Estudiantes: «El tema es el poder, el poder te corrompe caleta… queda gustando»
En un lugar de Santiago de Chile nos hemos reunido a conversar con algunos secundarios de los liceos y colegios: Cervantes, Confederación Suiza, Aplicación, Alessandri y Tajamar. Todos tienen cosas que decir —y que nadie se las ha preguntado.
Hemos preferido cambiar sus nombres e utilizar iniciales para conservar su anonimato.| El Surco.*
Los 8 compñeros y compañeras participaron activamente en las movilizaciones del año pasado, sus colegios y liceos estuvieron más de 7 meses en toma y todos repitieron curso por ello, a algunos los cambiaron de colegio, otros fueron expulsados, y también hubo readmitidos. Este año varios volvieron a estar “en toma”, pero ya las cosas son distintas.
Las luces y miserias del movimiento estudiantil son analizados y evaluados informalmente para continuar sus luchas, las que colectivamente se levantan y sobre todo aquellas que ya emprendieron individualmente frente a la vida. No se trató de una entrevista formal sino más bien en un compartir de ideas en torno a la eoperiencia de la toma, de la política estudiantil, y de las vivencias cotidianas —aprendizajes y conflictos— que allí se generaron.
Como se trató de una conversación de más de dos horas, hemos seleccionado arbitrariamente algunas cuñas sobre ejes temáticos que consideramos necesarios de dar a conocer, pues la reproducción total de lo charlado, por espacio, nos es imposible. Se han conservado los giros y se ha tratado de exponer una muestra de la variedad de opiniones, no siempre armónicas, sobre algunos asuntos.
Por supuesto, no es ésta la voz de la mayoría, sus discursos no tienen la pretensión de representatividad del heterogéneo movimiento estudiantil, sino más bien se trata de la voz de la diferencia, una mirada crítica, ácida y lúcida que con agrado publicamos.
En torno a la experiencia del año pasado. La toma: aprendizajes y críticas
S.G.—El año pasado la mayoría de los que estamos acá estuvimos más de 7 meses en toma. A nivel de aprendizaje personal fue intenso, pero también es penca ver como en un momento creías en hartas cosas que ahora detestai.
«Al principio estábamos ilusionados y salíamos a la calle a pedir educación primero al hijo del obrero, ahora no es así, nos dimos cuenta de hartas cosas que otros locos aún no se han hecho la crítica, a esta altura».
E.M. —Uno empezó como bien ingenuo, los primeros meses se veía que la máquina andaba, habían varios cabros que se quedaban, participaban en los talleres, tenían iniciativa, había esperanza.
«Hasta los más desilusionados creyeron un momento en la weá, se creía en la masificación de los espacios de toma, la lucha callejera y que con eso llegaría así como la revolución».
E.G.—En un principio la toma era súper cuadrada, era igual que estar en el colegio, horas de entrada, salida, etcétera. Al paso de los meses eso cambió, nos dimos cuenta de cosas que antes la estructura del colegio no te dejaba ver y, por ejemplo, decidimos no abrir las salas para no reproducir las lógicas del liceo de encerrarnos por edad y que nadie se conozca.
«En la toma la vida era mas comunitaria; en mi colegio hasta teníamos una cama común donde dormíamos todos juntos para romper con los géneros, allí dormías con tu compañera, tu hermano, su amigo. Llegó un momento en que se hizo natural, si los locos se ponían jugosos los echábamos y listo.
«Se trata de romper con la sexualidad, más en nosotras que somos de un colegio de niñas y se ve súper marcado que las minas tienen mucha vergüenza de su cuerpo, el profe te trata de amachada u ordinaria por sentarte con las piernas abiertas, te dice “las señoritas tienen que estar con las piernas juntas”. No se dan las instancias de conocernos nosotras mismas por eso hicimos un taller de ginecología y sexualidad, minas que no sabían donde hablarlo pudieron expresarse y conversar».
M.B.—Un punto negativo es en cuanto a la proyección en el liceo, después todos eran los intelectuales y filósofos de la weá, todos salieron de la toma como para escribir un libro, fue penca porque los cabros quedaron en esa nube casi vanguardista. La weá así como “¿Sabes que? Yo hice el análisis más pulento”.
