Pandora Papers: hay crítica moral a las personas pero silencio sobre el sistema
El domingo 3 de octubre estalló Pandora Papers, una filtración gigante de información financiera confidencial que una fuente anónima le entregó al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), mientras que con un apagón gigante quedó demostrado que las plataformas de Facebook están plagadas de fallas, que tienen efectos nocivos sobre sus usuarios.
Quizás la semana que acaba de terminar sea un punto de inflexión en la historia digital contemporánea, incluyendo, claro está, la secuencia de los tres días que conmovieron a la principal red social del planeta. Los investigadores de Facebook han identificado los efectos nocivos y a pesar de las audiencias del Congreso, sus propias promesas y numerosas exposiciones en los medios, la empresa no las arregló. Así de simple.
La ex responsable de Producto de Facebook, Frances Haugen, en su comparencencia en el Senado, volvió repetidamente a la idea de que el algoritmo de Facebook incita la desinformación, los discursos de odio e incluso la violencia étnica.
“Sabe y lo han admitido, que la clasificación basada en la participación es peligrosa sin sistemas de integridad y seguridad, pero aun así no implementó esos sistemas de integridad y seguridad en la mayoría de los idiomas del mundo. Destroza a las familias. Y en Etiopía, está literalmente avivando la violencia étnica», describió.
E instó a los políticos estadounidenses: «El Congreso puede cambiar las reglas de juego de Facebook y detener muchos daños que está causando actualmente. He hablado públicamente bajo un gran riesgo personal porque creo que todavía tenemos tiempo para actuar, pero debemos hacerlo ya».
Tan grande es el impacto de esta nueva revelación de los Papeles de Pandora, que opacó por completo el acuerdo de 136 países en la OCDE para gravar por primera vez a las empresas multinacionales y las consecuencias de la caída de Facebook y sus redes.
Aunque el acuerdo de la OCDE fue anunciado como un hito, los expertos y las organizaciones de la sociedad civil denunciaron la iniciativa de Estados Unidos por favorecer a las naciones más poderosas.
Las primeras consecuencias institucionales de esta verdadera Caja de Pandora se irán dirimiendo en cada plano nacional. En América Latina resaltan los casos de Ecuador y Chile, pues sus presidentes-empresarios aparecen sindicados como fugadores seriales, y Brasil, donde los implicados son nada menos que el Ministro de Economía y el titular del Banco Central.
Este tipo de prácticas demuestra que hay algunos que por su posición económica, pueden evitar o eludir algunos de estos costos, aunque e supone que hay un principio de igualdad que a priori debería regirnos. Rápidamente salta a la luz que hay individuos que se comportan apartándose de eso. Lo hacen sin ningún tipo de necesidad o intención de justificación pública, porque aunque esto es legal bajo ciertos parámetros, en general no tiene una visibilidad pública: se realiza en secreto, solapadamente.
Hay que tener en cuenta, asimismo la constitución ética del sistema, con una estructura básica que permite, alienta y estimula este tipo de comportamientos, en el cual las decisiones individuales, son un elemento secundario, porque independientemente de ellas y del cargo de responsabilidad individual, hay un funcionamiento sistémico que es el que habilita y estimula esto, corroyendo el sentido de justicia, el sentido democrático, de creer que estamos embarcados en una empresa común.
Si bien genera rechazo moral e indignación, los analistas alertan que también estimula sentimientos como los de envidia, lo que es muy dañino para la potencialidad de convivencia democrática. Y esto está generado por culturas que de trasfondo cuentan con un componente fuertemente individualista, de tipo meritocráticas.
La consigna es “lo que yo tengo y de lo que soy dueño lo merezco tener, y puedo hacer con eso lo que quiera, por ejemplo, sacarlo de mi país y ponerlo en otro lado”. Desde la ética se puede caer en el juicio fácil sobre el comportamiento de individuos puntuales, pero así se evita poner en juicio los elementos estructurales, que son los que efectivamente permiten que estas prácticas se perpetúen en el tiempo y sean incentivadas. No es casualidad. Sólo se muestra el comportamiento de los sujetos y no la estructura de fondo.
Todo tiene que ver con esta cultura que repite la idea de la propiedad de ciertos bienes que la persona ha merecido tener, y que ese es un elemento que justifica su posición y el goce absoluto y arbitrario sobre esos bienes. Y esa es una construcción histórica del capitalismo que estamos acostumbrados a observar cotidianamente.
Desde los Panamá Papers hay una idea de que hay un enorme conglomerado de medios de comunicación investigando, pero no hay un conglomerado de medios investigando cómo se distribuye la riqueza en nuestras sociedades. Ahora, pareciera que la especulación y la concentración, sin el componente de la vinculación al ámbito productivo del trabajo, genera un elemento de mayor sanción por la sociedad, en defensa de los valores de las sociedades capitalistas.
*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)