Peligra el poder político de Obama ante el creciente desencanto popular

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David Brooks*
Apenas un año después de celebrarse tal vez el momento de mayor esperanza en la última década en este país, se desvanece el encanto popular de Barack Obama y con ello peligra su poder político.

Empieza a hablarse del debilitamiento de un líder que marcó la historia y llegó al poder con enorme capital político, pero que después de un año en la Casa Blanca no ha cumplido con casi ninguna de sus principales promesas. Se ha desplomado el nivel de aprobación de este político, pero tal vez más preocupante es que se empieza a ver el desencanto entre sus bases, lo cual podría tener serias consecuencias políticas para el Partido Demócrata y la agenda de gobierno de Obama.

Aunque todos reconocieron que asumía la presidencia en medio de la peor crisis financiera desde la gran depresión y heredaba dos guerras, él prometió una serie de políticas que resumía en una palabra: "cambio".

Pero el "cambio" es cada vez más difícil de detectar más allá de la retórica, y recientemente hasta eso parece más de lo mismo. "Estamos en guerra", afirmó Obama la semana pasada, con el mismo vocabulario de George W. Bush y Dick Cheney, al hablar sobre el fallido atentado "terrorista" en un avión que aterrizaba en Detroit en Navidad, asunto que interrumpió sus vacaciones y provocó una emergencia política y de seguridad nacional para su gobierno. Desde entonces se habla sin cesar sobre "enemigos", "amenazas", medidas de seguridad cada vez más extensas. O sea, el mismo vocabulario desde el 11-S.

La economía
Pero la principal "amenaza" política al gobierno de Obama no proviene del exterior. No hay tema más importante en el ámbito político-electoral que la economía, y sobre todo el empleo. Al empezar un año de elecciones legislativas en que los demócratas esperan perder varias curules frente a sus opositores, todos saben que el factor más influyente en el voto es el estado de la economía. Una y otra vez Obama ha subrayado que su prioridad es regenerar el crecimiento económico y el empleo. El viernes, cuando el gobierno esperaba anunciar una reducción de la desocupación, las cifras oficiales registraron la pérdida de otros casi 100 mil empleos. Obama tuvo que declarar que era "un recordatorio de que tenemos que trabajar cada día para lograr que avance de nuevo nuestra economía. Para la mayoría de los estadunidenses, como para mí, eso significa crear empleos".

Los "sorpresivos" anuncios de dos veteranos legisladores demócratas, Christopher Dodd, de Connecticut, y su colega Byron Dorgan, de Dakota del Norte, ambos con décadas en el Senado, de que no buscarán la relección detonaron especulación e intenso debate sobre si esto indicaba el debilitamiento del partido de Obama. Aunque no es tan simple –más legisladores republicanos que demócratas han anunciado su retiro de ambas cámaras al aproximarse el ciclo electoral que culminará en los comicios de noviembre–, casi todos los pronósticos son de una derrota demócrata, y la única pregunta es de qué tamaño será.

Mucho dependerá de si Obama podrá animar a las mismas bases que lo llevaron a su triunfo histórico a mantener su apoyo y defender su agenda. Eso en gran medida será determinado por la evolución de la crisis económica, pero también dependerá de si ofrece algo más que retórica y es capaz de renovar una imagen que pierde su encanto, según demuestran todas las encuestas.

"Estamos dispuestos a apoyarlo en la reforma de salud, aunque estamos decepcionados con la reforma, porque sabemos que si él fracasa, su presidencia estará hundida", comentó un líder latino a La Jornada. "Pero no estamos dispuestos a hacerlo en todo, y llegará el momento en que él tendrá que responder a nuestras demandas de asistencia para los trabajadores, los que pierden sus casas, los migrantes, el ambiente, y otros temas prioritarios, o simplemente nuestra gente no saldrá más a apoyarlo".

*Corresponsal de La Jornada de México en EEUU

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