LOS MATARON, PERO NO ESTÁN SOLOS NI SE LOS OLVIDA
– El miercoles 29 de marzo: A las 11, en el kilometro 18,470 de la Circunvalación Americo Vespucio, lugar donde fueron encontrados los cuerpos degollados de nuestros familiares, la Presidenta de la Republica, junto a familiares y amigos, inauguró el memorial «Un lugar para la memoria: Nattino, Parada y Guerrero», obra de arte en homenaje a Santiago, Jose Manuel y papá.
– A las 19:30 en la sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), Alameda 1346, Metro Moneda, el Colegio de Profesores Metropolitano, invita al profesorado y al público en general a la ceremonia de conmemoración del Día de los Derechos Humanos del Magisterio, en el que se rendira un homenaje artístico a la memoria del maestro Manuel Guerrero, símbolo del reconocimiento que se efectuará a todos los profesores y profesoras mártires de la dictadura militar.
– Sabado 1º de abril, 12 m, familiares y amigos nos reuniremos en el Cementerio General, para dejarle flores a la tumba de mi padre, compartir algunas canciones, y estar juntos con nuestros hijos e hijas.
– Domingo 2 de abril, 10.30 am, partira una caravana desde Vicuña Mackena con Alameda, al memorial de Quilicura, donde sus colegas profesores, camaradas de partido y juventud, asi como amigos, familiares y gente de buena voluntad, le rendiremos un homenaje popular a Santiago, Jose Manuel y papá.
Cada acto refleja el cariño, la memoria y el trabajo de muchos.
Padre: no estas solo. Relación de hechos.
Ahora, lamentablemente tengo que tomar la palabra yo, Manuel Guerrero hijo, o Manuelito.
Lo fuimos a visitar a mi padre el 27 de junio de 1976 al campo de concentración de Tres Álamos. Yo observaba las torretas militares de control que se veían desde el exterior. Una larga fila de personas que eran revisadas antes de entrar al recinto hasta que nos tocó nuestro turno.
Unos soldados apartaron a mamá, que estaba en un estado de embarazo avanzado, y le registraron todo el cuerpo, con las piernas abiertas. Yo los miraba como si estuviera al interior de una película de ficción. Todo el mundo con metralletas, cascos, póngase acá, vaya para allá, órdenes secas, imperativas, efectivas. Tenia seis años y mamá no alcanzaba los treinta. Pero una alegría muda, como un sol que uno esconde en el cuerpo y que quiere salir, pero uno lo retiene al máximo para que no se escape y sea descubierto, ésa era mi felicidad de saber que cruzando el portón iba a ver a papá.
Entramos al recinto, miramos por todas partes y no lo veíamos. Hasta que de pronto, en la orilla de una barraca, vimos a una persona muy delgada, con un poncho, con una cara irreconocible en sus facciones, pero que emanaba una ternura infinita que hoy sólo el olor de la colonia Tabac, que usaba mi padre, y su letra redonda, me generan esa sensación de amparo que junto a él sentí y sentimos todos los que lo conocimos.
El sonreía, como si fuera un Cristo o un pan hecho de puro amor para comer y compartir. A menudo he pensado en el como el ruiseñor del cuento de Óscar Wilde, que da toda la sangre de su ser para que haya una rosa que pueda florecer roja. Ahí nos enteramos de lo que le habían hecho, en un torrente de palabras con un ritmo casi mecánico, como por miedo a perder segundos para que su denuncia llegara pronto a destino y se pudieran salvar las vidas del Checho Weibel y Luis Maturana, hasta hoy detenidos desaparecidos.
Todos estabamos conmovidos, queríamos ayudar, pero ojalá sin que papá se continuara arriesgando, ya su aporte habia sido enorme. Y él, muy delicadamente, pero con una decisión que no admitia discusión, le pidió a mamá que alertara a todo el mundo, a la Jota y el Partido, y que difundiera su situación al máximo.
Papá podría haberse mordido la lengua y callar, y tratar de pasar piola, y vivir con nosotros, y conocer a mis tres cabras chicas, haberme asistido en mis primeros pololeos, en mis crisis vocacionales entre la guitarra, las ciencias sociales y la política, en fin, estar en el día a día, que es cuando se enseña a tostar el pan, o a jugar a la pelota, o en la discusión sobre la contingencia política, todo eso lo volvía a poner en riesgo, nada más lo habíamos encontrado. Y mi mamá tan convencida como él, ya estaba en acción, por amor, por puro amor a sus camaradas, a la causa, y hoy entiendo de manera compleja, también a mí.