«Otro punto negativo fue el vicio, los pitos más que el copete pudrieron la weá».
A.B.—La toma sirvió para mostrar algo que estaba escondido, y el espacio de las tomas fue terrible importante en torno al crecimiento personal, aprendimos hartas cosas, habían temas de discusión, tirábamos un documental y conversábamos y cada uno sacaba sus propias conclusiones.
«También fue importante la acción directa, el fuego te une, había weás, acciones, se generaron lazos de confianzas bakanes. Tú mirabas para cualquier lado y había un compañero, pese a que no se desarrolló nada concreto, la gran victoria que yo identifico es la pérdida del miedo».
Las maquinarias políticas a la caza de los estudiantes
E.G.—Tuve la oportunidad de ver la mafia de las asambleas y de las organizaciones desde adentro. Participé del centro de alumnos y es cuático, el mundo de las asambleas era súper charcha, desgastante, te provocaba odio estar escuchando a los locos. Todo era cuadrado y jerarquizado, ir a las asambleas es como ir a un congreso.
«Las mismas asambleas nacen en base a intereses políticos partidistas, cada piño político tenía algo que se llama cuadramiento, antes de cada asamblea se ponían de acuerdo lo que iban a decir. Por lo tanto en la asamblea no se discute, no se escuchan, solo van los cabros chicos a reproducir las ideas de los partidos y organizaciones.
«Nosotras dejamos de ir a esas asambleas, por lo turbio. Iban los de los partidos porque así se lo mandaban, pero nosotras ni ahí».
M.B.—Podríamos hablar de dos referentes dentro de mi colegio, por un lado cabros que creían en una autonomía y que no necesitaban ser parte de ninguna organización y por otra parte los piños políticos ideologizados.
«Yo participé en uno de estos piños políticos en mi colegio y su principal fin era que el liceo fuera de la ACES. Nosotros no tuvimos esa weá que tienen otros cabros de crear un pensamiento diferente, de criticar el modelo estructural de la escuela, nosotros estábamos pendientes de los piños políticos, las desconfianzas, de imponer nuestras ideas; ideas de que había que ir a una asamblea, de que había que pensar de tal forma, de que el maoismo leninismo era la mano para alcanzar la revolución, y uno se lo compraba.
«Me di cuenta cuando me dijeron que tenía que bajarse la toma: ‘Las tomas se tienen que bajar’ y me mandaron a convencer a los demás cabros.
«El tema es el poder, el poder te corrompe caleta, les queda gustando, sí es bakán mandar pero después te das cuenta del valor de una persona que está manipulando, y ahí uno se siente pal pico, tu forma de pensar es tuya no se la puedes imponer a otro. Lo peor de esas organizaciones es que quieren levantar una revolución basada en unos valores terrible de charchas».
S.G-—Lo cuático es que es un supuesto amigo el que te está invitando, ‘hermano ven para acá que aquí nos van a mandar a los dos’. Repudio esa weá de los piños políticos pero hay cabros que siguen creyendo en la mano, sienten la misma rabia que yo, o más, pero está en una weá así.
«Esa es la pega de nosotros anular esas weás, mostrarlo, te compren o no te compren».
La familia.
E.G.—La toma sirvió también para decirle a los viejos: ‘No pasa nada, por mucho que me hayas prestado tu cuerpo para darme la vida, bakán gracias, pero no pasa’. Cuando naces tus padres ya tenían tu vida planeada y ningún papá te dice ‘yo quiero que hagas lo que hice yo’, no po, te dicen ‘quiero que seai mejor que yo’.
«Mis padres estaban esperando que salga de cuarto y estudie en universidad bakán, y la instancia de la toma me sirvió para conversar esas cosas y mis intereses actuales. Poderles decir: “’Yo no estoy de acuerdo con eso, quiero esto, si te gusta bakán, si no ahí nos vemos’.
«Al final se tienen que dar cuenta que la vida es de uno, no te pueden tener para siempre aprisionado en la casa».
A.B.—A mí mis papás me castigaban y me dejaban encerrado en la casa para que no fuera a la toma y al final me cambiaron de colegio.
