La madre de todo papelillo. – NARCOTRÁFICO. EEUU Y VENEZUELA

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Aparecida en la revista Piel de Leopardo, integrada a este portal.

En Estados Unidos el diputado republicano por Indiana Dan Burton, un fundamentalista religioso y resentido social, introdujo la semana pasada en la Cámara de Representantes del Congreso, un proyecto de resolución contra el gobierno venezolano por sus esfuerzos inadecuados en la lucha contra el narcotráfico. Solamente un paranoico, empujado por el recuerdo de un padre brutal, antiguo policía que apaleaba a su familia, refugiado en un animismo primitivo puede en estos momentos hacer semejante petición.

Nadie ignora el uso político que EEUU le brinda a la comercialización de narcóticos y psicotrópicos. Actividad que ha sido empleada por la CIA como medio para debilitar la fuerza del movimiento negro en su lucha contra el racismo, contribuyendo a la difusión de su uso en los sectores juveniles de ese país.

Se ha utilizado el narcotráfico como coartada para la gestación de guerras de intervención, como la desencadenada por la Casa Blanca con el Plan Colombia en territorio colombiano; se lo ha explotado para financiar movimientos clandestinos desestabilizadores, como el de los contra en Nicaragua, y a los señores de la guerra en Afganistán; se lo ha manejado, con el apoyo de la mafia italo-norteamericana que controla la distribución interna, para costear campañas electorales.

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Se sabe que se trata de una actividad económica que, junto con el tráfico de armamentos, constituye uno de los medios fundamentales para mantener la reproducción continua del capital. Según datos de la ONU, 60 centavos de cada dólar producido por las drogas se quedan en el sistema financiero por el lavado de dinero.

Lo que sorprende de este cuadro es la actitud defensiva del gobierno venezolano frente a esta línea de conducta, de la cual la acción de Burton es solo una desgraciada manifestación. No hay dudas sobre el daño social causado por la adicción a las drogas, grave en el caso del 10% de los consumidores. Pero ni el consumo ocasional, ni la afección pueden considerarse hoy como conductas criminales.

Lo primero forma parte de usos sociales, en algunos casos rituales, practicados por siglos por diferentes culturas, como es el caso del alcohol y el tabaco. Lo segundo es simplemente una enfermedad y, por lo tanto, constituye un problema de salud que en nuestro caso –bajo un régimen socialista– es responsabilidad del Estado resolverlo dentro del marco de la idea de la corresponsabilidad. Pero no es posible seguir haciéndole el juego a la política del imperio, que no sólo al criminalizar la cuestión, sino al colocarla como casus belli, favorece la contención y represión de los movimientos populares.

No son los bancos que lavan dinero, ni los políticos que se financian con su comercio, ni los capos mafiosos que los mercadean, las víctimas de esta guerra. Los inmolados son los campesinos y los habitantes de las barriadas, sacrificados por la competencia extrema y cruenta de los empresarios que manejan el negocio.

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* General (r) de las FF.AA. de Venezuela, Académico UCV; Fundador del partido Causa R; ex Embajador de Venezuela en Chile (1999-2001).
Casilla de correo electrónico: alberto_muller2003@yahoo.com
Artículo original publicado en el periódico digital venezolano Aporrea.
(www.aporrea.org).

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