Apenas habían tomado a mi padre mamá se habia dirigido a los tribunales de justicia, y se instaló frente a la oficina del Presidente de la Corte Suprema, corriendo el peligro de que a ella misma la detuvieran, demandando atención inmediata:
«Al Sr. Presidente de la Excma. Corte Suprema, Dr. Jose Maria
Eyzaguirre.
Verónica Antequera Vergara, (…) al Sr. Presidente con todo
respeto digo: que vengo en solicitar audiencia con el Sr. Presidente, a fin de
exponerle la situacion de mi esposo Manuel Leónidas Guerrero Ceballos,
profesor de Educación Básica, 27 años, de mi mismo domicilio y que
fuera detenido en la forma que paso a detallar.
Hoy 14 de junio, a las 10 de la mañana habíamos salido de nuestro hogar
y caminábamos por una calle del sector que se llama María Elena. Al llegar a la intersección de dicha calle con Unión, nos alcanzó una Renoleta de color celeste, de la cual bajaron dos individuos jóvenes, que intentaron detener a mi esposo. Como el preguntara el motivo de la detención, comenzaron a golpearlo. Después hicieron un disparo. Vi que mi esposo se encogía y que lo empujaban al vehículo, el cual partió velozmente.
Abrigo la certeza moral de que esta detencion sólo pudo provenir de los efectivos de Seguridad que obran bajo la sigla DINA (Direccion de Inteligencia Nacional). Evidentemente que no se ha respetado ninguna norma legal de ninguna especie.
Por muy reprobable que sea todo esto, lo que más me aflige en estos momentos es el paradero de mi esposo y la condición en que puede estar.
Es por esto que deseo solicitar del Sr. Presidente que me escuche, a fin de poder proporcionar todos los antecedentes que fueran del caso, ya que como testigo presencial del hecho estoy en situación de hacerlo. Deseo ademas que el Sr. Presidente haga uso de las atribuciones que le confiere el art. 7 del Decreto Supremo 187 y se traslade al Campamento Cuatro Álamos y vea el modo de entrevistar al detenido y verificar que, a su respecto, se cumplen todas las garantías que establece la reglamentación vigente.»
El Presidente de la Corte Suprema vio durante horas como esta mujer embarazada seguia sentada ante su oficina dispuesta a que se la llevaran a la fuerza si no la atendia. Y ya agotado de esta imagen la escuchó.
Debe haberse impactado por el relato, pues decidio comunicarse en su presencia con el coronel Manuel Contreras para investigar si la DINA habia detenido a papá. (…) El coronel Contreras respondió que su servicio no habia detenido a nadie de las características de Manuel Guerrero.
Mi madre dejo estampado el recurso de amparo ante la Corte de Apelaciones de Santiago (rol Nª523-76), del 14 de junio de 1976.
El 18 del mismo mes –esto es, mientras mi padre era torturado en la «Firma»– por oficio confidencial No. 2871 el Ministro del Interior, general Raúl Benavides Escobar, informo al tribunal: «En respuesta al oficio de la referencia, cumplo con informar a Vs. I. que la persona que a continuación se indica, no se encuentra detenida por orden de este Ministerio: Guerrero Ceballos, Manuel Leonidas».
(La Firma ocupó las instalaciones del diario Clarín confiscado por la dictadura a sus propietarios)
Mientras nosotros continuábamos buscando frenéticamente a mi padre, en hospitales, centros de detención y la morgue, la Corte Suprema simplemente no se pronunciaba, pero mi madre no cejaba, a pesar que continuba cayendo gente detenida:
«I. Corte. Verónica Antequera Vergara, ya individualizada, en los autos de amparo a favor de mi esposo Manuel Leonidas Guerrero Ceballos, a USI. con todo respeto digo: Que en el escrito en que interpuse el recurso pedí se solicitara informe al Ministro del Interior, al Servicio Nacional de Detenidos SENDET, y al
Ministro de Justicia. Han transcurrido ya practicamente 10 días, sin que se haya hasta la fecha recibido respuesta alguna. Por tanto, ruego a USI ordenar se reiteren los oficios mencionados.
