Los argentinos somos raros…

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Hay rarezas y rarezas. Una “rareza” fue que un argentino de apellido francés Boudou (nuestro Ministro de Economía), sea el encargado de negociar con Ramón Fernández (un apellido poco francés), coordinador del Club de París, los reclamos de esa entidad. A un lector desprevenido los apellidos parecen cambiados.
Pero a esta “rareza” un tanto frívola y común, en una población -como la nuestra- constituida por diferentes migraciones, la acompañan otras “rarezas”. Algunas de ellas son muy profundas y tienen que ver con las complejidades de nuestra propia identidad nacional.
En una semana donde el tema migratorio estuvo en la primera línea de la agenda política y social no podemos desconocer un dato que se hizo público en estos días. Aproximadamente 1.200 jóvenes que tienen entre 25 y 35 años arriban mensualmente a la Argentina procedentes de España, vienen en busca de un trabajo que no encuentran en su tierra. En poco más de dos años emigraron a nuestro país 33.543 españoles. De acuerdo a los datos proporcionados por la Secretaría de Estado de Inmigración y Emigración española, hay 1.400.000 españoles residentes en el extranjero, el 22% de los mismos –más de 300 mil personas- viven en nuestro país. Vale la pena recordar que no llegan a 90 mil los argentinos residentes en España.
La pregunta sería ¿cuál es la rareza?, teniendo en cuenta que tenemos el mismo idioma y una larga tradición de migraciones españolas, entre ellas los dos millones de españoles que vinieron a nuestro país a fines del siglo XI X y primeras décadas del siglo pasado. De todas maneras hay un par de cuestiones que llaman la atención.
La primera de ellas es la falta de reciprocidad. Son conocidos los casos de argentinas/os que padecen vejámenes, en los aeropuertos españoles, por el solo hecho de querer visitar a sus parientes. Por el contrario, no se ha conocido un solo caso de españoles que hayan tenido problemas para ingresar en nuestro país.
Estos datos impactan aún más cuando nos encontramos, como en estos días, con este “festival de racismo”, encabezado por el propio Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Se rechaza y agravia a los compatriotas de nuestra américa, a hermanos bolivianos y paraguayos con los que formábamos y deberíamos formar un solo país y nada se dice de esta inmigración europea.
Este racismo, de raíz europeizante que niega lo que somos, es una de las claves de nuestros males. Su origen se remonta a las características de nuestra organización nacional, con la derrota de los proyectos de unidad regional y el predominio de los sectores que apreciaban “lo extranjero”, despreciando lo nativo. Ello fue inscrito en nuestra propia Constitución Nacional, donde su Artículo 25, reza en su parte inicial: “El Gobierno Federal fomentará la inmigración europea…”

Juan Guahán, Question Latinoamérica

 

 

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