Periodista argentina: ser noticia por lo más triste

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Villa Devoto es un barrio peculiar de Buenos Aires, era —o es todavía— el «jardín de la ciudad»; sus templos son muchos y su cárcel logró fama internacional cuando —al caer una dictadura— la ciudadanía frente a sus puertas exigió, y obtuvo, la salida de los presos políticos allí recluidos. Solía ser un lugar tranquilo y apacible. En un edificio sin mayores pretensiones vive la periodista Marcela Pacheco.| LAGOS NILSSON.

 

Hoy, en el crepúsculo de este jueves 13 de setiembre de 2012, Marcela Pacheco cumple 18 días en huelga de hambre. Sin aspavientos. Sola. En su casa. El último trabajo estable lo cumplió la estación de televisión del Estado, canal 7, de cuya pantalla fue separada en 2006.

 

Caracterizó a la periodista su estilo informal, que incluía comentarios personales sobre las noticias que le tocaba leer en el noticiario de medianoche; esos comentarios no siempre coincidían en forma y fondo con el criterio de la dirección del canal.

 

A fines de agosto, entrevistada por el diario Perfil, dijo: «La palabra debe ser libre. A mí me taparon la boca durante la dictadura y ahora me la tapan quienes dicen representar a la otra parte». 

 

Por la falta de claridad con que operan, y no solo en la Argentina, los medios periodísticos, el veto a Pacheco es confuso. «Pasó lo que pasa en todos lados, con los condicionamientos con los que trabajamos todos los periodistas, pero un poco más cínico» —dijo a un colega (Jorge Rial) al cumplir 16 días de protesta por su cesantía.
Rebelde, entonces, no pensaba en lo que podía o no decir, o si le sería inconveniente hacerlo, sino que simplemente lo decía. «Una pelea de David contra Goliat”.

 

Curiosa es la opinión de un ex colega de Marcela Pacheco en canal 7 de Buenos Aires, recabada por el programa Intrusos; Salim Saad: “Ella dice en esta movida que quiere volver a Canal 7 para hablar con libertad. ¿Con qué libertad? Para hablar con libertad compramos un programa, no podemos decir lo que se nos ocurre”.

 

Además indicó que ella no puede conducir un noticiero, pero podría compartir cámara en un espacio de corte humorístico. La solidaridad a veces es como el adjetivo según Vicente Huidobro: si no da vida mata.

 

Algunas fuentes señalan las causas principales de su despido fueron la libertad de la que hacía gala para criticar acciones del gobierno y su participación en una de las corrientes del sindicalismo en el medio periodístico. En un comunicado difundido por La Naranja, sector de izquierda de la agrupación de periodistas argentinos, ella manifestó «su deseo de que los trabajadores de prensa puedan expresarse libremente en cualquier medio de prensa, sean públicos o privados».

 

Un grupo de colegas de Pacheco —entre ellos Mariana Cuccarese, recientemente despedida de Canal 13 por su actividad sindical— la visitaron para reiterarle su «total e incondicional apoyo a la lucha que lleva adelante por la reinstalación en su puesto de trabajo y nuestra preocupación por su salud frente a la indiferencia oficial y de las autoridades de Canal 7, que han hecho silencio de radio frente a la situación que vive la compañera».

 

Hace un tiempo, en una columna publicada por Página 12, diario de Buenos Aires— comentando una grabación de la banda La Vela Puerca— escribió:
«No tienen nada que ver con la perfección literaria, pero le dan a lo que hacen un contenido que se preocupa por las cosas que hacen falta. Después de escuchar un rato, uno descubre el mensaje, que quizá nos están queriendo transmitir: o nos ponemos a festejar juntos, o los amargos nos van a llevar al nicho».

 

Ni en la Argentina ni en otros lugares del mundo los periodistas tienen mucho para festejar.

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