Los economistas Nóbel y el agua tibia

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Un informe encomendado por el actual presidente de Francia a un selecto grupo de economistas, donde participan los premios Nóbel Joseph Stiglitz y Amartya Sen, llega a una conclusión harta conocida en la academia: que el PIB no mide el bienestar.  Esta afirmación se encuentra ya en el conocido manual de Economía que otro Nóbel, Paúl Samuelson, ha publicado desde 1948. Ello no le quita relevancia al planteamiento por demás muy vigente, donde se reconoce la necesidad de indicadores que integren las múltiples dimensiones de la actividad económica y social. Sin embargo, la comprensión de esta controversia, planteada por éstos consagrados, requiere de algunas precisiones.  
El Nóbel de Economía fue instaurado y financiado por el Banco Central de Suecia en 1969, lo cual ya de por sí hace presumir su inclinación ideológica. De hecho, la mayoría de los premiados son cercanos a la concepción neoclásica, identificada con la derecha política. Para el jurado de este Premio, el Sur no existe. No hay un economista de América Latina que haya sido considerado digno de merecerlo.
Joseph Stiglitz es un respetado economista neoclásico que se insubordinó contra la lógica del Consenso de Washington, publicó en 1996 un documento crítico a la ortodoxia de los organismos financieros internacionales (Banco Mundial y Fondo Monetario), proponiendo el “posconsenso” de Washington. Stiglitz es un reformador del neoliberalismo, y está muy lejos del socialismo y muy cerca de la moderna apología del capitalismo. Hay que leerlo, pero conociendo de dónde viene y a dónde va.  Amartya Sen, también neoclásico hasta los tuétanos, logra encantar a muchos con su propuesta de “igualdad de oportunidades” acompañada de la “libertad” como garantía para el logro del desarrollo. Un análisis crítico de este atractivo planteo revela una costura que conduce a igualar la libertad política con la libertad de los mercados, la libertad individual con los derechos de propiedad [privada]. Méstzáros argumenta que, en el capitalismo, la igualdad de oportunidades es una falacia.
Más allá de las raíces ideológicas de este informe, lo interesante es abordar el problema de las limitaciones de las metodologías actuales de medición de la sociedad capitalista, pero desde la perspectiva de nosotros, no de ellos. La del Sur, que sí existe.

José Félix Rivas, economista venezolano
 

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