La Asamblea de la OEA, si acaso una tribuna para confrontar ideas

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El tema de los derechos humanos, y más señaladamente el de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH) se convertirá en uno de los más importantes de la Asamblea General del OEA (si acaso no en el más relevante) que se inauguró ayer en Bolivia y que se prolongará hasta mañana, aunque oficialmente figura como tema central el de la “Soberanía alimentaria con Soberanía en las Américas”.| NÉSTOR FRANCIA.*

 

Se trata de una discusión de fondo que tiene que ver tanto con lo conceptual como con lo instrumental. Desde el punto de vista de lo conceptual, se trata de una redefinición de las ideas que privan en torno al tema y a qué derechos refiere.

 

El imperialismo, a través de sus medios y sus herramientas de dominación cultural, ha tratado de convencer a las personas de que los derechos humanos tienen un carácter universal e inamovible, lo cual, por supuesto, no es cierto, ya que nada revista ese carácter en la práctica social.

 

El concepto moderno de derechos humanos fue impuesto en la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la  Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948. Pero las luchas de los pueblos han venido modificándolos y ampliándolos. La  Organización para la Unidad Africana proclamó en 1981 la  Carta Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos, que recogía principios de la  Declaración Universal de Derechos Humanos y añadía otros que tradicionalmente se habían negado en África, como el Derecho de libre determinación o el deber de los Estados de eliminar todas las formas de explotación económica extranjera.

 

En una línea similar se pronuncian la Declaración de Bangkok, emitida por países asiáticos y la Declaración de los Derechos Humanos en el Islam, firmada por la Organización de la Conferencia Islámica en 1990.

 

El origen de los derechos humanos como se concibieron en la Declaración de 1948 hay que buscarlos en las revoluciones burguesas del siglo XVIII, cuando se proclama la Declaración de Derechos de Virginia en el marco del proceso de independencia de Estados Unidos, y la  Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano durante la Revolución Francesa, en 1789. La noción de derechos humanos recogida en esas Declaraciones se basa en la ideología burguesa del individualismo y en el Liberalismo, por eso pone su énfasis en los derechos humanos individuales, en contraposición al derecho divino y teóricamente masificado proclamado por la Iglesia y los escolásticos en la Edad Media.

 

En la medida en que se han venido desarrollando las luchas obreras y por derechos civiles conculcados por los poderosos, la noción de derechos humanos se ha venido modificando en la práctica. Ejemplo de ello son los movimientos por el  sufragio femenino, los movimientos de liberación nacional, los de las minorías raciales, religiosas o sexo-diversas, así como movimientos de defensa de la autodeterminación cultural de colectivos humanos.

 

En los tiempos que corren, países regidos por regímenes revolucionarios y progresistas luchan por una transformación radical del concepto de derechos humanos, lo cual es parte de la lucha contra el Imperialismo y el mundo burgués. Se trata de voltear la tortilla, de manera que prevalezcan los derechos colectivos de los pueblos sobre los derechos de los individuos, sin que estos últimos dejen de existir y de ser también importantes, por supuesto.

 

Claro está, esto no conviene a los intereses de los factores opresores de la Humanidad, porque este cambio pondría claramente como principales violadores de los derechos humanos al Imperialismo y sus cómplices. La actuación actual de los gobiernos revolucionarios y progresistas en la OEA y otras instancias es parte de esa lucha fundamental.

 

En ese sentido es indispensable revisar la constitución y las actuaciones de los organismos internacionales de derechos humanos, la mayoría de los cuales han devenido en instrumentos del imperialismo contra los pueblos, coronando así la espiral que partió desde aquellos tiempos de las revoluciones burguesas del siglo XVIII, con las declaraciones que favorecían los intereses de la burguesía. Si bien en aquella época tales declaraciones representaban un avance en las luchas de la Humanidad, pues enfrentaban los largos siglos del feudalismo, y de dominio monárquico y teocrático, poco a poco se fueron transformando en herramientas reaccionarias opuestas a los mejores intereses de la especie humana.

