México, los niños, la ira, la caricatura
Pedro Echeverría.*
1. El ejército, por órdenes del gobierno ilegítimo de Felipe Calderón, comenzó a ocupar el país a los pocos días que éste asumió la Presidencia. El pretexto fue acabar con el narcotráfico, pero la realidad fue que Calderón necesitaba demostrar su fuerza y poder para asegurar que su gobierno –fuertemente acosado por el lópezobradorismo que en realidad había sufrido en 2006 un golpe de Estado en las elecciones— se mantendría a como diera lugar en la silla presidencial.
Ese ejército, con miedo y sumamente nervioso, porque ha perdido la batalla frente a los narcotraficantes (mejor armados y organizados que él), dispara sus armas contra cualquier persona que se mueva y en su batalla han muerto casi 30 mil seres humanos entre civiles, narcotraficantes y soldados. ¿Quién les va a reclamar si cuenta con todo el apoyo del Estado?
2. El ejército está ya muy desprestigiado en México. Si bien hace varias décadas se decía que “el ejército es el pueblo armado” porque casi el 100 por ciento de su tropa, es decir, de sus soldados ha sido de origen campesino y humilde —mismos que se integraron a la milicia por falta de trabajo e ingresos en sus pueblos— no puede decirse lo mismo en la actualidad. En vez de ser una institución para defender a la “patria” de cualquier invasión extranjera o ayudarla a defenderse ante fenómenos naturales, se ha dedicado a sustituir a los cuerpos policíacos en todos los problemas que el gobierno debe resolver.
Hoy el ejército es equiparado con cualquier cuerpo policíaco que por sus acciones ha estado hundido en la mugre. ¿Cuántos niños más serán asesinados, tal como sucedió en el estado de Tamaulipas?
3. Las fuerzas armadas y el Seguro Social (IMSS), según declaró hoy el comisionado de los Derechos Humanos, son hoy las instituciones que ocupan los dos primeros lugares en acusaciones y quejas en las oficinas de esa institución defensora de derechos. Del IMSS se sabe que es claramente por falta de médicos, de camas de hospital, enfermeras, medicinas, por mala atención, falta de presupuesto, corrupción.
Pero en cuanto al ejército, ocupa el primer lugar por cuestiones más deplorables y vergonzosas: violaciones sexuales, asesinatos, represión, robos, levantamientos, tortura, etcétera. Por eso hoy los miembros del ejército, al andar enmascarados, armados hasta los dientes, forrados con ropas antibalas, cascos, resulta muy difícil identificarlos acerca de si funcionan en la legalidad o son asaltantes.
4. Pero como el mismo caricaturista Fisgón demuestra, los jueces de la llamada Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) conforman otra institución tan desprestigiada como las fuerzas armadas. Por lo menos desde 1917 que se proclamó la Constitución Política, la SCJN pasó desapercibida; el 90 por ciento de la nación no sabía de su existencia porque todas sus resoluciones estuvieron fielmente apegadas a las órdenes presidenciales.
Durante los 71 años de presidencias del PRI y los 10 años de presidencias panistas, la SCJN cobró de los más altos salarios sin que sepamos qué era lo que hacía. Pero de pronto, en los últimos 20 años, comenzó a aparecer en política y por dos casos resueltos bien de cada 100, creó esperanzas entre ingenuos.
5. Los ministros de la Corte, junto con la presidencia de la República y los más altos consejeros electorales –según se ha publicado— cobran los salarios más altos del país (alrededor de 500 mil pesos al mes) más altísimas prestaciones y cientos de ayudantes y asesores que les han sido asignados. ¿Cómo esos jueces privilegiados pueden fallar en sus resolutivos contra altos funcionarios gubernamentales aunque éstos sean culpables de las muertes de 49 o cien niños en la Guardería ABC de Hermosillo, Sonora?
Podrán decir los funestos jueces que no tienen las atribuciones suficientes, que las leyes les impiden ir más allá de sus funciones y todo lo que quieran, pero la realidad es que esos funcionarios de la SCJN sólo son vejetes que sirven para sangrar al país cobrando sus gigantescos emolumentos.
6. Al parecer los milicos están para servir nunca para pensar, menos para cuestionar. Como cualquier jerarquía militar sólo reciben órdenes del poder establecido, aunque éstas estén equivocadas y sólo sirvan para dañar a la población. ¿30 mil muertos desde que Calderón les ordenó ocupar el país en diciembre de 2006 no son muchos? Quizá es mejor que no piensen porque imaginen la situación del país si se dedicaran a dar golpes de Estado militar y tuvieran al país en abierto Estado de sitio.
Pero también puede haber un ejército —que sea el pueblo armado— inteligente, “patriota”, plenamente identificado con los pobres y los explotados, que sepa distinguir entre los intereses de los ricos y los del oprimido y que lo defienda por encima de cualquier interés empresarial y de gobierno. ¿Cómo pudo haber caído tan bajo esa institución armada?
7. La caricatura de Fisgón (arriba, izq.) demuestra que ejército, Suprema Corte, gobierno son una y la misma cosa. Que los reclamos del pueblo les importa un bledo y que sirven sólo para burlarse de ellos. Lo grave es que el resto de la población –bloqueada por el trabajo, desempleo, fútbol, fiestas y circo— no se entera de los sucedidos o sólo escucha a los medios de información controlados por empresarios y gobierno.
Por eso la importancia de las caricaturas —como aquella del Fisgón— que es tan clara, combativa, denunciadora y fácil de comprender para el pueblo. ¿Cuándo este tipo de trabajos podrán difundirse y circular entre toda la población para contribuir al desarrollo de la conciencia? Tengo la esperanza en que los jueces y el ejército no serán ya más instituciones que engañen a la población pensando en que alguna vez– en el sistema capitalista— estarán a su servicio.
* Periodista.
En www.argenpress.info