«Te quieres ir del sistema, pero necesitas plata, la presión familiar está ahí siempre presente. De buena o mala voluntad los papás te reprimen y te replanteas el tema del individualismo, decirle ‘Vieja: será’ y hacer mi vida y te sientes terrible de mala persona.
«Yo sé lo que es mejor para mi, no mi papá y ahí va la contradicción: ¿Será lo mejor para mí saber que mi papá se caga de hambre? La reflexión de hasta donde nos podemos liberar y rebelar».
M.B.-—En cuanto a eso hay que intentar conversar con los viejos, que te entiendan, no todo es plata; aunque el loco me vistió con plata, me alimentó con plata, no significa que tenga que devolver todo eso en plata.
S.G.—Eso me hace pensar en una conversa que teníamos con los cabros, hace pocos días, sobre el tipo de cárceles que encontramos en nuestra vida. La primera es un mismo, la segunda tu familia.
«Me imagino un tipo de libertad, y voy para allá, me la voy a jugar en todos los sentidos, si me declaro antiautoritario y quiero liberarme de la prisión del director, del profesor, y del policía, primero tengo que liberarme de la prisión que es la familia.
«Es un proceso, yo tengo una convicción clara y no se trata de evangelizar a mi familia, pero si intentar que me entiendan, ‘mamá yo opino esto’; al principio creían que eran puras weás, socialicé con mis papas y me dijeron un día: ‘No creo en la weá que tu creí, pero lo encuentro súper bonito, pero a mi ya se me fue la vida, pero vo dale’.
«Decimos que vamos a destruirlo todo, quemar toda esta weá pero menos la mamá, pero hay momentos en que hay que mandar a la chucha a la mamá también».
Escuela ¿reformarla o destruirla?
E.G.—Es importante que desde adentro de la toma se hiciera la crítica al movimiento estudiantil, no al toque, pero si después. Hoy cada vez hay mas locos y locas que se plantean una crítica radical a la escuela, y eso en cierta manera fue posible gracias al espacio de la toma.
«Dentro de ésta pudimos hacer un análisis de toda la estructura de la escuela, darnos cuenta de como te vas atrofiando al estar en el liceo. Del liceo sales cansada, con sueño, andas con mal humor, no te queda tiempo pa na, te tienes que andar apurando para poder hacer otras cosas.
«La toma es una instancia muy fructífera para que se produzcan estas críticas, conversábamos de desescolarización, de la abolición de la escuela, antes en clase no se daba el espacio para que se produjeran estas discusiones».
P.S.-—Ni ahí con las demandas estudiantiles, ni ahí con mejorar la escuela, eso no fue un tema en mi colegio. Nunca fue el petitorio estudiantil un tema, eran otros temas: las relaciones personales, la honestidad, el amor, el odio, el fuego, pero perder el tiempo en educación gratuita: ¡no!
«Es importante ser conscientes que la weá no es educación gratuita, laica y estatal sino que es contra un sistema capitalista que nos somete».
E.G-—Es vital plantearnos la lucha anticapitalista directamente, no como los partidos que algunos tiran un discurso como anticapitalista pero luego te dicen vamos poco a poco, sino que se trata de hacer una crítica inmediata al sistema económico que es el que sostiene toda esta wea.
E.M.-—En la toma era un tema lo de conservar el colegio, andaban algunos llorando para que no se rompiera ni pelaran nada, eso es la mierda del amor al colegio, a la insignia, andar con el parche del colegio en la mochila, el colegio culiao vale callampa.
«Mi opinión es que el liceo se hizo para algo, se puede usar, pero no olvidar lo que es».
A.B.-—Quedó la zorra en mi colegio, se recuperó todo, no quedó nada parao. Lo que nos preocupaba era el tema de la basura, lo demás… por más de la cabeza de alguno pasó la idea de quemar el colegio. Es tanto el odio, la rabia, la impotencia… Acá estoy, en la institución que me caga la vida.
M.B.-—La abolición de la escuela no se ve cercana, pero está naciendo ese tema, se está hablando de la weá. Está empezando la teoría pero la práctica todavía no, es lo más difícil, aunque piense todos los días en arrancarme del colegio.
