En la sierra mexicana de Nayarit había una comunidad que no tenia nombre. Desde hacia siglos andaban buscando nombre para esa comunidad de indios huicholes.
Carlos González lo encontro por casualidad. Este indio huichol había venido a la ciudad de Tepic para comprar semillas. Al atravesar un basural, recogió un libro tirado entre los desperdicios.
Hacia años que Carlos había aprendido a leer la lengua de Castilla, y mal que bien, a la sombra de un alero empezó a descifrar las páginas.
El libro hablaba de un país de nombre raro que Carlos no sabía ubicar pero que debía estar bien lejos de México y contaba una historia de hace pocos años.
En el camino de regreso se las arregló Carlos para seguir leyendo. No podía desprenderse de esta historia de honor y bravura. El personaje del libro era un hombre que había sabido cumplir con su palabra.
Al llegar a la aldea, Carlos anunció, eufórico:
!Por fin tenemos nombre!
Y leyo el libro en alta voz para todos. La tropezada lectura le tomó casi una semana. Después las 150 familias votaron. Todas por sí Con bailares y cantares se selló el bautizo.
Esta comunidad tiene ahora el nombre de un hombre digno que no dudo entre la traición y la muerte.
Voy para Salvador Allende, dicen ahora los caminantes.
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* Escritor.
En: Memorias del Fuego. Agradecemos a Rebeca Chamudes habernos recordado el relato.
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