OMC en el retrovisor de las empresas, inmersas en una profunda crisis neoliberal

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 Desde hace mucho tiempo la ideología de la globalización, pregonada por la Organización Mundial del Comercio (OMC) persiste en la valoración y la justificación que toma posición con respeto al comercio mundial. Esta ideología arguye la inevitabilidad de ésta y por ende de sus consecuencias. De tal manera que, por una parte, amenaza con la marginación y autodestrucción a quien se oponga a ella y, por otra predica que la salvación o el avance de las naciones tiene un solo camino: ser competitivo en el mercado mundial.

A mediados del mes de abril, la Directora General de la OMC Ngozi Okonjo-Iweala declaró que los miembros de la OMC debían hacer más para impulsar el crecimiento del comercio mundial invirtiendo en la cooperación multilateral y aportando soluciones a los desafíos económicos que afrontaba el mundo.

En una reunión del Comité de Negociaciones Comerciales de la OMC, que ella preside, señaló “que la desaceleración del comercio mundial que los economistas de la OMC proyectaron en su reciente pronóstico anual debería ser motivo de preocupación para todos nosotros». El 5 de abril, los economistas de la OMC dijeron que se espera que el volumen del comercio mundial de mercancías crezca un 1,7% este año, tras un crecimiento del 2,7% en 2022.

«Un crecimiento económico más lento significará, a largo plazo, niveles de vida y oportunidades más bajos para las personas de todo el mundo», dijo a los miembros.  «Es importante internalizar el comercio digital como una nueva fuente de crecimiento y garantizar que estamos proporcionando el entorno propicio, la igualdad de condiciones y las reglas para que esto prospere».

A su vez esta insistió que “debemos asegurarnos de desempeñar un papel como un escenario multilateral para la cooperación global que pueda ofrecer beneficios para las personas. Lo hicimos en la CM12 (la 12ª Conferencia Ministerial de la OMC en junio de 2022) y sé que podemos hacerlo de nuevo». «Como organización multilateral que proporciona el marco para las relaciones comerciales entre 164 miembros, es nuestra responsabilidad aportar soluciones a los desafíos económicos que enfrenta el mundo», añadió.

Con respecto a la 13ª Conferencia Ministerial (CM13) que se celebrará en Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) en febrero de 2024, la Directora dijo que la CM13 «es una oportunidad importante en el horizonte», agregando que dada la situación global actual, «no podemos permitirnos tener la CM13 sin ningún resultado.

Y advirtió. «El mundo cuenta con la OMC. Para obtener resultados, es esencial encontrar el equilibrio adecuado entre ambición y pragmatismo». «Tener éxitos consecutivos de las Conferencias Mundiales es crucial para demostrar que hemos restaurado la OMC como un lugar para la acción. También es nuestra responsabilidad para con las personas cuyas vidas y medios de subsistencia han sido gravemente golpeados por la policrisis».

«A partir de los informes de hoy, francamente hablando, tenemos que movernos. Si queremos tener éxito en la CM13, tenemos que empezar a negociar realmente sobre el fondo», advirtió, tras observar que «El consenso no se puede construir de la noche a la mañana y si no dramatizamos nuestro trabajo en Ginebra, no podemos desdramatizar el trabajo de los ministros», declaró.

«No quiero tener que informar en julio que, a pesar del arduo trabajo de todas las partes, todavía estamos muy separados. Por lo tanto, la responsabilidad recae en usted para cumplir».

La OMC, en las fauces del neoliberalismo, atacada por varios frentes

La historia de las ideas trata el campo de los discursos como un dominio en el cual se desarrollan esencialmente dos valores, y todo elemento que del surja puede ser catalogado como antiguo o nuevo, inédito o repetido. Hace mucho tiempo que la OMC atraviesa una doble crisis, que manifiesta su imposibilidad de cumplir con las funciones que le fueron asignadas por su propio tratado constitutivo.

En primer lugar, el funcionamiento de dicha organización se caracteriza por un bloqueo institucional que le impide administrar eficazmente los acuerdos comerciales internacionales, concluidos bajo sus auspicios. En segundo lugar, la OMC ha fracasado en su capacidad de servir de foro para las negociaciones comerciales multilaterales. Las causas de esta doble crisis son complejas y las posibles soluciones a la misma no son suficientes para que pueda salir del impasse en el que se encuentra.

