No me gusta el distanciamiento social

No me refiero a ese concepto adaptado durante la pandemia, para describir la distancia física que deben mantener las personas a fin de  evitar el contagio, que la racionalidad nos permite entender que por el momento es indispensable; me refiero a ese distanciamiento social irracional, existente hace siglos, que no evita la propagación de pandemias y es manifestación de la plaga capitalista.

El sistema en el que vivimos es terreno fecundo para la consolidación de diferencias sociales de distinto tipo, la más visible entre pobres y ricos. La combinación de la crisis económica y la pandemia del Covid-19 está provocando que el número de quienes viven en condiciones de pobreza y pobreza extrema crezca.

Según estimaciones del Banco Mundial, 88 millones de personas más hoy forman parte de esa población afectada por la pobreza extrema, que viven con menos de 1,90 dólares diarios. Es un cálculo conservador, pues, el número podría ser de 115 millones según el mismo organismo internacional, y su proyección para el 2021 es de 150 millones. Los nuevos pobres  -en su mayoría- habitan en los países que ya tienen tasas de pobreza elevadas.

Hablamos del agravamiento de un problema ya existente, que afectaba a alrededor de 780 millones de personas. Antes de la pandemia y del estallido de la actual crisis del capitalismo, el número de quienes padecían desnutrición iba en aumento; ahora la cifra ha crecido, lo hará entre 83 y 132 millones de personas más. Se puede abundar en datos y ejemplos sobre aspectos similares.

Es cierto, en el capitalismo no solo hay pobreza, también encontramos riqueza: hay millones que desesperadamente la buscan sin encontrarla. Vivimos un mundo pródigo en riquezas, tanto que la desperdiciamos -hablar en plural en este caso es un defecto-.

¿Pueden desperdiciar el agua las comunidades que apenas tiene un grifo para obtenerla?  ¿Son responsables de la contaminación de ríos y mares con desechos, gente que ni siquiera puede cubrir sus básicas necesidades? ¿Quiénes son los verdaderos culpables del daño ambiental? Bueno, eso es motivo de otro análisis.

La riqueza acumulada se encuentra en pocas manos, en un minúsculo sector de la sociedad. Durante la pandemia hubo mil-millonarios que incrementaron sus riquezas. Los doce millonarios más relevantes de Wall Street incrementaron su riqueza un 40% desde los primeros meses que surgió la pandemia.

Cuánto dinero gana el dueño de Amazon Jeff Bezos?El fundador de Amazon, Jeff Bezos, encabeza la lista con una fortuna de 189.400 millones de dólares, y entre todos han alcanzado –por vez primera en la historia- una riqueza combinada de más de un billón de dólares de patrimonio, un 40% más que cuando surgió la pandemia global del coronavirus. Forman parte de este selecto club, personajes como Bill Gates y Mark Zuckerberg de Microsoft y Facebook, respectivamente.

En América Latina también vimos aparecer nuevos millonarios, en el mismo período que la pobreza se extendía. El año 2020, las 500 personas más ricas del mundo aumentaron su fortuna en 1,8 billones de dólares hasta llegar a 7,6 billones de dólares.

Es decir que, en el año en el que la crisis capitalista azotó a los pueblos, envió a millones a la desocupación y otros tantos vieron disminuir sus ingresos y creció la pobreza, las 500 personas con más dinero experimentaron un incremento del 31% de su riqueza.

El capitalismo, al igual que todas las sociedades de clases, tiene instituido el distanciamiento social, ahora se ha profundizado y su tendencia es a agudizarse. Estoy en contra de ese distanciamiento, de esas diferencias marcadas por capacidades económicas –a su vez- determinadas por la condición de propietarios o no del capital.

Ese distanciamiento no es un concepto en sí, es una realidad y una  concepción defendida por los grupos de poder, por quienes miran como una pandemia la lucha por la equidad social.

*Ecuatoriano, analista de temas políticos. Escribe en periódico Opción. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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