Mercosur / Consolidación regional

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En la cumbre de jefes de Estado del Mercado Común del Sur (Mercosur), [que tuvo lugar] en Mendoza, Argentina, han podido apreciarse datos saludables sobre el avance político y la consolidación de ese bloque no sólo como un como un mero acuerdo arancelario, sino como un instrumento de concertación política y económica equitativo, soberano y democrático.| Editorial de La Jornada de México.*

 

En primer lugar, cabe destacar la postura adoptada por los países miembros respecto de la situación en Paraguay, donde se concretó un golpe institucional con la destitución, por parte del Legislativo, del presidente Fernando Lugo, y la unción de Federico Franco como nuevo titular del Ejecutivo.

 

En Mendoza, los gobiernos de Buenos Aires, Brasilia y Montevideo —en su calidad de “miembros plenos” del Mercosur— decidieron no aplicar sanciones económicas al régimen de Asunción, como podrían haberlo hecho en aplicación del Protocolo de Montevideo, pero también acordaron suspender a Paraguay del bloque hasta que se haya restituido allí el orden democrático, es decir, hasta la realización de las próximas elecciones presidenciales, en abril de 2013.

 

Tales determinaciones son plausibles por cuanto se evita, por un lado, ocasionar un daño mayúsculo a la economía de ese país, de por sí depauperado, y afectar a los sectores mayoritarios de su población, y porque expresan, al mismo tiempo, una condena conjunta e inequívoca a la ruptura del orden y la institucionalidad democráticos que se vivió en Paraguay hace una semana, y se envía una clara advertencia a otras oligarquías regionales que aspiren a llevar a cabo maniobras similares.

 

Otro saldo alentador de la «cumbre» en territorio argentino es la incorporación de Venezuela como miembro pleno del Mercosur, escenario que había sido bloqueado en forma sistemática por el propio Senado de Paraguay. Esta adhesión pone de manifiesto la pérdida de influencia regional del gobierno de Estados Unidos —el cual ha intentado, por diversos medios, aislar política y económicamente a la República Bolivariana— y ratifica la postura libre y soberana de los gobiernos del bloque.

 

Adicionalmente, en la medida en que hace posible el acercamiento comercial entre una nación rica en hidrocarburos, como Venezuela, con países productores de granos y materias primas a gran escala, la decisión contribuye a la evolución del Mercosur como instrumento de integración y proyección de la economía regional al resto del mundo.

 

Finalmente, desde una perspectiva nacional, la reunión iniciada ayer pone de manifiesto el desfase que padece nuestro país, incorporado a los intereses de Wáshington por los sucesivos gobiernos de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe Calderón, en los procesos de acercamiento regional que ocurren al sur del continente. Ayer, la participación de México en Mendoza se limitó a la lectura de una nota, por parte de la titular de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, en la que el gobierno calderonista pidió “una respuesta unida y concertada ante la situación en Paraguay”, actitud que contrasta con los liderazgos regionales de gobiernos como el argentino o el brasileño.

 

Es necesario, pues, que la próxima administración federal de nuestro país, independientemente de quien la encabece, cobre conciencia de la necesidad de voltear la vista a América Latina y avanzar en la integración económica y política con la región a la que pertenecemos por cultura, por historia y por identidad.
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* www.jornada.unam.mx.

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