 

En ese contexto, nuestro canciller Nicolás Maduro ha dicho:
“Hemos tenido una reunión de cancilleres del ALBA y hemos revisado algunos puntos de lo que será esta Asamblea de la OEA en Cochabamba, territorio del ALBA… Hemos conversado sobre el tema del cuestionamiento profundo que hay al Sistema Interamericano de Derechos Humanos y de cómo se ha ido derivando y degradando en los últimos años y se ha convertido tanto la Comisión Interamericana como la Corte Interamericana, en instrumentos ejecutores de la política exterior del departamento de Estado de Estados Unidos” +y agregó que durante la reunión “nos hemos puesto de acuerdo en presentar los argumentos y las pruebas que tenemos todos los países del Alba, junto a otros países hermanos de América Latina y el Caribe, sobre la degradación del sistema Interamericano y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos… En ese sentido estamos de acuerdo en ir a fondo y convertirlo en un tema central de esta Asamblea”.

 

Por supuesto, el imperialismo y sus agentes internacionales están muy preocupados por el matiz que está tomando el debate, hasta el punto de que están cuestionando incluso a José Miguel Insulza, a pesar de que las posiciones de este sobre el tema son más bien tibias y ambiguas. Un ejemplo de ello es la opinión de José Miguel Vivanco, quien hasta hace poco estuvo al frente de la CIDH:

 

“Lo más valioso que hemos logrado construir colectivamente en este hemisferio para defender y expandir los derechos humanos y las libertades públicas corre serio peligro. Se trata de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, para muchos observadores imparciales una de las pocas instituciones con credibilidad y que funciona en la OEA… ¿por qué se ha desatado una verdadera campaña en su contra? Muy sencillo: porque ha tocado intereses importantes de gobiernos con claras tendencias autocráticas o lo suficientemente poderosos como para creer que tienen el peso para no rendir cuentas de sus políticas o prácticas a un órgano de supervisión regional…
«Lamentablemente, el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, en lugar de ejercer liderazgo para proteger a esta importante institución, en la práctica, se ha sumado a esfuerzos que la debilitan… Si la OEA, reunida en Bolivia en los próximos días, aprueba el informe elaborado por el secretario general, se reducirá la independencia de la Comisión, al otorgarle a la Asamblea General poderes para redefinir lo que la Comisión y sus relatorías puedan o no hacer. Insulza propone reformar el estatuto de la Comisión en áreas clave para la protección como son las intervenciones urgentes de la Comisión, la tramitación de casos y algo que incomoda a quienes más violan los derechos humanos, como son los informes de países”.

 

Vivanco carga también contra una idea que el imperialismo y sus secuaces tratan de presentar como “anacrónica”: la idea de soberanía de los Estados, cuando habla de “Gobiernos de distinto tinte ideológico, pero con nostalgia por la soberanía y el principio de no injerencia”.

 

También es importante la opinión del argentino Ricardo Trotti, pues es un vocero oficial de la SIP, organismo que regenta y protege los intereses de la canalla mediática en nuestro continente:
“En juego está la independencia y funcionalidad de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) y su Relatoría Especial para la Libertad de Expresión, ya que los gobiernos podrían aprobar una serie de recomendaciones hechas por un grupo de trabajo intergubernamental y por el secretario general, José Miguel Insulza, que buscan reformar los estatutos de la Comisión. Los cambios al estatuto y las recomendaciones sobre funcionalidad apuntan a darle a la Asamblea General poderes para redefinir las funciones de la Comisión y sus relatorías en materia de tramitación de casos, elaboración de informes e, incluso, permitiendo que los estados definan los términos de cómo son monitoreados por sus violaciones a los derechos humanos. También establecen que la Relatoría no podrá buscar fondos por fuera de los gobiernos americanos, que su informe anual no podrá referirse a cada país sino que deberá ser general y que deberá regirse por un código de conducta fiscalizado por los gobiernos”.

