Europa, de supuesto aliado a socio sumiso de las apetencias estadounidenses
La estrategia de Estados Unidos para contrarrestar a Rusia a través de Europa está lejos de ser evidente, ya que no solo Ucrania, sino Europa misma se está convirtiendo en el lugar de la guerra de poder entre las dos potencias, que bien puede terminar en un compromiso entre los dos a expensas de Europa, o como amenaza Joe Biden, con la tercera guerra mundial.
El sueño de una rápida victoria ucraniana, la repetición del sueño inicial de un rápido triunfo ruso, han terminado y, en lo que parece cada vez más un estancamiento prolongado, Rusia avanza lentamente y su objetivo final está claramente establecido.
Los líderes de los países del G7 –EU, Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá- anunciaron el domingo nuevas sanciones contra Moscú, entre ellas la prohibición de importar oro ruso, el segundo rubro de exportación de Rusia luego de los productos energéticos, lo que dificultará la participación de Moscú en los mercados globales. Y llamaron a la unidad del grupo, en el primer día de una cumbre que se celebra en Alemania, consagrada a la guerra en Ucrania.
El canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente estadounidense, Joe Biden, se apuraron en mostrar cohesión en una cumbre estratégicamente colocada entre la de la Unión Europea de la semana anterior y la de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Madrid, el miércoles. Scholz aseguró que el «buen mensaje» era que «todos logramos estar unidos», y que eso era algo que el presidente ruso, Vladimir Putin, «nunca esperó».
Mientras, el primer ministro británico, Boris Johnson, se reunió a puertas cerradas con el presidente francés, Emmanuel Macron, quien favorece negociaciones de paz entre Ucrania y Rusia, y le advirtió que no era momento de buscar una solución negociada a la guerra. Acordaron, finalmente, que aún era posible cambiar el rumbo de la guerra y también «reforzar» el apoyo militar a Kiev, según los voceros británicos.
Los gobernantes de Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá también cerraron filas tras una nueva iniciativa estadounidense de asociación global que busca ser alternativa a las inversiones de China y Rusia en el mundo en desarrollo, incluyendo a América latina. Biden anunció que el G7 buscará invertir 600 mil millones de dólares en ese programa.
La vieja Europa
Europa solo tiene dos formas de salir de este lugar: jugar el juego de la neutralidad, un atajo a la catástrofe, o convertirse en un agente autónomo, señala Slavoj Žižek, filósofo esloveno rusófobo. El pacifismo es la respuesta equivocada a la guerra en Ucrania, dice en una viril intervención guerrerista en The Guardian, donde nos anima a pensar cómo puede cambiar la situación si Donald Trump gana las próximas elecciones en EU.
Europa fue el continente que repartió por el mundo, lo que algunos autores denominan la cultura cristiano-occidental. Hoy, por primera vez en la historia está bajo dominio exclusivo, no de otro continente, sino de un país imperial como Estados Unidos. Europa no es ni siquiera un aliado de Estados Unidos, es simplemente un continente sumiso y sometido a las necesidades y dictados de Washington.
La OTAN se formó con 12 naciones europeas y desde el año 1949 hasta hoy, después de varias oleadas de expansión han llegado a los 30 países. En estricto rigor se formó para contrarrestar el poderío de Rusia, pero después de la caída de la Unión Soviética en 1990, ya la OTAN perdió su razón de ser.
Pero el expansionismo de EU no terminó, al contrario, fueron rodeando a Rusia con los expaíses del Pacto de Varsovia. En resumen, los países que liberó Rusia de la Alemania nazi se convirtieron en sus enemigos.
Después que Vladimir Putin advirtiera en todos los tonos que no iban a permitir que la OTAN se siga expandiendo y colocando sus misiles en la frontera con Ucrania, ésta siguió con su juego peligroso. Ahora que Rusia invadió Ucrania, todo el mundo vocifera, lo que significa que no se hacen cargo de sus temerarias acciones.
La guerra de Ucrania ha hecho cerrar filas a los treinta miembros de la Alianza Atlántica y ha reforzado el paradigma de seguridad surgido tras el 11-S. La OTAN aparece como la mayor fuerza militar de la historia, pero también es un instrumento global de influencia de las políticas occidentales lideradas por Estados Unidos, desde el norte de África a Afganistán, pasando por la cuenca del Pacífico, gracias a sus lazos y alianzas con países como Australia, Corea del Sur, Japón o –hasta ahora- Colombia.
La OTAN ha superado el horizonte establecido en su fundación como un muro de contención occidental ante la Unión Soviética y se ha consolidado como el ariete geostratégico y militar de Estados Unidos. Cuenta con más de 3,5 millones de soldados y personal militar en sus filas y tiene un presupuesto anual de 2.500 millones de euros, que se disparará a partir de 2024, con un aumento de al menos el 2 por ciento del PIB de cada país.
Rusia y el Foro de San Petesburgo
En el foro de San Petesburgo, Putin señaló cómo las “pérdidas de la Unión Europea debido a las sanciones contra Rusia” podrían superar los 400.000 millones de dólares anuales, y que los altos precios de la energía se deben a “creer ciegamente en recursos renovables».
También desestimó debidamente la propaganda occidental del ‘aumento de los precios de Putin’, diciendo que la crisis alimentaria y energética está vinculada a políticas económicas occidentales equivocadas, es decir, «los cereales y fertilizantes rusos están siendo sancionados» en detrimento de Occidente. En pocas palabras: Occidente juzgó mal la soberanía de Rusia al sancionarla, y ahora está pagando un precio muy alto.
