La crisis climática en Groenlandia: deshielo de glaciares y un tsunami con olas de 200 metros
El desprendimiento de una avalancha de rocas en una ladera de la isla provocó una señal sísmica que duró nueve días. La comunidad científica ha estudiado el caso y advierte de los riesgos de la crisis climática.
El 16 de septiembre del año pasado, la cima de una montaña de hielo en el fiordo Dickson (Groenlandia) se derrumbó. El desprendimiento provocó una fuerte avalancha de rocas y hielo que arrastró más de 25 millones de metros cúbicos y levantó un tsunami con olas de hasta 200 metros de altura. La señal sísmica se registró en todo el planeta durante nueve días y ocho noches. La comunidad científica ha descubierto, tras 12 meses de investigaciones, cuál fue el origen de la catástrofe: la crisis climática.
Un equipo de 68 científicos de más de 15 países, liderado por el geofísico Kristian Svnnevig, del Instituto de Investigaciones de Dinamarca y Groenlandia (GEUS), ha podido reconstruir los hechos para explicar lo sucedido. Los detalles se han publicado este jueves en la revista Science. Los investigadores –entre ellos, varios científicos de las universidades de Granada, Málaga y Sevilla– utilizaron datos e imágenes del lugar tomadas por el Ejército de Dinamarca, con diversas técnicas geofísicas y con la ayuda de un modelo matemático.
La avalancha de rocas, causada por el debilitamiento de un glaciar, generó un macrotsunami con olas de 200 metros y una vibración que duró nueve días. Eso nunca había ocurrido, pero los científicos advierten de que probablemente será cada vez más habitual. El pico montañoso que se desplomó tenía 1,2 kilómetros de altura.
La ola causada por el impacto, que se extendió a lo largo de diez kilómetros del fiordo, perdió altura en pocos minutos y “se estabilizó en una onda de siete metros que hizo que el agua se moviera de lado a lado, balanceándose a una frecuencia determinada”, explica Manuel J. Castro-Díaz, matemático de la Universidad de Málaga y coautor del estudio, en una charla con Efe.
Este largo bamboleo del agua, conocido en geofísica como seiche, provocó la señal sísmica que resonó durante nueve días en todo el mundo y que fue detectada por sismógrafos de distintos países, desde el Ártico hasta la Antártida. La avalancha fue provocada por la pérdida de grosor del glaciar, según explican los expertos. “A consecuencia del cambio climático el glaciar fue adelgazando, lo que hizo que las rocas que estaban debajo estuvieran más inestables, menos recogidas”, sostienen los investigadores.
La comunidad científica reconoce que este tipo de fenómenos son bastante comunes, sobre todo en lugares como Alaska, Noruega y Groenlandia, aunque “en el caso de esta isla suelen suceder en la parte occidental, no en la oriental”. “Lo que no es nada habitual es que provoquen un seiche tan duradero“, aclara Castro-Díaz.
Los efectos de la crisis climática
Las zonas con pendientes pronunciadas son cada vez más vulnerables a los corrimientos de tierras como consecuencia de la crisis climática. En las regiones árticas, que son las que están experimentando más rápido el calentamiento del planeta, los desprendimientos pueden estar provocados por el adelgazamiento de los glaciares, la degradación del permafrost o la alteración de las precipitaciones, advierte el estudio.
Estos desprendimientos pueden desencadenar tsunamis destructivos de gran magnitud, por eso estudios como este son importantes para entender cómo los sucesos inducidos por la crisis climática pueden dar lugar a importantes fenómenos geofísicos que cada vez serán más habituales.
“El trabajo muestra que los fenómenos como este ocurren, van a seguir pasando y pueden suceder con mayor frecuencia”, concluye el investigador español. Este estudio analiza “el primer deslizamiento de tierra y tsunami observados desde el este de Groenlandia, lo que demuestra que el cambio climático ya tiene importantes repercusiones allí”, subrayan los científicos. El equipo calcula que en la avalancha cayeron 25 millones de metros cúbicos de roca y hielo en un lugar situado en una de las rutas que usan los cruceros turísticos que visitan los fiordos de Groenlandia. La catástrofe se saldó sin víctimas mortales por una cuestión de suerte.
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