La crisis de Venezuela envuelve a toda Nuestra América

Venezuela no es ni el país más grande, ni el más poblado de Nuestra América. Sin embargo, los acontecimientos que allí se desarrollan están conmoviendo y conmoverán a toda la región.

El imperialismo estadounidense está transcurriendo los últimos tiempos de lo que fuera su majestuoso poder. La Revolución Cubana, vanguardia de las luchas de la región, hoy está más preocupada por darle comida, trabajo y vivienda a sus habitantes que por ampliar los alcances y contenidos de sus consignas revolucionarias.

En estos tiempos, fue el chavismo venezolano el que se transformó, en esta región del mundo, en el mayor enemigo de aquel decadente poder imperial. A su rebeldía que –desde la lógica del poder- debe fracasar y ser castigada para que no deje rastros, se le agrega el hecho que Venezuela cuenta con las mayores reservas mundiales de petróleo.

Padecer castigos por rebelarse contra el poder colonial forma parte de las tradiciones de los pueblos de la región. Haití, que hoy se sigue desangrando en el camino de sostener su dignidad, está pagando la “culpa” de haber sido el primer pueblo latinoamericano en independizarse del colonialismo europeo. Por si esto fuera poco, derrotó al ejército napoleónico y terminó con la esclavitud a la que sus pobladores fueron sometidos por los colonos blancos después de haber sido cazados en territorio africano.

Venezuela le agrega a esa tradición histórica de sancionar a los contestatarios el hecho de guardar, en sus entrañas, una riqueza que despierta la codicia norteamericana. Esto es particularmente significativo en momentos que los EU (Estados Unidos) verifican que no están en condiciones de sostener indefinidamente su actual producción petrolera, por los costos y límites que tiene el fracking como técnica de extracción.

El polémico método del fracking, que consiste en extraer petróleo y gas fracturando –mediante explosiones profundas- a las rocas y extrayendo hidrocarburos de los poros de las mismas, está prohibido en varios países.

Esa técnica le permitió a los EU volver a ser el mayor productor mundial y llegar al autoabastecimiento en materia de hidrocarburos, pero sus costos de producción y las dudas sobre su continuidad, en el largo plazo, ponen en alerta a los estrategas del Norte.

Castigar las rebeldías que protagonizó el chavismo y quedarse con las reservas petroleras de Venezuela es el objetivo real de lo que está pasando en ese país y puede llegar a ser el motivo de una tragedia que nos envuelva a todos.

Los que motorizan la intervención en Venezuela

El señalado interés norteamericano en meterse en Venezuela tiene varios nombres y apellidos concretos que se mueven públicamente, o entre bambalinas, detrás de ese objetivo y por sus propias conveniencias individuales o de sus empresas. Esos personajes y las instituciones que los acogen están enmarcados en posiciones ideológicas reaccionarias y persiguen ventajas propias, lejos de los intereses humanitarios que dicen guiarlos.

En los días previos al pasado 23 de febrero, fecha que -con la llegada de la “Ayuda Humanitaria”- consideraban clave para el desbande de las fuerzas del gobierno, lobistas de diversas empresas e intereses se movían con poco disimulo por diversas oficinas privadas y despachos oficiales norteamericanos. Debatían sobre los nombres del futuro gabinete que se haría cargo del gobierno de Venezuela. Allí confluían importantes funcionarios con representantes de fundaciones y empresas.

Entre los grandes decisores políticos se encuentran, además del Presidente Donald Trump, personajes como Mike Pompeo, Secretario de Estado; Mike Pence, Vicepresidente y Marcos Rubio, senador republicano. Estos últimos integran un poderoso trío que promueve la intervención directa, incluida la guerra en la región.

Resultado de imagen para hermanos kochEstán muy vinculados a los hermanos Koch cabeza de un grupo económico del sector energético. Una empresa de los mismos, FertiNitro, fue expropiada en Venezuela y tiene un multimillonario reclamo contra ese país.