Pero está muy claro que el comercio mundial esta cada vez más determinado por los comportamientos monopolíticos y oligopólicos que dominan el mercado mundial, es decir el lobby empresarial. La mayor parte del comercio internacional se realiza al interior de las corporaciones o empresas multinacionales, transnacionales o globales. Por ello lo de libre comercio es un mito y lo que más predomina es la desigualdad del comercio: libre comercio consolida la desigualdad de éste.

Durante la preparación del CM12 la Cámara de Comercio Internacional (CCI), que es la organización empresarial más grande y representativa del mundo, estableció su propia agenda para ser discutida por la OMC, con más de 45 millones de miembros en más de 100 países, con intereses que abarcan todos los sectores de la empresa privada.

Tiene tres actividades principales: establecimiento de reglas, resolución de disputas y promoción de políticas. Debido a que sus empresas y asociaciones miembros están involucradas en negocios internacionales, la CCI tiene una autoridad incomparable en la elaboración de reglas que gobiernan la conducción de negocios a través de las fronteras. Si bien estas reglas son voluntarias, se observan en miles de transacciones todos los días y se han convertido en parte fundamental del comercio internacional; lo que por la vía de los hechos se ha convertido en una especie de OMC paralela.

Y actúan con una arrogancia sorprendente. Por ejemplo, en el trabajo previo de la CM12, John Denton, secretario general de la CCI, presentó un documento titulado “Prioridades empresariales mundiales para la OMC”, que abarca cinco esferas prioritarias que la comunidad empresarial desearía que los miembros de la OMC abordaran en la MC12 y se incorporaran a un programa de trabajo en los próximos años.

Entre ellas figuran la reforma de la OMC, el comercio y la salud, la sostenibilidad comercial y ambiental, el comercio y la economía digital, y el comercio y la inclusión. Pero Denton, manejó sus conceptos en una especie de síntesis dialéctica de fortaleza y debilidad, sinceridad o arrogancia, destacando las bondades del neoliberalismo y la importancia de restablecer una OMC que funcione con eficacia. «Para que la OMC nos sea útil, tiene que funcionar, tiene que ser adecuada para su propósito» (¿…?)  «Los temas que trata deben ser los del siglo 21”, dijo.

La arrogancia de sus planteos, sobre la eficacia de la OMC, llama la atención, pero en principio y estatutariamente, la OMC está dirigida por los gobiernos de sus miembros. Todas las decisiones importantes son adoptadas por la totalidad de los miembros, ya sea por sus ministros que se reúnen por lo menos una vez cada dos años o por sus embajadores o delegados que se reúnen regularmente en Ginebra. Ahora bien, esto para el mundo empresarial no es más que papel mojado.

Una vez más queda demostrado como el lobby empresarial, actúa como un mecanismo de influencia de poder en las relaciones comerciales internacionales. Expone sus orígenes y el medio donde se desarrolla, así como su estructura, organización y las experiencias. Detalla el campo específico y conveniente de su implantación, afirmando que es saludable cuando los países y las empresas empiezan a internacionalizarse, pues posibilita superar las barreras al comercio.

No está claro hacia donde el sistema de comercio internacional encamina su rumbo, pero se debería prestar mucha atención a estos movimientos, ya que detrás de estas negociaciones, de estas guerras comerciales, se ocultan los verdaderos intereses de las empresas multinacionales, depredadores sin alma de las materias primas y fuentes energéticas de los países pobres y dependientes.

En la actualidad, tanto la liberalización -modelo de organización de los intercambios comerciales globales- como la OMC -principal institución internacional que lo promueve- se encuentran en una profunda crisis existencial.

Por el momento, los Estados miembros de la comunidad internacional se debaten entre tratar de salvar a la OMC o poner fin a sus sufrimientos. El futuro dirá cuál de las dos vías se adopta y si la OMC existirá en 2030 o sólo será un ejemplo histórico más del fracaso de las organizaciones internacionales, que sólo se rigen por los intereses políticos de sus miembros, sin admitir ningún tipo de delegación de soberanía.

En las fauces del lobo; la liberalización del comercio es el pilar del neoliberalismo como paradigma dominante de la regulación de las relaciones económicas internacionales… en profunda crisis.

*Periodista uruguayo residente en Ginebra exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas (ACANU) en Ginebra. Analista Asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

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