Perú: el precio del oro y «el mercurio sale solo»

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El dos de junio de 2000, se produjo un derrame de mercurio que intoxicó a los pobladores del pequeño poblado cercano a Cajamarca. Los pedidos de atención médica y justa compensación nunca se atendieron. O sí, al modo de la empresa, que generosamente incluso pagó para que los niños recuperaran el metal —y padecieran de por vida las consecuencias. | ALEJANDRO TESA.

 

Todo empezó —relata la periodista Nelly Amancio en El Comercio de Lima— en la tarde del viernes dos de junio de 2000- Llegaba un circoi al pueblo y pasaba un camión cargado con balones de mercurio de una empresa dedicada a la explotación aurífera. Todo ocurrió entre las cuatro y las seis y media. Ya nadie se acuerda del circo.

 

«151 kilos de mercurio líquido de propiedad de la minera Yanacocha se derramaron a lo largo de 27 kilómetros de la vía que atraviesa la comunidad de Choropampa. Atardecía cuando la gente se percató. El mercurio brillaba sobre la carretera. Desde sus altavoces el circo prometía diversión. Un grupo de trabajadores de la minera llegó esa noche y ofreció 100 soles por cada kilo recuperado. Decenas de niños se lanzaron a las calles con cucharitas en mano para juntar en tazas el líquido letal. Ese fin de semana el circo estuvo lleno de niños, repleto», escribiío Amancio

 

Los niños recogieron el metal líquido en sus tazas, más tarde esas tazas se lavaron y se usaron para lo que se usan las tazas: beber agua, tomar el desayuno. Los niños fueron el 40% de los intoxicados. La intoxicaciòn es permanente, pese a que las autoridades nacionales los tranquilizaron: «el mercurio se va solo».

 

La «peruana» Yanacocha en verdad es una subsidiaria local de Newmont Mining Corporation, una empresa minera con sede en Denver, Colorado, Estados Unidos; lleva en el negocio más de 90 años. Con la responsabilidad social propia de las transnacionales que operan en los países del mundo del sur del Mundo a más de la propina por recuperar el mercurio —lo que aumentó los niveles de intoxicación— pronto pagó indemnizaciones «a dedo» a los enfermos. merced a los buenos oficios de un estudio de abogados estadounidenses que (tambien con celeridad) llegaron a la zona.

 

Algo semejante a la bondad que intentaron mostrar los responsables por la muerte de niños y ancianos en Chile por la ingesta de un alimento de uso médico: el «caso Nutricomp-ADN» que todavía no termina de asfixiarse en los tribunales de ese país. Y por lo demás se lavan las manos: la minera no conducía el camión mal estibado que ocasionó el desastre. Acaso lo mismo digan en su oportunidad los de Barrick Gold en Argentina y Chile cuando sea la hora del recuento por el emprendimiento de Pascua Lama y otros.

 

Y, aunque no se trate de una minera en terreno, será la misma argumentación que esgriman —todo puede ser— los fanáticos de las represas en el Aysen patagónico y los «diseñadores» de la carretera de la energía que llevará la corriente a lo largo de miles de kilómetros hacia el norte de los ríos y paisajes y vidas mutilladas.

 

Naturalmente, después de firmar acuerdos cuyos alcances ignoraban, luchar desde entonces por su salud y la recuperación de su modo de vida perdido, pretender atención médica para sus hijos, los pobladores de Choropampa siguen frente a un horoznte infinitamente vacío y gris. Uno de los lemas de la empresa es «Act with integrity, trust and respect».

 

Para mayor información, incluyendo una guía educativa en PDF y documentación sobre el caso, puede visitarse el portal de los productores del documental, aquí.

 

El vídeo se encuentra en YouTube, aquí.

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