Otrosí: Ruego a USI tener presente que la placa del vehículo en que se movilizaban los aprehensores de mi esposo es JK 63″.
Recién el 25 de junio de 1976, dia del cumpleanhos de mi padre y fecha
en que fue trasladado de Cuatro Álamos –a cargo de la DINA, es decir,
del Ministerio del Interior–, a Tres Álamos, la Sexta Sala de la Corte de Apelaciones, conformada por los ministros Efrén Araya, Marcos
Libedinsky –sí, el Presidente de la Corte Suprema–, y el abogado integrante Alberto Novoa, dicto la siguiente sentencia:
«Atendido el mérito de los antecedentes, y en especial lo informado por el Sr. Ministro del Interior, a fs.5, y visto ademas lo dispuesto en el artículo 306 del Código de Procedimiento Penal, se rechaza el recurso de amparo deducido a fs.1 de Manuel Leonidas Guerrero Ceballos».
De acuerdo a esta resolución, mi padre jamas había sido detenido, ni
menos torturado, ¡pero resulta que el mismo 25 de junio ya era reconocido
como prisionero en Tres Álamos!
Visitamos a mi padre el domingo 27 de junio e inmediatamente el lunes 28
mi madre volvio al Tribunal:
«Excma. Corte. Veronica Antequera Vergara (…) con todo respeto digo: Que la I. Corte de Apelaciones de Santiago, con fecha 25 del presente mes de junio, rechazó el recurso de amparo interpuesto. Se basó para ello la I. Corte en un informe del ministro del Interior, de fecha 18 de este mismo mes, donde se declaraba que el amparado no se encontraba detenido por orden de dicho Ministerio.
«El fallo apelado y su antecedente –el informe del Ministerio– desconocen
absolutamente la verdad de los hechos y constituyen una incalificable denegacion de justicia. La realidad es la siguiente: mi esposo fue detenido, como ya se dijo, el día 14 del presente mes de junio, a las 10 de la mañana, en la intersección de las calles Maria Elena y La Unión, que pertenecen al sector Paradero 24 de La Florida. En dicho lugar, fue baleado por los efectivos que tuvieron a su cargo la detención.
«La bala entró por el costado derecho, atravesó la zona de los pulmones y del corazón, en dirección a la axila izquierda, sin salida. Para más detalles, la bala es de calibre 38. Posteriormente, la bala ha comenzado a descender hacia la tetilla izquierda.
«El hecho es que mi esposo, herido en la forma y circunstancias que ya he
descrito, fue introducido a golpes en la Renoleta de los efectivos de seguridad y vendado con «scotch» en los ojos y en la boca. Fue colocado –dentro del coche– debajo de un asiento. Fue ademas golpeado y esposado.
«Asi llevado, fue conducido a un lugar desconocido, donde comenzaron a
desnudarlo y tenderlo en un catre de fierro, llamado «parrilla», donde se le aplicó electricidad en todo el cuerpo. Al parecer, lo drogaron con pentotal. Al mismo tiempo, menudeaban las amenazas, diciendole que ‘algo podria ocurrirle’, y que ‘un accidente es siempre posible’.
«(…) En la noche de ese mismo día lunes 14 fue llevado a un recinto hospitalario, que el desconoce. Se le internó con otro nombre y a él se le dio orden de no hablar. En dicho recinto recibió atención médica. (…) Se le tomaron además innumerables radiografias. Todo esto no significaba que el trato fuera el adecuado. En realidad, los malos tratamientos continuaron, aun en estas circunstancias. Le arrancaban la sonda que estaba conectada con el suero y cada vez que se le trasladaba de pieza, le cubrian la cara. (…) Además, seguían recordandole la posibilidad de un ‘accidente’.
«En este lugar hospitalario continuó hasta el viernes 18 del presente mes
de junio. Ese día –en la tarde– fue trasladado al Campamento «Cuatro Álamos». Era el mismo día en que el Ministerio del Interior, informaba a la I. Corte de Apelaciones de que no se encontraba detenido y que el I. Tribunal habría de considerar como el argumento decisivo para denegar el recurso.
