Ópera

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Durante el Renacimiento, los italianos habían adquirido un gusto por las representaciones profusas y fantasmagóricas, en la que figuraban muchos “extras”. Estos espectáculos se llamaron “ópera”, o sea “obras”, en el sentido originario de la palabra, y se realizaban con auxilio de toda clase de recursos mecánicos y montajes fantásticos, así como cabalgatas, ballets, conciertos, batallas y farsas. Con frecuencia también se incluía la comedia italiana, y ésta aparecía como parte integrante de la representación, o bien como un intermedio, pues no existían los entreactos.

-“No cabe duda que la ópera fue una creación aristocrática, a la par que italiana; un resultado de la exquisita labor de un grupo de nobles florentinos, de tan alta alcurnia como gran refinamiento, que los alejaba de los gustos populares -explica  Giuseppe Prezzolini, en su obra Legado de Italia, Ediciones Pegaso, Madrid , 1956- agregando: “ Y al ser  adoptada rápidamente, en Alemania y Rusia, dio lugar a tres grupos, por lo menos, cada uno de los cuales lleva impreso el genio de sus respectivos países de adopción. Debe sin embargo, recordarse que su origen, en una ciudad pequeña, pero ilustre, como Florencia, se debió al deseo expreso de crear un  género nuevo de expresión artística.

Y que después de un  periodo de discusiones, controversias y ensayos, la noche del 6 de octubre del año 1600 se representó la opera Eurydice, música de Jacobo Peri,  y libreto del poeta Ottavio Rinuccini, en el festival organizado en honor de la princesa María de Médicis, (1573-1642) cuyo nombre ha pasado a la historia únicamente por esta asociación famosa. Es posible discutir sobre el periodo de incubación, las razones del invento, los precursores y en qué grado contribuyeron a esta creación; pero el 6 de octubre de 1600, es la fecha oficialmente aceptada y reconocida del nacimiento de la ópera”.

Durante el romanticismo, Italia, siguió privilegiando la voz –bel canto, Giuseppe Verdi, Giacomo Puccini,-  los franceses trabajaron la psicología de los personajes (Héctor Berlioz, Carlos Gounod) hasta alcanzar la expresión naturalista (Julio Massenrt, Georges Bizet), en Alemania,  se potenció la orquesta  y se tendió hacia el arte total ( Ricardo Wagner, Richard  Strauss).

En 1759 se estrenó en el teatro del Ermitage, de San Petersburgo, la primera ópera rusa Alcestes, el libreto era de Alexander Petrovich Sumarókov, -1717-1777-, el segundo poeta importante de la época  en ese país, y la música del Sr. Raupp.  El 18 de junio de 1821, inició sus actividades  la Ópera Real de Berlín, con la presentación de la obra  Der Freischült, de Carlos María Weber, que popularizó el nombre del autor. Se considera esta fecha como el nacimiento de la ópera nacional alemana.

En las funciones de ópera que se dieron entre 1880 a 1885  tanto en Madrid como en otras ciudades de España, muchos cantantes españoles se creyeron en la obligación de italianizar sus apellidos, tentados  sin duda por el favor a veces excesivo que el público reservaba a los a los artistas de Italia. Así,  Carolina Castelló aparecía en los carteles como Castiglione; Bazán como Bazzani; Adela Aymerich, Aymerí, Anacleto Brunet, Brunetti; Cayetano Ortiz, Ortisi, etc. Esta ridiculez fue muy censurada, y un cronista de la época comentó:  Gutierrini y Pericini / son, aunque acaben en ini/dos españoles cantantes/que si malos eran antes/son ahora “peorini”

 -La primera representación de Walkyria en Madrid, se dio en 1899. Como dato curioso fue cantada en español: la traducción hecha por Luis París, si bien correcta literalmente, se adaptaba mal a la expresión musical; fue una tentativa bien intencionada pero contraproducente. Sobre esto, el comentarista y escritor José Borrell Vidal, en su libro Setenta años de Música, comenta entre otras cosas, lo siguiente: “Fue en el Teatro Circo de Price, de Madrid, de pésimas condiciones acústicas a la sazón, pero al que  indefectiblemente iban a parar las compañías de “ópera barata” debido a su gran aforo, esto permitía la baratura de las localidades: sesenta y cinco céntimos costaba la entrada general, con derecho… a permanecer de pie durante toda la representación. En el curso de unas de aquellas breves temporadas cuantas óperas se representaron, habían sido traducidas al español”.

-Juan Felipe Rameau, -1683-1764, el gran compositor francés de la escuela de ópera, intentó hacer una obra sobre un tema sacro. Su elección recayó en Sansón, pero no llegó a estrenarse. De acuerdo a lo escrito por Wallace Brockway, en su libro The Opera, “su representación fue prohibida en el último momento, porque según parece, el libreto escrito por un autor novel llamado Voltaire, hubiera podido ofender los sentimientos religiosos del auditorio”.

 - ¡RESUMEN + VÍDEO!
Los compositores de ópera más destacados

-“Muchas personas se preguntan cómo era posible para los compositores de los siglos XVI y XVII escribir tantas piezas como produjeron. Pero es precisamente lo que no hacían, sostiene Hendrik Willem vam Loon, en su libro “Las Artes”, agregando: “Jamás se preocuparon de estos detalles. Se limitaban a bosquejar la melodía que tenían en la mente. Pero tanto los músicos como los que no lo eran conocían tan perfectamente su oficio en aquel tiempo, que no necesitaba más que aquel simple boceto -unas notas taquigráficas- para guiarse en sus cantatas y conciertos.”

-“No es fácil explicar con palabras lo que la música hindú significa, pues tiene muy poco de común con la nuestra,” explica Hermann Keyserlin, estudioso de la música hindú, en su obra “Diario de viaje de un filósofo”. Agregando: “Esencialmente, la música hindú es de sentido idéntico a la danza hindú. Ni propósito, ni contorno dibujado, ni principio, ni fin. Es un fluctuar y discurrir de la eterna corriente de la vida. Por eso produce en el oyente la misma impresión que la danza: no cansa y podría perdurar indefinidamente: como de la vida nadie se sacia nunca. Pero en lo que la danza tiene un valor general queda realizado en esta melodía hasta en la más refinada intimidad. En esta música, no el tiempo en general, sino los estados determinados de la vida, aparecen proyectados sobre el fondo de la eternidad”.

-La música más impresionante de Sudamérica es la de Perú. Es monótona y polifónica: pero en ella resuena por doquier el recuerdo de un gran pasado. Tan pronto creemos escuchar el eco de la marcha de los poderosos ejércitos de los incas, creadores de uno de los más grandes imperios de la historia, como el cantar resignado de los forzados. Y cada canción tiene al mismo tiempo algo de himno religioso: la memoria del antiguo orden divino, que daba un sentido heriático a toda obra terrena.

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