Macri, cuesta abajo en su rodada

 Es difícil entender al presidente argentino Mauricio Macri. En una por demás publicitada conferencia de prensa de apenas 29 minutos, admitió que “por unos meses” va a caer la actividad económica, pero afirmó sin sonrojarse que “puedo ver que en 2019 volveremos a generar trabajo”.

Claro, en 2019 son las elecciones presidenciales y su credibilidad e imagen han caído estrepitosamente en los últimos meses.

La rueda de prensa, anunciada con antelación inédita, debía contribuir a crear confianza en un momento dramático, pero las horas siguientes estuvieron inundadas por ríos de burlas que repletaron las redes.

Macri, con algunos gestos de pastor evangélico, ratificó que su objetivo principal sigue siendo bajar la inflación…pero aseguró que seguirá aplicando la misma política, que fracasó hasta ahora, para sujetar la disparada de los precios, el deterioro de la calidad de vida, el desempleo, la creciente pobreza…

“No nos está yendo mal” (111 por ciento de inflación desde que empezó su gobierno hace 30 meses); “vamos a trabajar con transparencia” (olvidando las causas judiciales de cuentas offshore suyas, de su familia y de buena parte de su gabinete; de la estafa de su familia al Correo, de los aportes falsos a su partido desmentidos por propios y ajenos que estaría tapando otros varios delitos financieros).

No es novedoso que un jerarca llame a una conferencia de prensa para no contestar ninguna pregunta. En eso tampoco innovó. Le preguntaron por la crisis financiera y respondió que vamos a tener unos meses en los que hay que madurar, pero que supieron levantar las velas para mantener el rumbo.

¿O sea que salieron a mar abierto con las velas bajas cuando todos los pronósticos advirtieron que iban derecho al ojo del huracán, y salido de éste resuelven ir directo al próximo?, se pregunta Página12.

Le preguntaron por el efecto local de la guerra comercial junto con la incertidumbre en Brasil y respondió, cual líder de una potencia mundial, que “generé un ámbito de diálogo para que esas tensiones encuentren una solución”.

Cuando lo interrogaron sobre la reducción del impuesto a las Ganancias respondió que habrá un nivel de responsabilidad inédito en gobernadores y parlamentarios de la oposición, como forma de diálogo que “es parte del cambio para generar otro futuro”. O  sea, tiró la pelota afuera.

Trabajadores de Télam frente a la residencia presidencial de Olivos

Le preguntaron si era cierta la afirmación de la diputada Elisa Carrió en cuanto a que dio vía libre al debate parlamentario sobre el aborto porque pensó que ganaría el no,  respondió que los problemas deben analizarse porque para eso elegimos el cambio, que el cambio ya está y que hay un boom turístico en Bariloche.

Habló de “sinceridad” (“lamento cada uno de los miles de despedidos”) y “respeto a los derechos humanos”: claro, se abstuvo de responder sobre los asesinatos de los activistas populares  Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, entre otros, o de la represión dura y permanente a trabajadores despedidos o a los que reclaman sus derechos

Al escucharlo uno tuvo la oportunidad de enterarse de que no fue la política implantada por su gobierno lo incorrecto, sino “la tormenta de cosas que pasaron en el mundo y no podemos controlar”, “problemas que vienen desde hace setenta años”.. Nueve veces repitió lo de la “tormenta” de cosas que pasaron en el mundo (¿será la no obtención de la Copa Mundial de fútbol?)

Aunque parece haber cambiado de guionistas, el libreto sigue siendo el mismo”. Fue un guión de cuatro pasos donde ordenó prácticamente todas las respuestas: recesión y desempleo (“entiendo la angustia” de la gente), inflación (el gobierno “está haciendo el esfuerzo correcto y diciendo la verdad” para resolver los problemas), retenciones a las exportaciones agropecuarias y presupuesto.

Cuando se le preguntó  si suspendería la baja de retenciones a los granos por necesidades presupuestarias, como sugirió el Fondo Monetario Internacional, respondió que “es el Estado el que no debe gastar más de lo que tiene, no podemos pagar más impuestos”. dijo que las retenciones no le parecen un impuesto inteligente, pero obvió responder la pregunta.

Y recurrió a su muletilla de que “lo insólito que es que el gobierno anterior castigara a las exportaciones con retenciones; claramente, por eso no se generaba trabajo”, contradiciendo el  análisis publicado por el diario conservador La Nación en 2008, que  mostraba que unos 40 países en el mundo aplican retenciones a sus exportaciones. Por otra parte, la soja, principal grano de exportación, sólo genera una mínima cantidad de empleo y por su producción extensiva fue causante de la pérdida de miles de empleos.

“Puedo entender los temores de que esto termine en una crisis similar a las que vivimos en el pasado, pero no creo que sea así”, reconociendo que el fantasma de la crisis-estallido social de 2001 se coló desde el primer momento en la conferencia de prensa.

De la estampida inflacionaria responsabilizó a la historia económica, el control cambiario del gobierno anterior, el atraso en las tarifas de los servicios. Sin mostrar su bola de cristal afirmó que, pese a todo, la inflación “bajará más de diez puntos el año que viene, y se acercará al dígito (menos del 10 por ciento) en el siguiente”.

“No podemos meter los problemas bajo la alfombra, porque eso nos trajo hasta acá, tenemos casi un tercio de la población en la pobreza”, dijo. Pero eso era cierto 30 meses atrás: hoy la misma medición señala que más de la mitad de la población argentina está en situación de pobreza.

Después de 30 meses, Macri ofreció una rueda de prensa (con nueve preguntas de periodistas  sorteados), donde no se hizo cargo de ninguno de los problemas del país, culpando de todo al gobierno anterior y a la “tormenta externa”. En la puerta, 350 periodistas de la agencia oficial de noticias Télam despedidos, que se suman a los tres mil que dejó este gobierno con sus políticas de ahogo a los medios críticos.

Pero la grave situación del país no fue la determinante de que diera la cara. Es que el gobierno pasa por su peor momento, con una drástica caída en la credibilidad, confiabilidad e imagen no solo del presidente Macri, sino también de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, su candidata a la sucesión presidencial.

Como música de fondo, un canal de televisión dejaba escuchar Cuesta Abajo, en la voz de Carlos Gardel:…” Ahora, triste en la pendiente/solitario y ya vencido,/yo me quiero confesar…”

*Periodista económico argentino, analista asociado a al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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