«En el Campamento Cuatro Alamos permanecio incomunicado durante 7 días.
En esos días fue el único detenido, pero pudo recibir atención médica. El viernes 25 de junio, el mismo día en que la I. Corte de Apelaciones denegaba el recurso de amparo, fue obligado a levantarse y se le condujo a Tres Álamos. En dicho campamento he podido visitarlo, como asimismo ha recibido la visita de sus padres y suegros. Lo extraordinario del caso es que se le obliga despues de todo lo pasado, a hacer la vida normal de un detenido normal, como si nada hubiera acontecido (…).
«Por tanto, ruego a USE. revocar el fallo de la I. Corte de Apelaciones y disponer la inmediata libertad de mi esposo Manuel Leonidas Guerrero Ceballos, ya que segun información del propio ministro del Interior, no existe orden de detención en su contra. Procede tambien que el Excmo. Tribunal disponga la visita de uno de sus miembros al ya mencionado campamento Tres Álamos, para verificar la exactitud de lo que aquí se afirma y comprobar el delicado estado de salud del amparado…»
Mi padre continuaba prisionero en Tres Álamos, con la bala aún en su cuerpo, y recién el 30 de junio de 1976, la Corte Suprema solicitó a traves del Oficio No. 20.082, que «Para entrar a conocer del recurso oficiese al Sr. Ministro del Interior a fin de que informe si Manuel Leonidas Guerrero Ceballos se encuentra detenido en el Campamento de Tres Álamos, como se informa en el escrito de p.9 y 10, que en copia fotostática se le remitirá».
Esta autoridad, Raúl Benavides Escobar, a la sazon ministro del Interior, el mismo que antes habia oficiado que mi padre no estaba detenido, informó por oficio confidencial No. 3120, del 5 de julio de 1976, «En respuesta al oficio en referencia, cumplese informar a VS. ILTMA que por Decreto Exento de este Ministerio que se señala, dictado en uso de la facultad que me confiere el DL No. 228, en relacion con el articulo 72, No.17, de la Constitución Política del Estado, se dispuso la detención de la persona que a continuación se indica, recluyéndosele
en el lugar que se menciona: Guerrero Ceballos, Manuel Leonidas; se dispuso su arresto en el Campamento de Detenidos Cuatro Álamos, según D.E. No. 2120, de 18 de junio de 1976. Actualmente se encuentra en el Campamento de Detenidos Tres Alamos, donde fue trasladado segun D.E. No. 2124, de fecha 23 de junio 1976».
Es decir, se reconocía lo que antes se negaba, sin embargo se informa de la detencion de mi padre el 18 de junio, en condiciones que ello habia ocurrido 4 dias antes. A raíz de tal informe nuevo del Ministro del Interior, el 12 de julio de 1976, la Corte Suprema, pronunciandose sobre la apelacion, dictó la siguiente sentencia: «Con el merito del informe del Ministerio del Interior de fs.12, se confirma la resolucion apelada», por los ministros señores M. Eduardo Ortiz, Octavio Ramirez M., Marcos Aburto O., Estanislao Zuñiga C., y abogado integrante Julio Fabres.
En terminos concretos, esta resolución implicó que los tribunales chilenos rechazaron el recurso de amparo interpuesto, a pesar de todos los antecedentes de ilegalidad y tortura dados a conocer. Por ello, mi madre insistio con un recurso de Reposición que presentó el 16 de julio de 1976:
«Vengo en interponer recurso de reposición en contra de la resolución de este Excmo. Tribunal, que declara sin lugar el Recurso de Amparo, confirmando así la resolución de la Iltma. Corte de Apelaciones. Lo grave de esta resolución es que confirma una resolución pronunciada considerando el informe del Sr. Ministro del Interior, de fs.5, que exponía que el amparado no se encontraba detenido por orden de ese Ministerio.
«Sin embargo, en los autos del recurso se había expresado por esta Recurrente, la relacion de hechos que dejaba claramente establecido que su conyuge habia sido detenido ilegalmente en la calle, donde además fue baleado. Muy curiosa resultaba entonces la información del Sr. Ministro del Interior, pero más que eso, sumamente grave, pues nos hizo temer en unos momentos que el detenido pudiera no aparecer quizás por cuanto tiempo».
