Plan «Marshall» chino para industrializar África

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Japón ha reconocido oficialmente que China es la segunda potencia económica mundial. La confirmación de este dato, junto con las características de la reciente reunión del Presidente chino con su par norteamericano, no hacen más que ratificar el rol protagónico que tiene este país asiático en el concierto económico mundial.
Pero China no se duerme sobre sus laureles. Cada día se escuchan más las noticias sobre el debate que tiene ese país con el Banco Mundial, a propósito de la instalación de fábricas baratas en el continente africano. Ambos, Banco Mundial y China, coinciden en la conveniencia que África incremente su intervención en el comercio mundial.
Desde hace un tiempo China procura aumentar su participación en los países con menor nivel de desarrollo. Su creciente presencia en Argentina -por ejemplo-, con inversiones en prácticamente todas las provincias, es una demostración evidente de esa tendencia.
Como en todos estos casos, con las variaciones pertinentes según las características de cada lugar, el objetivo chino es asegurarse la provisión de materias primas y generar nuevos mercados para su propia producción. Es del interés de los funcionarios chinos que esta actividad no sea vista como una nueva forma de penetración colonial o neocolonial, lo cual no es –por cierto- fácil de lograr.
El gigantesco poderío de su economía le permite disponer de recursos que vuelca para el mejoramiento de la infraestructura de transporte y comunicaciones en algunos países africanos.
En Zambia está en preparación un importante “centro metalífero”, desde allí podrán suministrar a China: cobre, cobalto, diamantes, estaño y uranio.
En la Isla Mauricio, en el Océano Índico y frente a las costas africanas, están montando un “centro comercial” que albergará a 40 empresas chinas que –desde allí- podrán acceder a 20 países del África, desde Libia hasta Zimbabwe. Tanzania, Liberia y Nigeria disputan para ofrecer mejores condiciones a China para montar en sus costas un “centro naviero”.
Los recursos, con los que antaño, presionaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) empalidecen frente al volumen de los fondos que hoy dispone China.
China trae, junto con su plata, la experiencia de una economía de fuerte control estatal, que se sigue moviendo dentro de las reglas del sistema capitalista. En definitiva la alternativa que propone, el comunismo chino, es el capitalismo de estado ante el capitalismo de mercado que promueven las economías occidentales más desarrolladas. China cree y saca ventajas del Estado empresario, eficientemente administrado. Es bueno recordar que los chinos suelen condenar, hasta con la pena de muerte, los actos de corrupción estatal.
Juan Guahán
 

 

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