Nueva ostpolitik: Alemania se acerca más a Rusia y China

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Alfredo Jalife-Rahme
Muchas veces el silencio sobre cierto tipo de noticias relevantes es superior a su difusión cacofónica.Hasta ahora ha sido estruendoso el mutismo de Stratfor, centro de propaganda israelí-estadunidense con asiento en Austin (Texas), respecto de las dos visitas recientes de la canciller alemana, Angela Merkel, tanto a Rusia como a China.

 

Esto, a nuestro entender, delata su alto significado por el dolor que seguramente habrá infligido a los geoestrategas de Estados Unidos (EU) condenados a administrar la crisis de su política exterior frente al floreciente nuevo orden multipolar.

Ya suena a perogrullada sentenciar que el centro de gravedad del planeta se ha movido al Este, lo cual se venía asentando –como anunciamos en nuestros textos desde 2004 (cuando se supo el fracaso de la aventura bélica anglosajona en la antigua Mesopotamia)– mucho antes de la quiebra emblemática de Lehman Brothers, el 15 de septiembre de 2008, la cual solamente concurrió a acelerar la irreversibilidad del ocaso del orden unipolar estadunidense.

Con la grave crisis del euro a cuestas y el descenso al segundo lugar de las exportaciones mundiales (en beneficio de China, hoy primer lugar) –además de la pública querella financiera sobre el tema tabú de la "regulación" con la desregulada dupla anglosajona durante la malhadada cuarta cumbre del G-20 en Toronto– Angela Merkel, canciller de la primera potencia geoeconómica de Europa (quinta mundial, cuando se mide su PIB por el "poder de paridad de compra"), no tuvo más remedio que profundizar sus lazos estratégicos comerciales y tecnológicos con Rusia, así como expandir sus relaciones financiero-económicas con China.

Durante la guerra fría bipolar se solía llamar ostpolitik (la política hacia el Este) a la apertura de relaciones de Alemania Occidental (en especial de los visionarios dirigentes de la socialdemocracia) con el bloque soviético.

Hoy, durante la incipiente multipolaridad, la nueva ostpolitik alemana es hacia Rusia y China, dos miembros prominentes del BRIC, además del G-20. No es coincidencia que la enésima cumbre entre la canciller Merkel y el presidente ruso, Dimitri Medvedev, se haya escenificado en Yekaterinburgo, la ciudad rusa de los Urales que dio nacimiento formal al BRIC (Bajo la Lupa, 9/6/09).

Süddeutsche Zeitung (16/7/10), influyente rotativo de Munich, titula "Se descongelan las relaciones en Siberia", donde ambos mandatarios "parecieron ser los mejores amigos" cuando la canciller "ofreció ayudar los programas de modernización de Rusia en salud, energía eólica y transporte regional". A cambio "los rusos han acordado generosamente comprar trenes de Siemens por 2 mil 200 millones de euros". Es notorio que Alemania anda en búsqueda de euros por doquier.

Matthias Schepp, corresponsal de Der Spiegel on line (14/7/10) es más escéptico y aporta su superficial visión de un "duradero matrimonio aburrido" y "sin chispa" entre Alemania y Rusia cuando "Berlín se encuentra en peligro de perder la iniciativa política y económica en beneficio de otros países que cortejan a Moscú" (Léase: Francia, Italia y EU).

Schepp se lamenta de que la poderosa empresa alemana Siemens no haya imitado los progresos espectaculares de sus similares franceses (EDF y la gigante energética GDF Suez) que han descolgado jugosos contratos con Moscú que ha incrementado su comercio con París en 250 por ciento en los recientes cinco años. Más inquietante aún, para Schepp, ha sido "la venta de cuatro transportadores de helicópteros Mistral que incluyen transferencia de tecnología".

(Hoy, fuera del "México neoliberal" y otros países entreguistas, las naciones que se respetan compran bajo la condición sine qua non de transferencia de tecnología.)

La prensa rusa ha sido más efusiva y exulta la participación de Alemania (que encabeza Siemens) en el proyecto de encrucijada tecnológica de Skolkovo, en las afueras de Moscú: el "valle del silicio" ruso (Ria Novosti, 15/7/10).

Europa permanece un importante destino de las reservas foráneas chinas", lo cual constituye un apuntalamiento para el alicaído euro.

Se recuerda que China cuenta con reservas foráneas por US$ 2.45 millones de millones –trillones en anglosajón– hasta junio de 2010 (Xinhuanet,11/7/10) frente a las famélicas reservas de Alemania (undécimo lugar mundial, con 184 mil millones).

Merkel destacó la "fe (sic) de China en el euro" y el compromiso de ambos países a reforzar la divisa común europea, por cierto, vapuleada por los especuladores de la banca israelí-anglosajona.

A nuestro juicio, EU (con Gran Bretaña pérfidamente en la retaguardia) buscaría un G-2 geofinanciero del dólar derretido con el ascendente yuan/renminbi, lo cual pasa por la extinción del euro.

El apuntalamiento del euro manifiesta la voluntad china por un nuevo orden financiero de corte multipolar sin romper bruscamente con el dólar que permanece par défaut (en ausencia de competidores alternos creíbles) como la principal divisa de reserva global hasta nueva orden.

El presidente chino, Hu Jintao, expresó que "la frecuencia de reuniones al más alto nivel entre China y Alemania demuestran la fuerza de la relación bilateral", cuando los comentaristas chinos abundan sobre el carácter "histórico" de la cuarta visita de la canciller Merkel a China.

No le vemos nada de "histórica" en esta ocasión si no llevase de la mano el rescate del euro por las cuantiosas reservas chinas.

¿Por qué los halcones financieros de Wall Street y la City no aceptan serenamente la multipolaridad de las principales divisas del mundo que incluyan tanto al euro como a las divisas del BRIC?

Suena impactante que el destino del euro hoy se encuentre a la deriva entre Escila y Caribdis: entre la guerra geofinanciera subrepticia entre el dólar estadunidense y el yuan chino. Parece que Merkel prefirió acercarse al BRIC ante el brutal asedio del dólar.

*Analista internacional mexicano, columnista de La Jornada

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