Transport&Environment publica una investigación que vincula la creciente tala masiva en la Amazonia con el auge de los cultivos de soja para fabricar biocombustibles en Europa.
En cifras actuales, el 30% de la soja que el viejo continente trae desde el otro lado del Atlántico se destina a la fabricación de carburantes catalogados como sostenibles. Además, sólo un 20% de la soja cultivada en la Amazonia se destina a consumo directo. Es decir, el grueso de la producción asociada a la deforestación tiene que ver con la demanda exterior, sea para biocombustibles o para producir alimentos.
Pero, ¿por qué Europa quiere cada vez más soja en lugar de otros aceites vegetales compatibles para fabricar biocombustibles? Los expertos de T&E achacan esta suerte de apogeo con la decisión de la Unión Europea de catalogar el aceite de palma como materia prima de alto riesgo e instar a eliminar su presencia de los carburantes en 2030. La producción que se generaba con este tipo de aceite no se ha eliminado, sino que se ha orientado hacia la soja, concentrando aún más los impactos.
Es por ello que los grupos conservacionistas europeos reclaman que la Comisión Europea catalogue como materia prima de alto riesgo para la deforestación a la soja y que, además, se prohíba el resto de cultivos vegetales destinados a fabricar biocarburantes. De esta forma, se pretende evitar que el veto a la soja se traduzca en un incremento de otros agronegocios asociados a la tala masiva.
Desde Ecologistas en Acción, señalan que España juega un papel crucial en toda esta devastación ecológica, pues entre 2017 y 2021 se ha convertido en el segundo país europeo que más aceite de soja empleó para fabricar combustibles, sólo por detrás de Alemania. Recuerdan así que los Estados europeos tienen capacidad para legislar a nivel nacional e impedir que se importen productos con una cadena de valor manchada por la deforestación.
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