acabó la rabia» … pero un país no es un perro y Aznar viivó de fantasías: los logros de Felipe Glez se los pateó en guerras y compras de armamentos q aun hoy estamos pagando (más de 20mil millones Euros en intereses no de capital pagamos este año por dicho armamento sin contar el costo de transporte de soldados, sueldos, hoteles, alimentos, etc. etc) así que no volverá a florecer España porque a sus empresarios les falta calidad empresarial. Y lo dice alguien que ha trabajado en Argentina, con empresarios yankies y españoles…. falta madera, que no sólo de ambiciosa corrupción se crean empresas… que hay mucho sufrimiento dejado por esos paradigmáticos empresarios españoles incluso en la misma España, sólo toman el pelo a los crédulos e inocentes; muy imaginativa a la hora de aplicar las prácticas que rigen la filosofía neoliberal que es fruto de la religiosa, porque detrás de toda está filosofía anti-cristiana está la religión católica, que mató a Jesús y volverían a asesinarlo de la forma más cruel si volviese a nacer, ejemplos tenemos de sobra (paradigmáticos son Allende, El Che Guevara, por citar uno al que incluso después de muerto intentan descalificar, sembrando infamias, aplicándose en ambos casos con excesiva saña) tanto combatió a pequeños empresarios llamándolos «negocios piramidales» cuando la mayor red piramidal, de violación de derechos, pedofilia y corrupción de todos los siglos es la religión católica.

  2. Juan Carlos dice

    Un artículo muy exagerado. Yo vivo en España y no he visto a ninguna de esas familias con bebés o ancianos viviendo en la calle. Que cualquiera se pasee un fin de semana por las zonas de ocio a ver si encuentra lugar para aparcar entre audis, bmw, mercedes, 4×4…

    En España se ha padecido una «burbuja» de precios en la construcción. Durante años cientos de miles de personas han hecho fortuna en el sector de la construcción. Personas sin estudios cobrando 6.000 euros al mes sólo porque sabían poner ladrillos y porque el mercado lo aceptaba hasta que se llegó a un límite. Hoy el sector inmobiliario y de la construcción se está ajustando a la demanda, era un ajuste necesario. Pero si un ingeniero técnico puede vivir con 1.200 € al mes, ¿por qué un albañil no?.

    Este sector tenía un peso demasiado elevado en la economía española y es lógico que el número de afectado por una crisis sectorial sea alto (piensen qué ocurriría en Venezuela si mañana los precios del petróleo se derrumbaran hasta la décima parte… ¿a quien culparían de la pérdida de bienestar que llegaría por el derrumbe de un sector clave en la economía de este país?

    Las crisis no son malas, los fuertes la superan, las victimas se tienen que reinventar, los inadaptados fracasan, pero el país saldrá refortalecido tras esta transformación necesaria.

    Puede que esta crisis sea el desencadenante de un nuevo «Milagro Español», con mejores cimientos y ciudadanos más adaptados.

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