El lunes 28 de junio, a mi padre lo sacaron de Tres Álamos sin decir adónde lo llevaban, y fue examinado por los doctores Alfredo Montiglio Espinger, asesor sanitario del Servicio Nacional de Detenidos y el doctor Cesáreo Roa Muñoz, del Hospital de Carabineros. Ambos determinaron que debia ser trasladado al hospital de la FACH para extirpar el proyectil. A su regreso, se le notificó en Tres Alamos que estaba detenido en calidad de «activista comunista».
El 28 de julio de 1976, el presidente de la Corte Suprema, Jose María Eyzaguirre realizó su tradicional visita anual a las carceles. Visitó también el campo de prisioneros politicos de Tres Alamos. Alli conoció personalmente al hombre por el cual habia intervenido aparentemente sin resultado. Mi padre le relato en detalle la tortura, las referencias a Jose Weibel y Luis Maturana, el centro secreto de detencion. Todo. Pidio incluso una investigacion por el posible delito de homicidio frustrado y apremios ilegitimos.
Al dia siguiente, el presidente de la Corte Suprema oficializo el inicio
de la investigacion con un relato detallado de mi padre. En él decía:
«Por mi propia experiencia sé que hay lugares de tortura que no han sido
declarados y que los desaparecidos de que se habla se encuentran en
algunos de ellos.» El escrito con la firma de Jose María Eyzaguirre paso a la Fiscalía Militar donde se dió inicio a la investigacion. La Direccion de
Inteligencia de Carabineros DICAR fue la primera en ser requerida para
que informara de los hechos. Asi respondieron:
«El 13 de junio, alrededor de las 11 horas, Manuel Guerrero Ceballos fue detenido por personal del Servicio de Inteligencia Naval. Se encontraba presente su conyuge. Debido a un intento de resistencia del detenido, a uno de los aprehensores se le escapo un tiro de pistola que lo hirio en el costado derecho, rebotando una bala en las costillas y siguiendo una trayectoria se alojo finalmente en el costado izquierdo intercostal. El detenido fue internado de inmediato en el Hospital de Carabineros donde se le diagnosticaron lesiones leves, siendo dado de alta el 15 de junio y entregado de inmediato a la DINA».
El fiscal militar se constituyó en el Hospital de Carabineros. Al revisar los libros de ingreso, encontró: «Pedro Gonzalez Rocha, 27 años, herida a bala en el hemitorax derecho. Médico: Osvaldo Ureta Latorre». El doctor Osvaldo Ureta Latorre, mayor de Carabineros, quien recibio a mi padre estando en manos del Comando Conjunto, declaro:
«Me encontraba de turno en el servicio de urgencia cuando aproximadamente a las 14 horas recibí una informacion telefónica desde la dirección del Hospital, mediante la cual se me informo que llegaría un herido a bala por sus propios medios. Se me ordenó además, tratar el caso en la forma mas reservada posible, que no hiciera preguntas. Ignoro quien fue la persona que me dio la orden, pero pienso que fue personalmente el director del Hospital. No pregunte por tratarse de una orden. El hombre llegó acompañado de cinco civiles. Uno de ellos, que
hacia de jefe, se me acerco y me informo que traia al paciente del cual había dado cuenta (…) El enfermo estaba palido y quejumbroso.
Le informe de todo esto al doctor Pazols, director del Hospital, a su domicilio, quien me pidió que lo tuviera informado. Mi decisión, en función de los exámenes que se le tomaron, fue dejarlo hospitalizado, lo que conversé después con el doctor Pazols en su oficina. Por orden del director fui a buscar a uno de los civiles que lo acompañaban y lo lleve a la oficina del director. Yo me retire. Una vez que el director dió su autorización para que lo dejaramos hospitalizado, me manifesto que lo ubicaramos en una pieza lo más aislada posible». El director del Hospital de Carabineros, por tanto, colaboro para aislar
a mi padre, de modo que pudieran continuar interrogandolo bajo tortura,
que es lo que involuntariamente presenciaron varios paramedicos y
enfermeras.
