ESTADOS UNIDOS: EMPEZÓ LA BATALLA PRESIDENCIAL

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Cuando todavía faltan 11 meses para que asuma el nuevo Presidente de los Estados Unidos, se inició institucionalmente el previo proceso electoral. Se trata de las elecciones primarias que culminarán hacia el mes de junio con la definición de los candidatos de los partidos Demócrata y Republicano. El primero –actualmente en el gobierno- es de tinte más liberal e incluye a sectores progresistas y el segundo agrupa a las fuerzas conservadoras. De todos modos en los aspectos fundamentales son los grupos económicos concentrados quienes están detrás de las decisiones más importantes, gobierne quien gobierne.

En los últimos meses se habían perfilado, en la prensa y la opinión pública, dos candidatos que aparecían con las mejores posibilidades de transformase en los contendientes definitivos.

Por el Partido Demócrata quien aparecía mejor posicionada era Hillary Clinton, esposa del ex Presidente Bill Clinton. Hillary ya había sido derrotada hace 8 años atrás en las primarias donde emergió la figura de Barack Obama. Éste le dio, durante 4 años, el cargo más importante de su gabinete como Secretaria de Estado. Nuevamente lanzada a la candidatura presidencial en las elecciones que se realizarán este año, se fue perfilando como la aspirante más firme para representar a su Partido.

Dentro del Partido Republicano había crecido una figura que daba la apariencia de ser un excéntrico multimillonario aunque –al empezar la campaña- lejano a la posibilidad de transformarse en candidato republicano: Donald Trump. Titular de varias empresas vinculadas a la construcción, hotelería y entretenimientos, su capital ha sido estimado entre 5 y 8 mil millones de dólares. Hace responsable a la actual dirigencia por la crisis y desprestigio que –sostiene- atraviesan los Estados Unidos; cuestiona lo que considera un sometimiento a los intereses chinos, quienes –según sus palabras- son los inventores del tema del “cambio climático” para perjudicar a la industria norteamericana. También criticó la presencia de inmigrantes mejicanos a los que define como “corruptos, delincuentes y violadores”. Este tipo de declaraciones “políticamente no correctas” lo transformaron en la “bestia peluda” de la política norteamericana. Simultáneamente su imagen crecía sin parar, hasta transformarse en el candidato con mejores perspectivas dentro de los republicanos y emparejando las posibilidades que tenía la candidata demócrata.

Esta semana se realizaron las primarias del Estado de Iowa y trajeron varias novedades.

En el Partido Demócrata quedaron en pie solo dos candidaturas firmes: Hillary, que obtuvo el 49,9% y Bernie Sanders que recogió el 49,6%. Sanders, en su juventud, un militante de la izquierda más dura, luego fue moderando sus posiciones pero siempre sosteniendo posiciones que pueden catalogarse de izquierda, manteniendo sus planteos críticos a la política internacional de su país y a las condiciones por las que atraviesa su población más pobre. Como independiente, sería electo alcalde de la ciudad más importante del Estado de Vermont, luego sería el primer representante (diputado) independiente, cargo que mantuvo durante 16 años. En los últimos años se afilió al Partido Demócrata y ganó su banca como Senador, cargo desde el cual aspira saltar a la presidencia de los Estados Unidos. Sanders forma parte de un fenómeno que también se da en otros países occidentales, en medio de la actual crisis del capitalismo que está generando una brutal concentración de riqueza en pocas manos, aumentando la pobreza y desigualdad social. Es el caso de Podemos en España, el Bloque de Izquierda en Portugal e Inglaterra. En todos los casos se trata de fuerzas, de una nueva social democracia, que han logrado exitosos resultados electorales. Sanders acaba de “empatar” con la candidata Hillary en las recientes elecciones primarias, eso prueba que sus aspiraciones presidenciales están intactas.

En el terreno de los republicanos los resultados dejan un alto margen de duda. Trump que recogió 24,3% de los votos de su partido salió segundo, constituyendo un fuerte golpe a sus aspiraciones y ahora está cuestionando esos resultados planteando que hubo fraude. El ganador fue el conservador Ted Cruz, con el 27,3%, es senador por Texas e hijo de un pastor evangélico cubano. Salió tercero, pero muy bien posicionado para las futuras batallas, el senador de Florida -nacido en Miami- Marco Rubio con el 23,1%, otro ultraconservador y también hijo de exiliados cubanos. Estos tres son los candidatos republicanos que siguen en carrera. Varios aspirantes quedaron muy lejos, entre ellos John Ellis “Jeb” Bush, ex gobernador de Florida, hijo de George Bush y hermano de otro George Bush, ambos ex presidentes de los Estados Unidos. Éste apenas reunió poco más del 2% de los votos de su partido.

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