Otra entidad particularmente interesada en producir un golpe que termine con el actual gobierno es la caraqueña Asociación Civil “CEDICE – Libertad”, defensora de la propiedad privada y la economía de libre mercado, cuyo director intervino directamente en el golpe contra Hugo Chávez en 2002 y es parte de la internacional capitalista Atlas.

Se trata de un grupo vinculado a un pensamiento ultra liberal que abarca 450 fundaciones, varias de ellas instaladas en nuestro país. Es financiada por el Estado norteamericano y multimillonarios, como los citados Koch. Otras entidades que forman parte de esa red lo constituyen instituciones de George Soros, la Fundación Ford y la embajada británica.

Fracaso del desembarco de la “ayuda humanitaria”

Quienes, durante la semana previa al pasado 23 de febrero, hayan puesto un poco de atención a las radios y programas televisivos de los medios de prensa del poder, habrán podido comprobar de qué modo se aseguraba que el final del gobierno de Venezuela estaba próximo.

La llegada de la llamada “Ayuda Humanitaria” desde las fronteras de Colombia y Brasil, más los despliegues militares, la cercana presencia de la de la Marina de Guerra estadounidense, le había permitido a Juan Guaidó, autoproclamado Presidente, asegurarle a los funcionarios norteamericanos que esos hechos desatarían una desbandada de las tropas de Venezuela que obligarían renunciar al actual Presidente de ese país.

Pero esa Guerra de Quinta Generación donde se sustituye la verdad por una realidad virtual, hasta ahora no logró su propósito. Se imaginaban que una concentrada acción militar, debidamente amplificada por su sistema virtual pondría fin a ese prolongado conflicto.

Pero las cosas no sucedieron de esa manera. Pence, el vicepresidente de los EU, en una reciente reunión realizada en Colombia de los países del Grupo Lima que apoyan la injerencia extranjera, reprochó a Guaidó por el fracaso de los efectos que debía producir la “Ayuda Humanitaria”.

Ella debía crear las condiciones para la intervención directa norteamericana y el fin del actual gobierno venezolano. Le recordó que no hubo dispersión de las fuerzas armadas bolivarianas, ni fin del apoyo popular, ni nada de lo prometido por los golpistas. Tales hechos ahora obligan a los EU a buscar su objetivo por otros caminos frente a un gobierno que salió fortalecido.

La situación mundial ante el intento de intervención armada

 La evolución de la situación internacional tampoco resultó beneficiosa para la estrategia norteamericana. Los primeros movimientos de la misma, con una seguidilla de reconocimientos al autoproclamado Presidente, parecían crear las condiciones para una victoria estadounidense.

Las debilidades y errores de Nicolás Maduro y la difícil situación interna en materia de alimentos y remedios contribuyeron a fortalecer, en sus opositores, la perspectiva de una rápida caída de ese gobierno. Sin embargo el arraigo del proceso iniciado por Chávez demostró que ello no sería una cuestión de “soplar y hacer botellas”.

Las amenazas de intervención directa fueron tomando cuerpo y la situación fue cambiando. Los mismos que apoyaban la caída de Maduro aclararon que no avalarían una intervención militar, ni prestarían su territorio para hacerlo.

El vicepresidente brasileño advirtió que “Brasil no considera ninguna hipótesis que le permita a los EU utilizar territorio de ese país para una eventual intervención militar”.  Desde la Unión Europea (UE) dijeron: “Excluimos de manera categórica cualquier apoyo de la UE o cualquier aceptación de una escalada militar en Venezuela”. En las Naciones Unidas el autoproclamado Presidente solo fue reconocido por unos 40 países de los 194 que la integran.

En su Consejo de Seguridad, los intentos por avasallar la soberanía venezolana fueron vetados por China y Rusia. El propio Grupo de Lima, que integran los países que avalan la salida de Maduro, avisó que ella debe producirse pero “sin uso de la fuerza”. Por último, el Canciller ruso, Sergei Lavrov recibió –el viernes- a la Vicepresidenta de Venezuela –Delcy Rodríguez- y advirtió sobre los peligros de una intervención militar de los EU, al tiempo que manifestó su apoyo a Venezuela.

 

 

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