Alexey Overchuk, viceprimer ministro ruso propuso implementar una unión económica y aduanera de libre comercio completa, además de un sistema de pago unificado, con liquidaciones directas simplificadas utilizando la tarjeta de pago Mir para llegar a nuevos mercados en el sudeste asiático, África, y el Golfo Pérsico, en una nueva era definida por los círculos empresariales rusos como “el juego sin reglas”. Este modelo desacredita el “orden internacional basado en reglas” acuñado por Estados Unidos.
Las ‘reglas’ actuales fueron diseñadas por Occidente y los demás países (entre ellos Rusia y China) solo podían conectarse a los mecanismos existentes, respaldados por el derecho y las instituciones internacionales. Pero luego Occidente trató de exprimirlos más e incluso “cancelar Rusia”.
La recuperación de la economía mundial afectada por la Covid-19 se ha visto lastrada por más incertidumbres este año, como el conflicto en curso entre Rusia y Ucrania, las conmociones de la cadena de suministro mundial y la inflación galopante en las principales economías.
Pero los rusos pareciera que no salieron tan dañados. Ante las restricciones al sector energético impuestas por EU y sus aliados desde que comenzó la guerra en Ucrania y que se agravaron con el sexto paquete de sanciones de la Unión Europea que prohibió de inmediato la importación de dos terceras partes del petróleo ruso, y que alcanzará hasta 90 por ciento del mismo, Moscú logró redirigir sus ventas de petróleo hacia el mercado asiático, China e India en primer término.
En mayo, Rusia se convirtió en el mayor proveedor de crudo a China, desbancando a Arabia Saudita, con casi dos millones de barriles diarios o, dicho de otra forma, logrando un incremento récord de 55 por ciento comparado con el mismo periodo del año anterior. En cuanto a India, la compra de petróleo ruso pasó de uno por ciento a 18 por ciento.
Rusia dejará de ingresar de la Unión Europea cerca de 10 mil millones de dólares al año y China teme que los excedentes adquiridos a proveedores rusos le causen más problemas con Europa, que le sigue vendiendo crudo y sopesa prohibirlo, aparte de que el gigante asiático, cuando levante las restricciones por la pandemia del Covid, requerirá un millón 600 mil barriles adicionales por día. En Rusia nadie quiere invertir en nuevos yacimientos en zona climáticas adversas: se fueron los socios extranjeros y sus necesarias tecnologías.
Los BRICS vienen marchando
Multilateralismo, cooperación sanitaria, reducción de la pobreza y articulación económica se cuentan entre los ejes prioritarios de la cumbre de los países BRICS (, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), que representan «un factor estabilizador en el desarrollo regional y la cadena de suministro global. Cuatro naciones BRICS (Brasil, Rusia, India, China), sumados a Irán, Indonesia, Turquía y México, cuyo PIB por paridad de poder adquisitivo (PPA) ya eclipsan al antiguo dominado por Occidente, G8.
En 2021, los BRICS representaban el 26 % de la economía mundial y tenían una población combinada de 3.200 millones de personas, más del 40 % de la población mundial. Su valor comercial total aumentó un 39,2 por ciento interanual a 490.420 millones de dólares
BRICS ha remodelado la clasificación de las economías globales en las últimas dos décadas, confirmando el pronóstico de que el grupo crecería más rápidamente que el Grupo de los Siete (G7), que comprende las economías globales más avanzadas: Estados Unidos, Japón, Alemania, Canadá, Francia, Reino Unido e Italia.
En el contexto del unilateralismo y la amenaza de una postura hegemónica, la participación más activa de los países BRICS en los asuntos internacionales ayudará a fortalecer el multilateralismo y garantizar la seguridad global.
Los países BRICS también han alcanzado logros significativos en las finanzas y la cooperación para el desarrollo, que se reflejan en los resultados del Nuevo Banco de Desarrollo, fundado en 2015. El banco dio la bienvenida a dos nuevos miembros, Bangladesh y los Emiratos Árabes Unidos, en 2021. Otros países quieren sumarse.
Movilizando recursos para infraestructura y proyectos de desarrollo sostenible, el banco con sede en Shanghái ha aprobado alrededor de 80 proyectos con fondos de 31.500 millones de dólares desde que se estableció. En mayo, el banco BRICS anunció su plan para desplegar 30 mil millones de dólares como apoyo financiero a los países miembros de 2022 a 2026. El 40 por ciento de los fondos se utilizarán para frenar el proceso del cambio climático.
El banco proporciona un vehículo importante para el financiamiento transfronterizo, que es clave para facilitar el comercio digital y la infraestructura, dos áreas de colaboración importantes para los países BRICS en el futuro.
China se ha mantenido como el mayor socio comercial de Brasil durante 13 años consecutivos. El volumen comercial de los dos países alcanzó un récord de 164.060 millones de dólares en 2021. El comercio bilateral entre China y Rusia creció un 35,8 por ciento a 146.890 millones de dólares el mismo año.
El comercio chino-indio superó los 100.000 millones de dólares por primera vez en 2021, situándose en 125.660 millones de dólares. Mientras tanto, el comercio entre China y Sudáfrica aumentó un 50,7 por ciento durante el mismo período. La cooperación económica y comercial de los países BRICS ha promovido el desarrollo económico y social de los países miembros, convirtiéndose en un motor importante para la recuperación de la economía mundial en su conjunto.
Rusia y Brasil son importantes exportadores de alimentos y energía, que son fundamentales para frenar la inflación mundial. China e India son eslabones fundamentales en la cadena de suministro, y Sudáfrica es el país más complejo y próspero del África subsahariana.
*Sociólogo, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)