Insectos: la falange por la vida
Una visión romántica quiere que sin abejas acabe la vida humana; algunos ponen plazos: cuatro a seis años. Lo cierto es que las abejas mielíferas no son las únicas que preservan y extienden la colonización vegetal sobre la Tierra.
Y para ellos, los insectos y animales polinizadores, las flores presentan corolas llamativas a menudo aromáticas; además, por eso, son hermafroditas, ya que se aprovecha la visita del polinizador tanto para la dispersión de su propio polen como para la recepción del polen proveniente de otra flor. | MAGALÍ SILVEYRA.
Recientes investigaciones indican que, en el caso de los cultivos para la alimentación humana también requieren de insectos silvestres para su polinización. Las abejas no son suficientes para mejorar las cosechas.
El girasol, las manzanas, los tomates, los naranjales o el algodón, por ejemplo, necesitan recibir polen para producir semillas o frutas, trabajo realizado por insectos, aves o animales que lo llevan de una flor a otra permitiendo la polinización; insectos y animales que no son domésticos.
Escarabajos, abejas, moscas, mariposas, algunas especies de aves y murciélagos son los responsables de fecundar las flores.
Sin embargo, sus hábitats naturales están amenazados, especialmente por la agricultura intensiva, los cultivos de especies genéticamente modificadas, y su población y diversidad decrece incesantemente.
La agricultura intensiva separa los campos para producción de aquellos destinados a proteger la biodiversidad. “Esta separación puede tener consecuencias negativas en la polinización de los cultivos, que no son totalmente amortiguadas por las abejas”, señaló a la revist Science Alexandra-Maria Klein, de la Leuphana University of Lüneburg, Alemania. Las abejas se emplean fundamentalmente para paliar la disminución de insectos, poblaciones arrasadas por los agrotóxicos
La investigación se realizó en diecinueve países. Los científicos estudiaron la presencia de insectos en 600 campos de 41 regiones con diferentes cultivos y observaron que la abeja mejoró 
la producción en sólo seis de esas 41 (un catorce por ciento), mientras que los insectos silvestres fueron polinizadores mucho más efectivos: mejoraron la producción en todas ellas (un ciento por ciento).
Útiles, pero no únicas
Ni el monocultivo —grandes extensiones dedicadas a una sola siembra: soya, por ejemplo— ni la dependencia de de las abejas para polinizar son la mejor opción. La abeja melífera complementa, pero no sustituye, la tarea del resto de los insectos.
Para asegurar la producción agropecuaria a largo plazo es necesario desarrollar nuevas prácticas que integren abejas de la miel con el resto de los polinizadores. 
Por ello, es necesario conservar o restaurar áreas naturales o semi-naturales entre cultivos, promover paisajes heterogéneos con diversidad de cultivos y utilizar de forma más prudente los insecticidas que puedan matar a estas especies.
La vida del ser humano depende de procesos naturales hoy amenazados por los cambios que el hombre realiza en los ecosistemas. 
Regulación climática, purificación del agua, regulación de plagas y enfermedades y polinización de plantas son acciones que la naturaleza nos regala, pero que no suelen estar contabilizados en las evaluaciones de costo-beneficio económico.
Para garantizar la producción de alimentos en el futuro, estos cálculos deben comenzar a incluirlos.
Sin los insectos poiinizadores, la mayoría de las plantas desaparecerían rompiendo ei equilibrio natural y poniendo en serio peligro la supervivencia dei pianeta. La especie humana no parece muy consciente de los riesgos asociados a a pérdida de diversidad.