Los recuerdos del doctor Osvaldo Pazols, sin embargo, no fueron los mismos que los del doctor Ureta. El coronel Pazols negó haber dado instruccion alguna al doctor Ureta antes del ingreso de mi padre al hospital. Dijo que la primera información del asunto le fue comunicada por el doctor de turno, cuyo nombre no recordo, a su domicilio, aproximadamente a las 15:30 horas. Pazols declaro:
«(…) Supe que el paciente era un detenido debido a que el medico de turno, creo que el doctor Ureta, asi me lo informó. Pero yo no di orden alguna para que se lo recibiera. No se le hizo al paciente ficha medica por orden mía, debido al carácter reservado que me solicitó uno de sus aprehensores. Todos sus antecedentes clínicos fueron retirados por ‘ellos'».
El fiscal decidio visitar la seccion Traumatologia, en el tercer piso, alli donde mi padre declaro haber sido atendido. El hecho fue ratificado por dos enfermeras, un practicante y un auxiliar del servicio, a pesar de que en los libros de la sección no existía constancia del ingreso ni del alta del paciente «Gonzalez Rocha». Sin embargo, a pesar de que mi padre estaba engrillado, custodiado y en grave estado de salud, fue atendido por cinco facultativos, entre los que figuraba Winston
Chinchón, quien seria mas tarde ministro de Salud, quien reconocio haberlo visto.
Con todos esos antecedentes el fiscal militar volvio a solicitar informacion al jefe de la Direccion de Inteligencia de Carabineros, general Ruben Romero Gormaz, el que declaro por oficio:
«Esta Direccion de Inteligencia tiene información que el ciudadano Manuel Guerrero Ceballos fue detenido por el Servicio de Inteligencia Naval y que a consecuencia de su detención y por resistencia a sus aprehensores, resultó lesionado a bala, motivo por el cual se solicitó a este servicio la cooperación del Hospital de Carabineros, la que se presto oportunamente. Posteriormente, y dentro del tercer dia, es decir el 17 de junio de 1976, a peticion del mismo Servicio de Inteligencia Naval, el detenido fue puesto a disposicion de la DINA, de conformidad con la Orden Secreta No. 35-F-330, del 22 de noviembre de 1975, de los Ministerios del Interior y de Defensa Nacional.»
Aquí está la clave. El general Romero dió la verdadera razón por la cual
mi padre fue entregado entre distintos «servicios»: la existencia de una
Orden Secreta No 35-F-330, de fecha 22 de noviembre de 1976, emanada de
los Ministerios del Interior y Defensa, que dejó a la DINA como único
servicio con facultades para detener, incomunicar y mantener recintos
secretos de detención. Fue esa orden la que invoco el coronel Manuel
Contreras, al enterarse por boca del Presidente de la Corte Suprema que
otro «servicio» –el Comando Conjunto– habia detenido a quien él mismo
buscaba, para obtener la entrega de mi padre.
El oficio tambien señalo los cargos que se le hicieron a mi padre para ordenar su detencion: «Extremista perteneciente al PC. Secretario general de las Juventudes Cornunistas. Registra viajes a Rusia y a laRepublica Democratica Alemana, a cursos de adoctrinamiento político. Es responsable de la accion panfletaria del PC, la que dirigia desde la clandestinidad». No hay ni una sola mencion a la existencia de armas. Mi padre nunca las tuvo, excepto su dignidad y convicciones, claro.
La investigacion llevada a cabo por la Fiscalia Militar logro la identificación de uno de los hombres que participo en el traslado de mi padre: era un oficial de Carabineros cuya Tipcar tenia el número 1644. Esa Tipcar pertenecia al temido teniente Manuel Agustin Muñoz Gamboa, el mismo que participaria en el asesinato de mi padre en 1985, el «Lolo Muñoz».
En el momento en que este informe de Carabineros fue conocido, la Fiscalía Naval de Valparaiso pidió el traslado de la investigación de las acusaciones de tortura hechas por mi padre, por ser su Servicio de Inteligencia el responsable de su detencion. La petición fue acogida, sin embargo no comunicada ni a mi padre ni a mi madre.
Por ello, el 7 de noviembre de 1976 mi padre fue trasladado del Campamento Tres Álamos a un lugar desconocido. Ese mismo día el Ministerio del Interior le habia concedido la libertad a papa junto a otros 129 prisioneros. Teníamos la lista de liberados, lo fuimos a buscar a Tres Álamos pero ya no estaba, nadie sabía donde se lo habian llevado. Esta fue su segunda detencion-desaparición, esta vez por haber contado la verdad de lo que le habían hecho.