 

Por supuesto el señor Insulza no ha dejado de temblar ante estas presiones provenientes del imperialismo y las oligarquías, y ayer declaró que “Debemos ser especialmente cuidadosos en este aspecto, por cuanto la defensa de los derechos humanos es una de las funciones principales de esta Organización”.

 

Como todas nuestras luchas, la de la transformación en este terreno será complicada y larga, pero estamos arreando en la dirección correcta.

 

El plano interno

 

José Vicente Rangel dijo algo certero:
“El problema de la oposición trasciende al candidato fallido y al formato adoptado por éste. Hay un problema de carácter cultural, de índole sociológico, que tiene que ver con que la oposición no reconoce que Venezuela cambió, que en el país de hoy se manejan valores distintos a los que ellos manejaron, que el pueblo que apoya a Chávez percibe en ellos discriminación y desprecio porque no hay capacidad de reflexión en ese liderazgo y en quienes lo soportan”.

 

Esto se demuestra a cada rato y con muchas declaraciones del candidato majunche y de su entorno. Por ejemplo lo dicho por Capriles de que “Ellos critican y hablan de la oligarquía, la burguesía, todo eso, y son ellos los que están allí aburguesados, aburguesados allí metidos dentro de un palacio y no salen”.

 

Pero nuestro pueblo, que se informa y está pilas ante los que pretenden engañarlo, ve todos los días al Gobierno en la calle, con los ministros inaugurando obras, pasado revista a proyectos socioeconómicos, entregando viviendas. Claro que el Gobierno está en la calle trabajando, a diferencia de Capriles que ha abandonado al estado Miranda y anda solo hablando sandeces por doquier.

 

El presidente Santos de Colombia

 

Pareciera que Juan Manuel Santos ha empezado a acusar en algún grado las presiones del uribismo, la ultraderecha y sectores militares en Colombia, y ha comenzado a endurecer sus posiciones en torno al conflicto armado de ese país. Es lo que podría inferirse de lo que ha dicho este fin de semana:
“Una orden a los señores generales, a los señores miembros de nuestras Fuerzas Armadas: Hay que intensificar sus acciones contra las FARC ¡Más plomo, más plomo contra las FARC!”.

 

Estas debilidades de Santos y la presencia de contradicciones internas en Colombia —que ya no se pueden ocultar— podrían afectar en algún momento nuestras relaciones con el vecino país, pues es este uno de los objetivos principales de la derecha, tanto en Colombia como en Venezuela.

 

Por ahora pareciera que en ese sentido las cosas siguen bien. Ayer el presidente Santos felicitó a la Organización Nacional Antidrogas (ONA) de Venezuela, por la captura del narco-paramilitar Diego Pérez Henao, conocido como “Diego El Rastrojo”. En su cuenta en Twitter, el jefe de Estado colombiano escribió: “Capturado y plenamente identificado en Venezuela alias Diego Rastrojo por policía con colaboración plena del vecino país. Gran captura”.

 

Sólo que no podemos saber lo que nos depara el futuro en este terreno.
——
* Periodista

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1 comentario
  1. Antonio Casalduero Recuero dice

    Es de esperar que prime la sensatez solidaria, que los países de la región boguen para el mismo lado, que aquellos que han alcanzado sociedades más progresistas sepan transmitir sus experiencias al resto, respetando la diversidad del vecino; o dicho de otro modo, que la unión regional esté basada en la riqueza de su diversidad.
    Pero el problema real es otro, son los hilos que se manejan desde el Pentágono, son los planes que se elaboran en La Casa Blanca, en muchos casos en detrimento para el conjunto de nuestro hemisferio regional. Desde más de una veintena de bases militares instaladas -ya sean ocultas, veladas, o abiertamente- atisban los ojos del poder del norte, amo y señor en estos lares. Nuestro países son debiles ante el gigantesco poderío de su maquinaria -tanto pecuniaria, subterránea, como tecnológica, y en último caso militar- ; sólo en el terreno diplomático es posible conseguir algunos triunfos ante ese poder.

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