Perspectivas sombrías para la economía suiza: la neutralidad, bien gracias

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Las perspectivas económicas se han oscurecido en Suiza desde que entraron en vigor los nuevos aranceles estadounidenses. Las previsiones de crecimiento para 2026 se han revisado significativamente a la baja, dijo recientemente la Secretaría de Asuntos Económicos (Seco).

Se espera que el PIB crezca un 0,9% en 2026, mientras que en junio se esperaba un aumento del 1,2%. No obstante, la perspectiva es que en la segunda mitad del año en curso termine con un crecimiento lento, pero un crecimiento ligeramente mejor en la primera mitad del año lo que compensará, por lo tanto, Seco se muestra más optimista confirmando el pronóstico de crecimiento del 1,3% en 2025.

Un crecimiento más débil que pesará sobre la evolución del mercado laboralEl 7% de los residentes en Suiza son pobres - SWI swissinfo.ch. La tasa de desempleo aumentará al 3,2% en 2026, desde el 2,9% en 2025, según estimaciones de Seco. En términos de inflación, el cambio es mínimo, ya que se espera que aumente al 0,2% en 2025, en comparación con el 0,1% en el pronóstico de junio. Todavía se espera que la inflación para 2026 sea del 0,5%.

Varios riesgos podrían empujar al franco suizo al alza, dice Seco. Es de temer el deterioro del contexto internacional, las posibles correcciones en los mercados financieros, así como los riesgos relacionados con la deuda internacional, en particular de los Estados.

Además, los riesgos de balance que enfrentan las instituciones financieras, así como los relacionados con los mercados inmobiliarios, se mantienen. Los conflictos armados en curso también plantean riesgos geopolíticos.

Organismos internacionales el Talón de Aquiles… y Trump  

Además de las tensiones económicas, otros factores subyacentes explican el panorama sombrío, que comienzan a perturbar los organismos internacionales con sede en Suiza, especialmente en la ciudad de Ginebra. Junto con el aumento de las tensiones geopolíticas y el auge del proteccionismo y las guerras comerciales a nivel global, como los aranceles de EU a las exportaciones suizas, generan incertidumbre y cuestionan el sistema económico liberal en el que se sustentan los organismos internacionales.

Por su parte los Estados Unidos, uno de los mayores contribuyentes de la ONU, tiene una deuda significativa con la organización, a pesar de monitorear el gasto de los fondos. Es evidente que la llegada del presidente Donald Trump a la Casa Blanca asestó un duro golpe a la ONU mediante los recortes de financiamiento, lo que provocó que el organismo internacional tuviera que realizar drásticas reducciones de personal, lo que a su vez ha generado que tenga más dificultades para resolver conflictos o ayudar a la población civil en lugares desde Gaza hasta Sudán.

Sin dudas la situación económica mundial ha entrado en una etapa de importantes recortes presupuestarios en varios países, que a su vez reducen sus contribuciones a las organizaciones internacionales. Por ejemplo, la propia Suiza, el país anfitrión, redujo en abril de 2025 su contribución al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en 13,5 millones de euros respecto al año anterior.

En un contexto de creciente polarización y nacionalismo, la eficacia y la credibilidad de organismos multilaterales como las Naciones Unidas se ven cada vez más cuestionadas. Se duda si estas organizaciones pueden resolver los problemas globales, lo que reduce la voluntad de los Estados miembros de invertir en ellas. Pero en realidad el sistema de la ONU lleva tiempo en mal estado, con tensiones entre las principales potencias que han frustrado repetidamente la diplomacia en el Consejo de Seguridad.

Pero sin dudas el regreso de Donald Trump a la presidencia estadounidense ha precipitado un deterioro aún más pronunciado en la situación de la organización, ya que también se ha abandonado numerosos acuerdos multilaterales, a su vez se ha impulsado iniciativas de paz unilaterales con escasa referencia a la ONU y, en ocasiones, ha parecido ignorar principios clave de la Carta de la ONU, como el respeto a la integridad territorial de los Estados.

Los miembros de la ONU en su conjunto se enfrentan ahora a decisiones difíciles sobre cómo gestionar las consecuencias de las decisiones estadounidenses, tanto para la ONU como institución como para las diversas crisis en las que participa. En muchos casos su tarea consistirá en controlar los daños, pero seguirá siendo vital.

Cuestionamiento de la neutralidad suiza

La histórica neutralidad de Suiza se ha visto afectada por la invasión de Ucrania y la imposición de sanciones a Rusia, lo que ha puesto en tela de juicio su papel como mediador imparcial. Esto, a su vez, podría impactar su estatus como sede de la gobernanza global.

La invasión de Ucrania y la imposición de sanciones por parte de EU a productos suizos han puesto en duda la viabilidad de la neutralidad suiza. La decisión de Suiza de alinearse con las sanciones de la Unión Europea (Ue) contra Rusia ha provocado la respuesta de Moscú, que ya no considera a Suiza como un país neutral.

No obstante Suiza se compromete a fortalecer la «Ginebra Internacional» como centro de gobernanza global, promoviendo el diálogo, la innovación y la búsqueda de soluciones a los desafíos globales. En cierta forma los organismos buscan adaptarse y modernizar sus operaciones. Un ejemplo es la Organización Mundial del Comercio (OMC), que ha optado por un Foro Público más «acotado y focalizado».

The future of Switzerland's famed neutrality in doubt? - France 24A pesar del panorama, se mantiene la esperanza de que la comunidad internacional responda a los desafíos. Representantes de la ONU han hecho un llamado a los gobiernos para que fortalezcan la estructura financiera global y sostenible. Sin embargo, la brecha de financiación es cada vez mayor, lo que obliga a las organizaciones a tomar decisiones difíciles sobre a quién y cómo ayudar.

El apoyo masivo a un barril sin fondo como Ucrania por parte de los donantes occidentales ha dejado a otras crisis de larga duración, como las de Yemen y Siria, sin los fondos necesarios.

A su vez, Suiza ha reducido sus contribuciones a organizaciones como la Alianza Mundial para la Educación y la UNESCO, así como a las contribuciones a UNICEF que se redujo en una cuarta parte.

En estos déficits de confianza las organizaciones no gubernamentales (ONG) también enfrentan una crisis de confianza similar a la de los organismos internacionales, lo que se traduce en una reducción del apoyo generalizado hacia el sector. La Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (COSUDE) también ha anunciado su intención de reducir sus actividades en educación básica para centrarse en la formación profesional y la educación en emergencias.

Estas medidas ponen en riesgo la infraestructura internacional de Ginebra, un centro neurálgico para las organizaciones de la ONU y agencias de ayuda. Ante la creciente incertidumbre, algunos consideran la posibilidad de que Suiza reconsidere su política de neutralidad, buscando una mayor integración con la Unión Europea.

Un firme deseo que la Ue lleva años promocionando a pesar de que un plebiscito le respondió en su momento. Lo que queda de la otrora casa de la neutralidad acechada por un mundo donde la paz es un sentimiento que está en declive debido al aumento de conflictos y tensiones geopolíticas requiere esfuerzos colectivos, desde la participación ciudadana individual hasta acciones diplomáticas, control de armas, desarrollo inclusivo y fortalecimiento de la educación para la paz. Las actuales elites están muy lejos de apreciar la dimensión y las consecuencias de sus decisiones, la guerra prolifera como un elemento central de la política económica del capitalismo, esa es la realidad.

 

* Periodista uruguayo residente en Ginebra, exmiembro de la Asociación de Corresponsales de Prensa de Naciones Unidas (ACANU) en Ginebra. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

 

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