Larry Fink sentencia el fin de la globalización debido al conflicto de Ucrania
El israelí-estadounidense Larry Fink (LF), mandamás del omnipotente banco globalista BlackRock –con más de 10 billones de dólares en activos bajo manejo– sentencia que la guerra de Ucrania marca el fin (sic) de la globalización, en su carta anual a los inversionistas, reportado ampliamente por Financial Times, portavoz del globalismo neoliberal y su Gran Reset.
Fink advierte sobre la inflación conforme las empresas reconfiguran sus cadenas de suministro y echa reversa con el dogma de su energía verde, pospuesto por lo menos una década y puesto a la defensiva cuando BlackRock continuará colaborando con las empresas de combustibles fósiles.
Admite amargamente que el conflicto en Ucrania dio fin a la globalización experimentada en las pasadas tres décadas con el “traslado de las empresas de su previo off shore al obligado onshore/nearshore (nota: le da pánico pronunciar la palabra nacional) que resulta en un más rápido retraimiento de algunos (sic) países, mientras la reorientación de la cadena de suministro de gran escala será inherentemente inflacionaria.
Desde principio de año, antes del conflicto de Rusia y Ucrania que detonó el 24 de febrero, BlackRock perdió un 20 por ciento, atribuible, a mi juicio, a la agonía de la globalización y a la hiperinflación en Estados Unidos, así como al deterioro de su cadena de suministro marítimo/terrestre, anterior a la fractura planetaria en Kiev, no se diga a la pésimamente manejada transición energética por Occidente que desembocó en el alza abrupta de los hidrocarburos.
Fink asevera que México, Brasil, Estados Unidos o las encrucijadas manufactureras en el sudeste asiático pueden salir beneficiados. Hasta cierto punto, ya que falta ver el desenlace de cruciales elecciones en unas semanas en Francia, en unos meses en Brasil y qué tanto el próspero bloque geoeconómico del 10-ASEAN traicione al 15-RCEP, el máximo bloque geoeconómico del planeta.
El canciller ruso, Serguei Lavrov, adopta mi tesis sin citarme –la primera guerra híbrida mundial– sobre que Occidente libra una guerra híbrida contra Rusia, mientras el anterior presidente y hoy vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitry Medvedev, asienta que la destrucción del entero orden económico mundial está a la vista y argumenta que es una locura creer que las sanciones occidentales contra los negocios rusos tendrían efecto alguno sobre el gobierno de Moscú.
En realidad, la globalización estaba agonizando desde el 11 de septiembre de 2001, que elevaron los costos en materia de seguridad que constituyen el alma mater del modelo globalista neoliberal, lo cual plasmé en mi libro «Hacia la desglobalización» en 2007, y que, un año más tarde, también confirmó el galo Jacques Sapir, profesor de la Sorbona, con su enfoque economicista.
Hasta los portavoces del ya agónico globalismo neoliberal también avisaron sobre la fractura planetaria del modelo globalista neoliberal: The Economist, de la banca Rothschild, desde hace nueve años expuso la globalización asediada, y Philip Stevens, desde hace ocho años en el Financial Times, asentó que el mundo retrocede de la globalización cuando Estados Unidos no contempla un vital interés nacional en mantener un orden que le concede poder a sus rivales.
Asimismo, la revista alemana Der Spiegel y el Deutsche Bank propinaron el golpe de gracia conceptual a la globalización financierista. Se puede aducir que las sanciones económico/financieras de EU/OTAN/Unión Europea contra Rusia colocaron el último clavo en el féretro de la globalización, 21 años después.
*Profesor, conferencista, escritor, columnista y analista político mexicano, especializado en relaciones internacionales, economía, geopolítica y globalización. Columnista de La Jornada