No sólo de fútbol vive el hombre
(…) cabe interrogarnos: sí, muy bien la fiesta del deporte, la alegría de la gente disfrazándose, inventando coros y enarbolando banderas. Pero veamos el otro aspecto. El dinero que han invertido tanto los gobiernos de las naciones actuantes como las empresas privadas en publicidad tiene que llevarnos a la obligación moral de que la misma cantidad que se usó para la fiesta se invierta ya mismo en comedores infantiles y en terminar con las villas miseria, que de diversa calidad existen en todos los países del mundo. Y los jugadores donen un diez por ciento de lo ganado por patear la pelota para planes que tengan que ver con la dignidad de la niñez de cada uno de los países a que pertenecen.
Con gran orgullo se ha difundido que Messi ya posee cien millones de dólares, que gana 12.6000.000 dólares por año en el Barcelona y que por la explotación de su imagen en publicidad ya ha obtenido 33 millones de dólares.
Debemos sentir vergüenza ajena y propia ante esta realidad. Sí, gozar del espectáculo pero también tener la conciencia de que algo así conspira con cualquier pensamiento racional y humano. Las hinchadas deberán en el futuro llevar grandes carteles para desplegar en las tribunas. “Messi –o quien sea—, doná el 10 por ciento de tus entradas para nuestros niños desnutridos” o “Goles sí, pero también basta de villas miseria”. Claro que con esto no solucionamos el problema ético de nuestras injustas sociedades, pero por lo menos llamemos la atención que no todo son goles, ni todo es la camiseta. Pensemos no sólo en nuestros colores sino también en el hambre y la falta de techo digno en nuestra sociedades. Empecemos por ahí. Entonces sí que nos vamos a poner bien contentos. Sería un comienzo. La alegría en una sociedad que busca dignidad.
Osvaldo Bayer, en Página 12