La vuelta a clases.
M.B.-—Al volver este año fue una mierda, una patada en el hocico para todos, llegamos a nada, la rutina encima con pruebas y weás. Además algunos profesores, los inspectores, a la vuelta nos molestaban, nos decían: ‘Quieren educación gratuita, pues estudien’; ‘Tengan cuidado se están quemando solitos’.
«Muchos cabros se fueron por el hostigamiento. Todo el rato las indirectas: ‘No hay guías por la toma, porque se robaron las impresoras, no podemos pasar los power porque ustedes se robaron los datas’.
E.G.—Para mi de la vuelta a clases lo mas cuático fue lo psicológico, lo que menos me importaba es que los viejos o las compañeras me webearan. Después de 7 meses que habías aprendido caleta de cosas, volver a la fome rutina de antes, volver a encerrarte en una sala, a decir presente, a verles las caras, fue lo mas cuático, queríamos puro irnos.
«Ahora todavía queremos irnos, porque es volver a un sistema culiao en el que estás completamente en contra, en un espacio donde levantaste una crítica y ahora tienes que estar ahí de nuevo».
S.G.—Hoy mis ganas de ir al colegio se basan en que con un compañero tenemos un huertito. Las clases culias son terrible aburridas, estamos todo el día intentando escaparnos. Mientras estás adentro te queda intentar pitiarte la escuela o resistir, no puedo ignorarlo porque lo vivo.
Las tomas hoy.
S.G:.—En mi colegio estamos en toma, pero este año la cosa no es tan ingenua, no es por las demandas de la educación sino por un malestar generalizado, y la lucha es algo más en lo cotidiano. Aunque todavía quedan cabros en los liceos que siguen con el tema de las demandas y no se ha hecho una crítica más allá y quieren todo muy formadito, con encargados, delegados, y se hacen cosas como por fetichismo, como talleres de cosas que ya a nadie le interesan.
«Otros muchos nos dimos cuenta de que se tome un liceo por un petitorio nacional o estar en clases es lo mismo, o cambiar una directora, ni ahí con cambiar la weá, otros compas ahora están por la suya, en análisis existenciales o armando weás en otros lados».
A.B.—La toma es la excusa, la cosa es que no haya clases, no haya tranquilidad. Ahora la hicimos por la ley Hinzpeter, ayer por los estudiantes, quizás mañana por los mineros, lo que sea, estamos aprovechándonos de las circunstancias.
«Las demandas estudiantiles son un mal necesario, no me imagino otro espacio para los cabros de nuestra edad que no sea el colegio, aunque no tengamos nada que ver con el movimiento estudiantil, es una plataforma utilizable, es un espacio más donde dejar la zorra.
«Hoy hay cabros que se plantean un objetivo final, una victoria, derribar todo el sistema y otros que ni se plantean una victoria, resistir no más».
M.B.—En el 2006 querían jornada completa, el pase escolar, el año pasado educación gratuita, ahora hay liceos hablando de la abolición de la escuela.
«Los estudiantes de 2006 se sentían ciudadanos, lo único que hacían era marchar y consiguieron que nos pasaran de LOCE a LGE con la falsa ilusión de que habíamos ganado alguna weá.
«Ahora se queman micros, no hay marcha que no quede la cagá, porque creemos que la violencia es una forma de generar impacto, en lo ‘realista’ ¿qué significa pitiarse un zorrillo? Nada, estas cosas para algunos serán poéticas pero son, están dejando la zorra y son puros cabros chicos, y esos cabros chicos van a crecer, se reproduce el lumpen.
«Si nos ponemos ‘realistas’ no hagamos nada, cuestionemos y escribamos, así a lo intelectual, ni un brillo. En tiempo histórico somos una mierda, no somos nada, entre el 2000 y el 2100 webearon unos estudiantes, dirán.
«En relaciones si se ha avanzado caleta, yo no creo que hace años habríamos podido plantearnos las cosas que nos planteamos ahora, en estas cantidades».
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* Periódico anarquista.
http://periodicoelsurco.wordpress.com.