Tras exasperantes dias de búsqueda, una llamada anónima nos alertó que mi padre podía estar en el Campo de Prisioneros de Puchuncaví, cerca de Valparaíso. Cuando llegamos, en el Campo de Prisioneros no quedaba nadie, sólo los guardias. Nos paramos frente al porton y vimos salir raudamente un jeep con oficiales de la marina. En la desesperacion mi madre, con América de un mes en brazos, y conmigo de seis años de la mano, junto a mi abuela materna, nos paró en medio del camino que debia hacer el jeep. «No nos iremos sin tu padre, sino mejor nos morimos todos», dijo.
El jeep freno a gran velocidad frente a esta familia desesperanzada, corrimos a la parte trasera del vehiculo, y como milagro, vimos a mi padre, demacrado, custodiado por marinos armados. Nos subieron a todos, y nos llevaron detenidos al Fuerte Silva Palma en Valparaiso. Lo habíamos encontrado, estabamos juntos otra vez, pero no sabiamos que ocurriria que todos nosotros.
El dueño de la Tipcar No 1644, fue llamado a declarar ante el juez naval que siguió con la causa. Dio como domicilio la calle Dieciocho No. 229, que es el lugar de «La Firma» donde tuvieron a papa el 76 y luego el 85, y expreso: «Un dia que no recuerdo, en cumplimiento de instrucciones de mi general Rubén Romero, recibí de parte de funcionarios de Inteligencia Naval, al detenido Manuel Guerrero Ceballos, con el fin de trasladarlo al Hospital de Carabineros, en atencion a que se encontraba lesionado. Alli se le mantuvo como tres dias, con la respectiva vigilancia, hasta que recibi una orden de mi general, en el sentido de que debia trasladarlo al campamento de detenidos «Tres Álamos», y entregarlo al personal de la DINA.»
Allí termino la investigación. El informe final firmado por el vicealmirante Jorge Paredes Wetzer, juez naval, y el capitan de fragata Enrique Campusano Palacios, auditor naval, dice: «Se sobresee temporalmente la presente causa por no haber indicios suficientes para acusar a determinada persona como autor, complice o encubridor de los hechos investigados». Hasta el dia de hoy nadie cumple condena por lo que le sucedió.
En el despacho del presidente de la Corte Suprema Jose Maria Eyzaguirre quedo, sin embargo, la declaracion jurada de papa en la que dice: «Mis aprehensores, durante el interrogatorio con torturas, señalaron haber detenido y tener en su poder a Luis Emilio Maturana Gonzalez, joven profesor, detenido y desaparecido desde el 8 de junio de 1976, en Santiago».
El esfuerzo que hizo papa para intentar rescatar con vida a Luis Maturana fue inutil. En el cuartel «La Firma», Maturana, junto a René Orellana, fueron torturados sin limite, hasta la muerte, sin que nadie de los informados intentara impedirlo.
A nosotros, mi madre, abuela materna y mi hermana America de un mes de edad, luego de pasar dos dias y una noche en un calabozo del Fuerte Silva Palma, siendo victimas de prisión política y tortura, nos dejaron en libertad. A mi padre lo «soltaron» recien el dia 19 de noviembre. Dias mas tarde, luego que mi padre, ya libre, presento su denuncia en todas las instancias que pudo, salimos rumbo a Suecia y Hungria.
En el exilio mis padres se separaron, sin embargo siempre nos mantuvimos muy apegados. En Budapest, mi padre conocio a su nueva compañera, Owana Madera, con quien haría frente como pareja frente a la nueva realidad que se avecinaba a su regreso a Chile.
Pero a pesar de todo lo vivido, me siento orgulloso de tener una familia a partir de cuya entrega y sacrificio se pudo recuperar la democracia. Por muy imperfecta que sea, la recuperamos. Pero el precio que pagamos fue alto, muy alto, como lo comprenderíamos prontamente, apenas papá llegó al aeropuerto de Santiago en 1982.
Para ver los escritos de mi padre visita
http://manuelguerrero.blogspot.com.